domingo, 11 de julio de 2010

Llover sobre mojado

Liz Mariana Bravo Flores
Andanzas de una Nutria

"Vaya forma de saber que aún quiere llover sobre mojado…"
Silvio Rodríguez.


El viento acariciaba sus cuerpos empapados y cálidos. Corrían de un lado a otro en el intento de poner orden y escapar. Alguien exprimía la humedad del sleeping bag… la noche había concluido.
El torneo de pesca había comenzado el día anterior pero, por alguna causa, papá y yo llegamos hasta el domingo con la esperanza de encontrarnos con los amigos del Club “El Baloncito” y varios pescados en concurso; sin embargo, cuando arribamos al Paso de Doña Juana, Veracruz, sede del encuentro de hace dos años, hubo que sumar esfuerzos para ayudar a los damnificados.
Resulta que, pese a encontrar en el servicio metereológico las condiciones de clima favorables para el torneo, la tierra cambia a su antojo y, ese fin de semana quiso hacer de las suyas pues, dicen quienes lo vivieron que, entrada la madrugada presenciaron un espectáculo increíble al mirar los rayos sobre el mar y, sin decir “agua va”, se desató la tormenta que arrasó con el campamento, cámaras fotográficas, equipo de pesca, radios de comunicación, carnada y víveres.
Aprisa guardaron en las camionetas lo que alcanzaron para regresar por playa de “La Laja” al Paso de Doña Juana, antes de que fuera peor.
Muchos objetos fueron devorados por el mar y la tormenta. En la odisea, los pescadores alcanzaron a ver cómo se llevaba los víveres y radiolocalizadores y, ante la disyuntiva de qué podría hacerles más falta en ese momento, alguien se arriesgó por rescatar las provisiones.
Sin duda, ésa debió ser una noche sin pesca pero con emoción y adrenalina.
Bien dicen que detrás de la tormenta siempre viene la calma, pues al llegar Papá y yo al torneo, desconocíamos la aventura que habían vivido los demás pescadores del “Baloncito” y fuimos testigos de que el viento acariciaba sus cuerpos empapados y cálidos. Corrían de un lado a otro en el intento de poner orden y escapar. Al fondo del restaurante de Esteban, alguien exprimía la humedad del sleeping bag… con esfuerzo doblaban los toldos y casas de campaña inundadas, los gritos se hacían presentes de un extremo a otro preguntando por el propietario de los artículos ajenos que aparecieron entre las pertenencias.
El sol brillaba en el intento de ayudar a secar las cosas. El mar revuelto pero sereno invitaba a pescar.
Tras ayudarles a poner orden, abrimos la invitación para que se quedaran a cumplir el objetivo: luchar con los peces; pero ellos ya habían tenido suficiente emoción.
A río revuelto, ganancia de pescadores…
Tras despedir al Club, apenas lanzamos el primer tiro con la caña los pargos comenzaron a pegarse en los anzuelos de papá y mío.
Ese día confirmé que la pesca es un deporte de suerte, pues tras sacar varios animales del mar, disfrutamos la calma tras la tormenta y degustamos lo que el destino nos había preparado; sin embargo, el cielo anunciaba que aun quería llover… sobre mojado.

nutriamarina@gmail.com

No hay comentarios: