miércoles, 22 de septiembre de 2010

México futuro

Arturo Reyes González
Burladero

En lo poco que he leído acerca de la historia de México, más allá de los textos que nos muestran a lo largo de nuestra formación básica, tengo la firme idea de que nuestro país ha carecido de los acuerdos básicos entre los principales grupos sociales y políticos, que le permitan llevarlo a buen puerto, a uno futurista, seguro y sólido.
Para el caso del debate acerca de lo que debió ser, al final sucedió con la celebración del centenario y bicentenario de la Independencia y la Revolución de nuestro país continúa, sin que nos lleve a algo concreto.
Las más diversas ideas, opiniones, críticas y comentarios se han dado acerca del presupuesto asignado al festejo y el respectivo despilfarro. Así vimos también temas que se ocupan de si Miguel Hidalgo tuvo dos mujeres, si tenía hijos; si el Pípila sólo fue un “ícono” utilizado para enviar un mensaje de sumisión al pueblo mexicano; si en realidad hay algo que celebrar; si hubo mitos y leyendas en torno a ambos movimientos sociales, etcétera.
¿Y a qué nos lleva este intenso intercambio de ideas, análisis y revisión de la historia? ¿Acaso con los resultados de estos, con sus variaciones, los mexicanos han podido aclarar elementos de identidad que les permitan redefinir, o en el mejor de los casos definir su rumbo como ciudadanos?
¿No es momento de ponernos de acuerdo en algo por nuestro propio bien? ¿En qué? En que debemos dar vuelta a la página de la revisión del pasado, para dar paso a lo que viene.
A final de cuentas las variaciones descubiertas en lo anales históricos del país, no son factores determinantes ni condicionantes para poder hacer que nuestro futuro se vea truncado.
Así como hoy, con motivo de los aniversarios se da la revisión del pasado, ahora todos enfoquemos baterías a lo que viene, tomemos en cuenta lo que nos sirva, tomemos lo rescatable y positivo para nuestra sociedad y cultura, y vamos para adelante.
No perdamos más tiempo en lo que ya no podemos cambiar, en lo que pasó y bien o mal nos llevó a lo que hoy somos. Ya no nos mortifiquemos ni ocupemos en demasía. Sí, aprendamos, sí, conozcamos de dónde venimos y quiénes somos, cuáles son nuestras raíces, pero, además, no con la visión de los derrotados, de los conquistados, si no con la visión del México de cambio, de rumbo, de éxito.
Que los especialistas, historiadores, analistas, funcionarios, ahora nos hablen de lo que tenemos que hacer, de lo que se necesita, de a dónde debemos llegar en el corto, mediano y largo plazo, abordando temas de ecología, de educación, de política, de participación ciudadana, entre otros. De quiénes deben ser los nuevos héroes (los ciudadanos), las historias, las corrientes de cambio que escriban los próximos 100 años.
Sin apasionamientos utópicos basados en nuestra total realidad, sin partir de cifras alegres, de supuestos, del deber ser, del mundo o el estado de fantasía de algunos.
No nos perdamos por más tiempo en temas banales, enfoquemos baterías, trabajo y energías a lo que realmente importa.
La desgracia natural que se vive en el estado y la inseguridad a nivel nacional, son temas aparte, pero que el resto de la información no nos distraiga demás. Necesitamos afectar e incidir tanto en nuestra realidad como en el mañana.

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