jueves, 28 de octubre de 2010

Percepción ciudadana

Arturo Reyes González
Burladero

De acuerdo a la ultima evaluación de Transparencia Internacional (organización internacional fundado en 1993 en Alemania y dedicada a combatir la corrupción, teniendo como herramienta principal la divulgación de información), resulta que nuestro país se ubicó entre los 80 países más corruptos de una lista de 178 naciones.
Al respecto, el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, dijo, apegado a su encargo, que no coincidía con el dato y que incluso la corrupción no está afectando la llegada de inversiones. “No, de ninguna manera… por supuesto, hay que tomar medidas, pero los niveles de inversión a México siguen llegando de manera continua”. Lo minimizó y no le dio importancia, al menos de manera pública, tratando de defender al gobierno del que forma parte.
El secretario de la Función Pública, también funcionario federal, Salvador Vega Casillas, fue más allá y también abordó el tema y fíjese, primero externó su preocupación por los indicadores en corrupción y transparencia, pero después justificó el mismo dato, o al menos eso pensó él, diciendo que se trata de la opinión que se tiene del país en el extranjero, y afirmo, “como tal debe tomarse”.
Además, añadió para terminar de aclarar, por si no fuera suficiente, de manera textual, “que los resultados (de la evaluación referida) no miden resultados sino percepciones”. Percepciones. Percepciones.
De acuerdo a la definición que la Real Academia Española, la percepción es una sensación interior que resulta de una impresión material hecha en nuestros sentidos; un conocimiento o una idea.
Efectivamente así es, señor Vega Casillas, señor Cordero y demás funcionarios federales, estatales, municipales cuanto quepan. La percepción ciudadana no es producto de la ilusión de las personas, no fue una ocurrencia, no surgió de la nada o del tiempo de ocio de algunos, ¡no!, menos de la imaginación de los ciudadanos, es producto de experiencias vividas, padecidas y sufridas por una gran cantidad de mexicanos en alguno momento de su vida, en distintos ámbitos, grados y circunstancias.
La percepción ciudadana puede ser tan fuerte como un mismo hecho.
Ahora resulta que tenemos la percepción ciudadana de que económicamente estamos mal, cuando en el bolsillo de la gente no hay dinero que alcance para cubrir las necesidades básicas de su familia. Esto es, cómo no van a tener esa percepción millones de mexicanos que viven jodidos y están viendo, en el ejercicio, en la práctica cotidiana, que no les alcanza su salario, que no hay empleo y que todo sube de precio, menos su percepción.
Que percibimos un clima de inseguridad, cuando basta ver balaceras y ejecutados caer todos los días y ahora por grandes cantidades, en distintas regiones del país.
Que la gente imagina un escenario nacional en el que priva la corrupción y que nos lleva a ocupar ese deshonroso lugar mundial; todo esto producto de nuestra “percepción”, a la que Vega Casillas se refiere como, queriendo decir o dar a entender, que no es verdad, que no es una realidad, que se trata de algo intangible, de una mera y vaga idea, casi casi una ocurrencia no correcta.
Que claro, que la percepción ciudadana se puede equivocar, no se descarta la idea. Si la gente no hubiera tenido una favorable percepción de la propuesta del México de las manos limpias, la creación de empleos y la estabilidad económica, política y social, el país no estaría donde hoy ha sido llevado.
Por otra parte, no podemos ni debemos olvidar que no habría corrupción si no hay quien intente corromper. Que para que haya corrupción se necesita de ambos lados, de las dos partes, del que corrompe y el que la acepta y la hace posible. Que no todo queda o está en manos de nuestros gobiernos, que somos todos los que tenemos que hacer algo al respecto.
Pero que alguien tome la iniciativa, y esa me parece sí le corresponde a las autoridades. Pero si por el contrario son los primeros en querer distorsionar hechos, tapar las cosas y ocultarlas, cuál transparencia, cuál combate contra la corrupción.
Que no nos vayan a decir nuestras autoridades que también esa batalla –contra la corrupción– la vamos ganando, como la de contra el narco. ¡Por favor!

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