jueves, 9 de septiembre de 2010

Venta de plazas

Luis Alberto Romero

Como estudiante, Víctor jamás destacó, era bastante mediocre y sus notas nunca superaron el siete; con apuros logró terminar el segundo semestre de bachillerato y luego su aspiración por tomar la carrera de las armas se vio frustrada por falta de vocación, de talento o de capacidad. Regresó a la preparatoria y consiguió su certificado con la promesa de no volver más a la escuela, porque su educación era una pérdida de tiempo para los maestros y un dolor de cabeza constante para sus padres, dada su personalidad bastante inquieta.
Así, desde los 18 o 19 años de edad, deambuló entre el desempleo y el comercio informal… Hasta que su madre se jubiló. Ella trabajaba como maestra de primaria y decidió heredarle la plaza a su hijo, en perjuicio de las futuras generaciones de mexicanos, niños que no tenían la culpa de que prevaleciera un sistema educativo que permitiera la herencia y la venta de plazas del magisterio.
Hoy, es maestro en una escuela primaria del sur del estado. Tiene doble plaza debido a una transacción comercial porque, al parecer, le corría prisa por echar a perder más gente.
Lamentablemente, el caso de Víctor no es el único; cientos, tal vez miles de docentes han recurrido a esas prácticas que resultan nocivas para nuestro sistema educativo y que prevalece como consecuencia de la operación de mafias que incluyen a líderes sindicales, lo mismo que a funcionarios del sector.
Los niveles de corrupción quedan en evidencia y ese es otro factor que impacta de manera determinante en la calidad de la educación en México, porque no se puede pedir mucho cuando los maestros lo son por accidente y no por vocación, cuando muchas personas buscan en la docencia una forma para lograr la estabilidad laboral y no un medio para contribuir con una mejor sociedad.
Cierto, buenos docentes hay de sobra en Veracruz y en todo el país. Recuerdo particularmente al extinto maestro Miguel Bonilla Barroso, quien recibió hace dos años la medalla al mérito ciudadano de su municipio, y quien supo ganarse el reconocimiento y la gratitud de muchas generaciones de alumnos, porque dedicó su vida entera a la docencia y convirtió su domicilio en la mejor biblioteca pública del pueblo.
Lamentablemente, mientras exista la posibilidad de que las plazas del magisterio se subasten, mientras esos espacios laborales se puedan comprar o heredar, seguiremos conociendo más casos como el de Víctor y menos profesores como el maestro Miguel Bonilla.
Lo peor es que por cada plaza que se vende ganamos un mal profesor y perdemos un espacio que debería asignarse a quien sí cuentan con la preparación y la vocación para desempeñar esa noble tarea.
Hoy, por cierto, el dirigente de la Sección 32 del SNTE, es investigado por la presunta venta de plazas, por las que habría pedido 25 mil pesos. La denuncia correspondiente sigue su curso, aunque no se ha ratificado todavía.
Gaudencio Hernández se defiende y denuncia por difamación a quienes lo acusaron ante el MP. Dice que ni las plazas ni los cambios, ni las jubilaciones se venden; y no existe razón alguna para dudar de su palabra… Siendo franco, tampoco existe alguna razón para creerle, pero ni falta que hace porque a fin de cuentas, son los órganos de procuración e impartición de justicia los que tienen la última palabra al respecto.
Esperemos que el caso que involucra al dirigente de la Sección 32 en la venta de plazas, llegue a feliz término; es decir, que se imparta justicia. Si Gaudencio es inocente, que se diga y se evite una mancha injusta sobre su gastada imagen; pero si resulta culpable, que no se archive el caso y se proceda en consecuencia. A fin de cuentas, las plazas del magisterio no son patrimonio de los líderes sindicales, aunque así lo parezca.

luisromero85@hotmail.com

No hay comentarios: