viernes, 18 de junio de 2010

Pescados de su corazón

Liz Mariana Bravo Flores
Andanzas de una Nutria


“…así me has venido guiando, amoroso y protector, eres mi mayor amor, jocoso e inteligente, bohemio, amplio de mente, padre, amigo y pescador…”


Tomó mi mano sobre el carrete, me abrazó por la cintura y al unísono giramos para recoger el hilo y el primer pez de mi vida. Mi corazón latía acelerado en espera de recibir una gran sorpresa. Su pecho vibraba en mi espalda mientra su mirada se clavaba anhelante frente el mar. Ni él ni yo sospechamos que aquella noche, en La Vigueta, Veracruz, quedaría enganchada para siempre a la pesca.
Desde entonces, Papá y yo disfrutamos del deporte que, aunque no se puede practicar a diario, pues requiere desplazarse al mar, río, presa o laguna; depende de la luna, del tiempo, el viento y la actitud positiva, cada vez que compartimos se convierte en un espacio de comunicación sin palabras.
Es en la pesca cuando he sostenido los diálogos más íntimos con Carlos Bravo, mi padre; es ahí donde compartimos mis andanzas del amor, profesionales, desilusiones, metas, donde me aconseja, comparte sus sueños, miedos y tantas otras cosas que vienen a mi memoria con el simple aroma de mar.
Es ahí donde cada papá se convierte en amigo de sus hijos, tal cual lo he comprobado en mis andanzas de pesca, con los amigos que inician a sus críos en la convivencia y arte de pescar desde que aun están en la cuna.
Así el caso de Héctor Luis Galindo Delfín, del “profe” Cristóbal Mora, Fidel Serrano, Felipe Saldaña y su pequeño “rapalita”, Víctor Huacuja, Santiago Martínez, Jorge García, Carlos Bravo, Juanito Bernard, Rey Martínez, David Rodríguez, y desde luego, don Juan Bernard, que han enganchado a sus hijos en la pesca y, con el anzuelo, nos han tocado el corazón para transmitir de generación en generación las experiencias y mañas del deporte.
La aventura de pescar, ya sea a bordo de una lancha, yate, a orilla del mar, de día o de noche, con calor, frío o tormenta, representa una gran emoción, pero nada se compara con la maravilla de compartir con papá el momento de sacar al pez y la complicidad de pescar, pues se convierte en uno de esos eventos que marcan nuestras vidas y se quedan tatuados en el corazón.
Mañana es día del padre y, para bien de la familia y los festejos a ese ser maravilloso, estos siempre caen en domingo, de modo que nos permite compartir unos buenos días de pesca, tomados de la mano de nuestro padre y, mejor aún, pescados de su corazón.
Veracruz, nuestro estado vasto en diversidad, nos ofrece la oportunidad de situarnos en cualquier punto frente al mar, siempre que cuidemos que no haya bañistas dentro del agua cerca de donde estemos pescando, y compartir un día inolvidable al lado de papá y nuestras familias.
Si tienes la fortuna de compartir el día de mañana con tu padre y con tus hijos, no gastes en costosos obsequios, mejor regálense un día de pesca que les permita convivir, fortalecer sus lazos y divertirse sin necesidad de invertir fuertes sumas de dinero, pero sí grandes cantidades de amor.
Para los padres que pertenecen al Club de Pesca de Xalapa “El Baloncito” y para quienes disfrutan de este deporte, vaya una sarta de buenas vibras y felicitaciones en su día.

nutriamarina@gmail.com

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