martes, 10 de agosto de 2010

El relevo en el PRI

Luis Alberto Romero

Desde la época de David Casillas Peralta, quien fue presidente del entonces llamado Partido Nacional Revolucionario en 1929, hasta que el PRI perdió la presidencia de la República, en el año 2000, todos los dirigentes de ese instituto político han respondido a los intereses del gobernante en turno. El presidente, conocido por la clase política alineada como el primer priista de la nación, tenía la facultad de elegir, nombrar, ratificar y destituir a placer a la dirigencia de su partido.
Las facultades metaconstitucionales del presidente en turno incluían la posibilidad no sólo de reprimir, sino literalmente aplastar a toda expresión disidente dentro y fuera de su partido.
En las entidades federativas, los gobernadores se atribuían esas mismas facultades y entonces ponían y quitaban discrecionalmente a quienes ocupaban la dirigencia del comité directivo estatal, instancia que era considerada una especie de oficialía de partes del ejecutivo estatal.
Ocurre, sin embargo, que esas prácticas han cambiado poco a poco en nuestro país, por lo que el debate interno, la discusión de ideas y proyectos y la negociación entre los grupos son asuntos cada vez más comunes; son ahora regla y no excepción.
En Veracruz no es así. Ese cambio que se registra como tendencia en el ámbito nacional, aquí no se observa; y salvo por la ausencia del ejecutivo estatal en la sesión del consejo político que “elige” a Ranulfo Márquez como dirigente estatal, podemos decir que ni las formas cuidan.
Hace una semana, Jorge Carvallo Delfín, entonces presidente del comité estatal del PRI, parecía aferrarse al cargo y declaraba que en sus planes no estaba la salida de ese espacio. En un par de días lo abandonó la suerte y desde Palacio de Gobierno se ordenó un cambio que parecía obligado, luego de los magros resultados del partido en las elecciones municipales. Carvallo Delfín deja un partido enjuto, desnutrido; y hay quien afirma que si la responsabilidad de la operación política de la campaña de Javier Duarte hubiera recaído en el CDE, otro sería el resultado; no lo sabemos y ese tampoco es el punto. Lo que llama la atención son las formas que se observaron en el relevo, porque nos remontan a los días del viejo PRI, un partido que en Veracruz se niega a morir para dar paso a un instituto que se nutra de distintas expresiones y diferentes grupos y donde el debate sea abierto y constante.
La llegada de Ranulfo Márquez a ese espacio partidista no alienta a los priistas veracruzanos porque significa más de lo mismo; es, finalmente, producto de una designación y no del consenso o de una contienda abierta que incluya la exposición de ideas sobre el futuro del partido en Veracruz.

El nuevo coordinador
A partir del 5 de noviembre próximo, los nuevos diputados locales comenzarán a despachar en el inmueble de la colonia El Mirador, previamente, los partidos seleccionarán a sus respectivos coordinadores y a la presidencia de la mesa directiva; para esos espacios ya se anota Flavino Ríos Alvarado, el ex secretario de gobierno en los tiempos de Miguel Alemán, quien lograra una holgada victoria en Minatitlán; y aunque los dados parecen estar cargados para beneficiar a Jorge Carvallo, de aquí a la definición todo puede pasar, de tal forma que no podemos descartar a Eduardo Andrade Sánchez, exsenador y exdiputado federal, o al propio diputado por Xalapa, Américo Zúñiga Martínez.

luisromero85@hotmail.com

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