miércoles, 1 de septiembre de 2010

Que sean dos

Luis Alberto Romero

Hace un par de semanas, el gobernador del estado anunció que enviaría a la legislatura una iniciativa para ampliar de tres a cuatro años, el periodo de los ayuntamientos. Ayer, finalmente, el documento llegó a la diputación permanente y de ahí pasó a la comisión de gobernación, con lo que se busca modificar la Constitución local, así como la Ley Orgánica del Municipio Libre, a fin de que los alcaldes que entren en funciones en el 2014 se mantengan en el cargo 48 y no 36 meses, como ocurre actualmente.
No se aplicará esa modificación, en el muy probable caso de que sea aprobada por los diputados, a los actuales alcaldes electos, quienes entrarán en funciones el primero de enero, porque las leyes no son retroactivas.
De acuerdo con dicha propuesta, se trata de un reclamo de especialistas y estudiosos en el tema municipal, muchos de ellos agrupados en la Federación Nacional de Municipios de México y en la Asociación de Autoridades locales de México; es decir, son los propios ediles mexicanos quienes han planteado la necesidad de ampliar sus periodos.
En teoría, el argumento no suena mal: se mejorarían cuestiones de organización y funcionamiento del órgano de gobierno más cercano a los ciudadanos y se daría más tiempo a las autoridades para aprender el complejo mundo de la administración pública municipal. Son las mismas consideraciones que se plantearon en las legislaturas de Michoacán, Coahuila y Jalisco para determinar la ampliación de mandato; igual ocurrirá en el estado de México.
En los hechos, esa modificación a nuestra Constitución no asegura eficiencia ni un manejo transparente, capaz y honesto de los recursos públicos.
La información dada a conocer por el Instituto Veracruzano de Desarrollo Municipal resulta preocupante y tiene que ver con el camino más seguro para garantizar mejores autoridades municipales: la capacitación, la preparación. De nada sirve que a un alcalde le den cuatro, seis o diez años de mandato si no tiene ni idea de lo que es la administración pública o si busca llegar al cargo para saquear el dinero de las arcas y enriquecerse a costa del presupuesto.
Desafortunadamente, la gran mayoría de los alcaldes veracruzanos en funciones – 70 por ciento de acuerdo con datos del propio invedem– no cuenta con estudios profesionales. Los alcaldes sólo terminaron la secundaria y en el mejor de los casos la preparatoria, lo cual resulta un poco alentador.
En ese sentido, es mejor idea profesionalizar y capacitar a los alcaldes electos, que en muchos municipios son semianalfabetas o analfabetas funcionales.
Dar cuatro años a un mal alcalde es castigar a la población de su municipio, que se queda en la indefensión si no le dan también la posibilidad de revocar el mandato; y si la lógica que impera es el clásico “el primer año aprenden, el segundo planean y el tercero se van”, es mejor que antes de que lleguen las nuevas autoridades, éstas sean capacitadas como parte de sus obligaciones legales; los habitantes de los municipios no son conejillos de indias como para que se experimente con los recursos que corresponden a todos.
Algún seguidor entusiasta de Ricardo Ahued comentaba, tan pronto como Fidel Herrera anunció su propuesta, que si todos los alcaldes fueran como el ex edil xalapeño, entonces la propuesta quedaría corta, porque deberían ser más de cuatro años. Sin embargo, la mayoría son personas profesionalmente deficientes y hasta irresponsables, a quienes poco les interesa el bienestar de su municipio.
Hace cuatro o cinco trienios, sólo por recordar un ejemplo, los ciudadanos de Nautla votaron por un dirigente campesino para que ocupara el cargo de alcalde de ese pequeño pueblo costero; el sujeto encabezó una de las peores administraciones municipales en la historia de ese lugar; su alcoholismo le impidió gobernar, no hubo obra pública y el único beneficiario de esa administración fue probablemente el dueño de la cantina que se ubicaba a unos pasos de Palacio, porque ahí era donde el alcalde despachaba.
En esos casos, cobra mucho sentido la expresión de un empleado municipal: “¿Cuatro años?, ¡deberían ser nomás dos!”.

luisromero85@hotmail.com

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