domingo, 10 de octubre de 2010

Había una vez una recaudación

Salvador Muñoz
Los Políticos

Antoine Laurent Lavoisier perdió la cabeza siendo un gran hombre…
A lo mejor porque erró en el modo de allegarse dinero. Era un excelente investigador pero tuvo de oficio ser recaudador de impuestos.
Así pasa a veces… nuestra historia está dada a repetirse en diversas circunstancias y en personajes increíbles y en el reino de Veracruz, no se está exento de ello, aun en la Leyenda urbana o en la certeza.
En tiempos en que las inundaciones y las lluvias azotaron al reino, en reunión de ministros, se discutía cómo reconstruir los pueblos devastados por la naturaleza. Todos hablaban pero no daban una gran idea hasta que se oyó una voz, que era la del que servía el café, quien dijo:
–¿Por qué no emplear el dinero que cada quince días llega al ministro del Tesoro en la reconstrucción?
El tesorero puso cara de What! misma que hizo el resto de ministros y Rey.
–¿A qué dinero te refieres, lacayo? Cuestionó el tesorero…
–Sí, ¿a qué dinero te refieres? Secundó el Rey con el ceño fruncido.
El lacayo, sirviendo café sin siquiera voltear a ver a sus interlocutores, contestó:
–Cuentan que cada quince días, sea el decimosexto, 29 ó 30 de cada mes, llega a las arcas de un banco español, procedente del Altiplano, una orden de pago de caja, cuyo destinatario es el Ministro del Tesoro.
–What! volvió a soltar el ministro del Tesoro quedando con la boca abierta con lo que escuchaba.
Intrigado, entrecerrando los ojos, el Rey preguntó al lacayo que terminaba de servir el café:
–¿Y qué más sabes de esto, lacayo?
Igual, atento a lo que hacía, respondió:
–El dinero es supervisado por una de las empresas de vigilancia y transporte de bienes y valores y ésta a su vez lo entrega a otra para que lo canalice al Ministro del Tesoro.
–¡Eso es una mentira! Gritó el ministro del Tesoro –Nunca recibo ningún dinero.
El exabrupto del ministro del Tesoro no hizo mella en el Rey quien volvió a preguntar al lacayo:
–¿Y cuánto dinero es lo que se recibe en estas fechas?
El lacayo ya repartía las cremas y el azúcar light entre los ministros y respondía sin alzar la vista:
–Con exactitud, no lo sé, pero hablan de cinco envases machihembrados que contiene 10 millones de fieles (moneda del reino) aproximadamente, con denominación monetaria de mil fieles y su respectiva guía de valores y número de plomo. Haga sus cuentas de cuánto pueden recibir mensualmente…
El ministro del Tesoro estaba pálido:
–Mi Rey, se lo juro… ¡no recibo ningún dinero!
El Rey observaba meticulosamente y analizaba cada pensamiento en su cabeza antes de preguntar al lacayo:
–¿Dice la verdad el Ministro del Tesoro, lacayo?
Ya recogía las tazas de café el lacayo pero respondía:
–En efecto, Señor, si bien ese dinero está enfilado a las arcas del Tesoro, no llegan allí…
El Rey entrecerró más los ojos y preguntó:
–¿Entonces?
–Pues pasan a su ministro de Vigilancia…
Por supuesto, el ministro de Vigilancia no estaba presente y sí… seguía paso a paso desde una red de circuito cerrado todo lo que acontecía en esa reunión.
Y entonces el Rey dijo:
–Bueno, ministros, al no tener ninguna solución para la reconstrucción de nuestro pueblo, sólo nos queda una cosa: esperar que la Federación nos apoye con más recursos… salgamos a trabajar.
Todos se retiraron y al ministro del Tesoro, que aún seguía pálido, el Rey le dio una palmadita en la espalda que le hizo recobrar el color… ¡todo estaba bien! Ese lacayo estaba loco.
Al día siguiente, en la reunión, un viejo servía el café y una madre, enfrente de palacio, clamaba la desaparición de su hijo. En eso, unos tamemes de Vigilancia y Transporte de Bienes pasaban rumbo al banco español para recoger su preciado tesoro. Tanto la madre como la camioneta eran seguidas con una cámara en lo alto…
El Ministro de Vigilancia cumplía muy bien su trabajo.
PD
Les decía en un principio, Lavoisier perdió la cabeza por errar su oficio. De excelente investigador pasó a ser recaudador de impuestos… el Ministro de Vigilancia, de excelente policía pasó a ser otro recaudador “de impuestos”.
Por cierto, hablando de este notable personaje (el francés) hay un cuento muy bonito:
“Se cuenta de Voltaire que una noche se alojó, con algunos compañeros de viaje, en una posada del camino. Después de cenar, empezaron a contar historias de ladrones. Cuando le llegó el turno a Voltaire dijo: Hubo una vez un Recaudador General de Impuestos. Y se calló. Como los demás lo alentaron a proseguir, añadió: Ese es el cuento”.

e-mail: dor00@hotmail.com
twitter: @cainito

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