miércoles, 29 de septiembre de 2010

Conciencia

Brenda Caballero
Números Rojos

Jamás pensé ver situaciones tan parecidas a las de la pantalla grande como la película El Día después de Mañana, cinta de ciencia ficción con impresionantes efectos especiales sobre la acción del cambio climático en el planeta Tierra, en la que los glaciares se han derretido debido al sobre-calentamiento global. Huracanes, tornados, terremotos y maremotos son el resultado de que la humanidad quede sumergida por los mares y la desgracia sorprenda a todos.
Olas de gran altura, deshielo de los polos, huracanes, inundaciones, desbordamientos de ríos, lagunas, por mencionar algunos… ¿Son coincidencias o consecuencias?
Aunque algunos científicos criticaron la película porque es imposible el granizo del tamaño de una bola de boliche, o que la corriente del Golfo se detenga, incluso que las temperaturas cayeran 100 grados por hora, el productor Mark Gordon, comentó que la película se hizo “para crear conciencia sobre el medio ambiente”.
¿Conciencia?... palabra clave en estas horas de angustia de millones de mexicanos ante los damnificados por las lluvias en todo el territorio mexicano. Según el famoso Wikipedia, la palabra deriva del latín conscientia: “conocimiento compartido, con lo que se refiere generalmente al saber de sí mismo, al conocimiento que el espíritu humano tiene de su propia existencia, estados o actos. Conciencia se aplica a lo ético, a los juicios sobre el bien y el mal de nuestras acciones”.
¿O es que acaso no sienten remordimiento de conciencia las autoridades que dieron licencia a la construcción de unidades habitacionales como el Floresta asentándose en una ex laguna que se rellenó, pero que iba a dar jugosos ingresos?
¿Tendrán conciencia las autoridades municipales, estatales y federales al permitir el asentamiento de personas en cerros, ductos, orillas de ríos, mares o lagunas?
¿Será conciente el Gobierno federal al ver la gran demanda de gente damnificada haciendo colas por un empleo temporal que sólo durará un mes?, ¿y después?
¿Y qué me dice de la conciencia de los candidatos que hace apenas unos meses recorrieron esos lugares que ya estaban en algún riesgo e hicieron caso omiso?
También se vale analizar la conciencia de algunos damnificados que en lugar de aplicar el dicho “ayúdate que yo te ayudaré” esperan que la ayuda les llegue hasta la puerta de su casa sin esfuerzo alguno, o desechan la ropa o utensilios en lugar de desinfectarlos.
Mención aparte, merece la conciencia de los damnificados en años anteriores que fueron reubicados por el gobierno, pero que con “alevosía y ventaja” vendieron los terrenos de reubicación y regresaron nuevamente a los de alto riego.
Vaya, habría que analizar hasta la conciencia del Sistema de Administración Tributaria (SAT) ante la cancelación masiva de créditos fiscales que realizó en el 2007 por un total de 73,960.4 millones de pesos, mientras que en otros estados como Veracruz sólo se otorgó un decreto para el pago de impuestos en parcialidades.
Si bien es cierto, los fenómenos naturales no se pueden evitar, pero ¿por qué no tomar las medidas de prevención necesarias que se recomiendan? ¿Por qué después de ahogado el niño, Investigadores de la Universidad Veracruzana, expresan… “nosotros avisamos”?
Según datos otorgados hace unos días en una reunión sobre cambio climático con autoridades de la ONU, la canciller de México, Patricia Espinosa dijo que 68 por ciento de la población de México –alrededor de 75 millones de personas– se encuentran “altamente expuestas” a los efectos del cambio climático; asimismo, 15 por ciento del territorio mexicano y 71 por ciento del producto interno bruto nacional.
¡Cuanta razón tenía Newton! al expresar en su tercera ley: “A toda acción corresponde una reacción”, pues la naturaleza nos lo pone muy claro, estamos logrando su reacción negativa al contaminar el agua, aire, suelo, con aceites que desechamos, basura que tiramos, combustibles que gastamos. ¿Recuerda usted la gran fuga de Petróleo en el Golfo de México que provocó un derrame de 2.3 a 4.5 millones de barriles de crudo?
Tal vez tenga más fresco el recuerdo de las festividades del Bicentenario, en esta ocasión no voy a referirme al dinero gastado en ellos (que bien hubiera ayudado a miles de damnificados) más bien en las consecuencias sobre la atmósfera de las más de ocho toneladas de pólvora que se quemaron tan sólo ese día 15, o de la energía consumida en los miles de foquitos inútiles.
Si nosotros mismos no cuidamos el medio ambiente en que vivimos, la naturaleza nos irá cobrando poco a poco los pagarés que vamos firmando, como en 1998 el huracán Mitch, en 2005 el Vilma, y en 2010 Karl y la tormenta tropical Matthew...
Entonces… ¿su conciencia está tranquila?

brendacaballero1@hotmail.com

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