domingo, 3 de octubre de 2010

Si no pueden, los vamos a correr…

Jorge Arturo Rodríguez
Tierra de Babel

Sólo una persona inepta rinde siempre al máximo de sus posibilidades, decía el escritor británico William S. Maugham y, sin duda, esa es la cualidad de nuestras autoridades gubernamentales e incluso de nuestros legisladores y políticos, preocupados más por sus intereses propios, de familiares y amigos que por lo que le pueda pasar o no al pinche pueblo de México. Por eso crece el descrédito hacia nuestras instituciones, ya nadie les cree nadita, lo que provoca descontento y desánimo. “Que se vayan mucho a la chingada”; suelo oír cada vez más esa expresión.
Ya lo dijo Alexis Tocqueville: lo que acostumbramos a llamar instituciones necesarias, muchas veces son instituciones a las que nos hemos acostumbrado, y hay que recordar que más Estados han perecido por la depravación de las costumbres que por la violación de las leyes, dijera Montesquieu.
“Si no pueden, renuncien”, dijo hace dos años el presidente de México S.O.S, Alejandro Martí, a los funcionarios que no podían con el paquete de seguridad y que debió extenderse a todos los irresponsables servidores públicos. Hace unos días, Alejandro Martí expresó: “Y cuando dijimos: ‘si no pueden, renuncien’, lo dije porque honestamente confiaba en que tuvieran una autocalificación, o por lo menos una conciencia, y hubiera muchas renuncias, porque también les dije que estar recibiendo un sueldo y estar sentado en la silla era parte de la corrupción. Yo no sé si tuve un error en aquel entonces por no decir: ‘Si no pueden, los vamos a correr’”.
Eso quisiéramos gritar millones de mexicanos, porque se ve, se siente, son una bola de inconscientes, cínicos y… pa’ qué enlistar si todos lo sabemos, ni la burla perdonan.
El escritor italiano Pitigrilli señaló que los funcionarios son los empleados que el ciudadano paga para ser la víctima de su insolente vejación. ¿Tendrá razón? Bueno, en todo caso los funcionarios son como los libros de una biblioteca: los situados en los lugares más altos son los más inútiles, como escribió el periodista francés Paul Masson.
Pero vaya, en nada nos acordamos de las palabras de Simón Bolívar: “Los empleos públicos pertenecen al Estado; no son patrimonio de particulares. Ninguno que no tenga probidad, aptitudes y merecimientos es digno de ellos”.
¿Hacia a dónde vamos, México? Hemos perdido la confianza en nuestros gobiernos y políticos. Sólo espero que despertemos y demandemos resultados positivos a los irresponsables de tantas acciones equivocadas que nos llevan al despeñadero. Y ojalá no caigamos en aquellas palabras de William Faulkner, cuando sentenció que se puede confiar en las malas personas, porque no cambian jamás.
Lady Gaga dijo hace unos días a los soldados heterosexuales que se sienten “incómodos” con tener militares gays en sus filas: “si no te gusta, ¡vete a casa!” Modifiquemos la expresión y digamos a nuestras autoridades: “si no pueden, váyanse a casa”, es mucho más sutil a sus oídos castos que gritarles: “váyanse mucho a la chingada”.

Los días y los temas
Mis amados lectores fans, ¿saben por qué los funcionarios públicos son ateos? Porque no creen que después haya una vida mejor.
Y para no terminar desanimado por el chingueral de chingaderas gubernamentales, ahí se ven:
“¡Oficial!, me acaba de violar un funcionario!
Pero…¿cómo sabe que era un funcionario?
Porque tuve que hacerlo todo yo”.

Hasta la próxima
jarl63@yahoo.com.mx

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