lunes, 2 de agosto de 2010

Castrados

Salvador Muñoz
Los Políticos

El juicio a priori fue inmediato: ¡qué bueno!
Fue de las primeras expresiones que escuché al momento de conocer la noticia de un hombre que apareció muerto en una carretera, allá por Tuxpan.
Un mensaje, al estilo Zetas en su torso quería evidenciar los motivos de su muerte: “Esto me pase (sic) por violar a una niña y amenasar (sic) a su familia para que no me denunciara”.
Las fotos evidenciaban mejor el contenido del mensaje: Había sido castrado.
Agréguele eso los labios zurcidos.
A simple vista, exceptuando las dos líneas anteriores arriba citadas, no presentaba huellas de tortura o golpes. Quizás una herida abrasiva en el hombro provocada al momento de ser arrojado al camellón donde fue encontrado.
El mensaje puesto en su torso tuvo el resultado inmediato y esperado entre los testigos in situ y de la noticia: “¡qué bueno!”
¿Por qué? Porque se daba por hecho que ese hombre era el violador de una niña. Vaya, en pocas palabras: un papel juzgaba y sentenciaba a ese desconocido con una palabra que fue moda durante los pasados comicios electorales. Pederasta.
No recuerdo a ciencia cierta, en la historia, algún juicio a un pederasta cuya sentencia haya sido la castración.
Es más, se habla de que en algunas guerras, los triunfadores tenían derecho a castrar a prisioneros y muertos en señal de poderío. Sí, es en los genitales donde el hombre asume su poder.
Es más, en algunos pueblos civilizados, el tráfico de negros era un negocio redituable. Los colonizadores entonces, para darle un plus más a su “mercancía”, castraban a los esclavos y los vendían más caros ¡ante la indignación de la Iglesia Católica! Sí, que veía como aberración la castración pero no la esclavitud.
Igual, por allí aparecen los famosos eunucos, hombres que cuando eran mutilados, sus “partes nobles” eran resguardadas en una especie de ánfora para que, cuando muriese el eunuco, sus restos mutilados fueran depositados junto al cuerpo con el fin de que llegara entero al reino de Alá.
Carlos Broschi, joven de maravillosa voz, fue castrado y pasó a la historia con el nombre de Farinelli. Y es que en esos tiempos, estaba prohibido que las mujeres cantaran y por arte, se permitía la mutilación en niños o jóvenes para que mantuvieran su bello canto.
La castración por voluntad se dio. Uno de los casos más famosos es el de Esporo, joven de gran belleza que cautivó a Nerón, quien enloquecido (y viudo), le pidió que se castraran… Decía que era tan parecido a su difunta esposa. Con tal de agradar a Nerón, Esporo eliminó sus genitales. Incluso, a la muerte del emperador, otros dos más lo tomaron como “esposa”.
Y qué decir de Bagoas, el preferido de Darío, el rey persa, que tras su muerte, uno de sus seguidores toma al castrado y lo ofrece a Alejandro Magno, quien igual que Darío, queda prendido de su belleza.
No recuerdo en sí, alguna historia de castración por violar a infantes.
A lo más, en historia más reciente, en Chihuahua alguna vez se pretendió aplicar la castración química. No es de extrañar la pretensión cuando en Ciudad Juárez la desaparición de jóvenes, o violación de adolescentes y niños era (¿es?) el pan nuestro de cada día.
No sé en qué haya quedado pero lo más seguro es que no haya tenido “éxito” (lo entrecomillo porque considerar la castración de un violador es valorada para muchos como “bárbaro”). Habría que preguntarles su opinión a las víctimas de un ataque.
Total que, un desconocido que apareció en una carretera castrado y con la boca cosida, lo juzgó más rápido un papel en el torso que la justicia del Veracruz, donde los niños no se tocan, donde para la todavía directora del Instituto Veracruzano de las Mujeres, Martha Mendoza Parissi, hay una cuestión de justicia, “si es responsable, que se haga justicia si no, que no se determine”.
Habla de Celestino Rivera Hernández, actual diputado del sol azteca, a quien se le fincó una denuncia por el delito de violación en agravio de una joven de aproximados quince años y un rosario de acusaciones similares más de indígenas de la zona de Tempoal.
Celestino, en su defensa, lo único que esgrime, es que resulta un ardid político la acusación por violación, para que no llegara a ser alcalde de Tempoal.
Ya no se sabe qué es más grave, si la acusación por violación, o la tesis del diputado.
Claro que a diferencia del tipo juzgado por un papel pegado al torso, en Celestino hay una denuncia penal donde el mismo procurador ha sido “un evasor de la justicia” al no dejar nunca en claro cuál es la situación que guardan las investigaciones en torno a ello, palabras más, palabras menos de la misma Mendoza Parissi.
Concluimos entonces que si bien las fotos del tipo mutilado son terribles, más terrible es el hecho de que alguien haya sido juzgado y aplicado la justicia por sí… ¿Es poco? Entonces más que terrible puede ser un diputado del PRD acusado por similar delito, donde hay averiguación previa, donde hay señalamientos…
¿Es poco? Tienen razón…, quizás para Martha Mendoza, para la joven indígena violada, así como sus familiares, haya algo más terrible que un hombre castrado o su mismo violador… Sí, algo más terrible que eso es que los veracruzanos tengamos una justicia castrada.

e-mail: dor00@hotmail.com

1 comentario:

RUY dijo...

Coincido master, bien por la columna. En Veracruz tenemos una justicia castrada, cierto.