Jorge Arturo Rodríguez
Tierra de Babel
El genial Francisco de Quevedo dijo alguna vez que no vive el que no vive seguro. Imagínense, entonces, cómo chingaos estamos los mexicanos… pos creo que así, nomás “estamos”, nomás milando como los chinitos. A ver a qué hora nos cae el chahuistle. Porque en México no pasa nada y pasa todo.
Este 21 de agosto se cumplen dos años de la firma del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, ¿y qué ha pasado? Nada y todo, pero nada a favor y sí todo en contra de estas tres hermanitas de la caridad.
Según estadísticas oficiales, durante estos dos años se han reportado 2,112 secuestros en el país. Pero, a según Eduardo Gallo, presidente de la organización México unido contra la delincuencia, la cantidad de plagios denunciados, frente a los realmente ejecutados, se queda corta, porque la cifra negra ronda entre los 7,500 y los diez mil al año. ¡Y no pasa nada!
¿On tan las tres hermanitas: Seguridad, Justicia y Legalidad? Vaya usted a saber. Porque, como dijo Thomas Macaulay, los políticos tímidos e interesados se preocupan mucho más de la seguridad de sus puestos que de la seguridad de su país. ¿Será?
En cuanto a la Justicia, dijera mi entrañable Paul Auster, si ésta existe, tiene que ser para todos; nadie puede quedar excluido, de lo contrario ya no sería justicia. Lo cual me dice que ya valimos…
Ya pa’ qué mencionar siquiera la Legalidad, todos sabemos cómo andamos en esta materia. ¿Entonces? Pos parafraseando la canción de Alberto Cortez: “Eran tres, eran tres, eran tres... eran tres con palomas en las manos... eran tres y los tres eran hermanos de la luz, del amor y del saber. Eran tres y se fueron los tres... El primero detrás de algunos versos, el segundo a pintar el universo y el tercero en mitad de su niñez...”.
Claro, se refiere a los tres Pablos: Neruda, Picasso y Casals. Pero me atrevo a referir la letra a las tres hermanas de las que les vengo comentando: “Eran tres, eran tres, eran tres... Tres senderos, tres huellas, tres caminos, tres Quijotes venciendo a los molinos con un cello, un poema y un pincel. Eran tres y se fueron los tres.... nos quedamos sin Pablos en el mundo y lo bello, sin ellos, moribundo... ¡qué va a ser de nosotros... qué va a ser!”.
¿Qué va a ser de nosotros si nos quedamos sin Seguridad, Justicia y Legalidad? ¿O ya tiene rato que se jueron? Porque aquí en México está de la madre…
De cinismo y anexas
A Fernando Vallejo se le preguntó: “De la violencia colombiana (por ti vivida y novelada), a la violencia mexicana, ¿cuál es tu balance?”, y él contestó: “Colombia y México, así no les guste a los colombianos y a los mexicanos, están, y desde hace mucho, entre los países más asesinos del planeta. A Medellín y a Cali los destruyeron en esa guerra insensata de la sociedad colombiana contra los narcotraficantes, la que nos fue impuesta por Estados Unidos. Medellín se recuperó; Cali, que era una ciudad próspera, hoy es una ciudad en ruinas. La guerra contra las drogas no es ganable, como no lo era la guerra que casaron en Estados Unidos contra el consumo de alcohol en tiempos de Al Capone y la prohibición. Que México aprenda de eso, y de Colombia. Que legalice las drogas y no le entre al juego impuesto por los norteamericanos, que la sangre que se está derramando aquí es de mexicanos”. ¡Órale!
Hasta la próxima
jarl63@yahoo.com.mx
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