martes, 5 de octubre de 2010

Tema libre

Arturo Reyes González
Burladero

Debo confesar que si hay algo en lo personal que me cuesta mucho trabajo es el poder escoger un tema para desarrollar en este breve espacio, como dice la canción; una vez que lo he decidido lo demás puede resultar poco más fácil, pero el momento de la decisión es realmente complicado para mí.
Tuve la oportunidad de escribir mis primeros textos en el semanario Punto y Aparte de don Froylán Flores Cancela, con quien compartí, –gracias a las circunstancias y a mi padre Arturo Reyes Isidoro– un sinnúmero de ocasiones donde pude escucharlos hablar de las distintas vivencias y satisfacciones que dan el escribir. De ahí mi inquietud, porque de alguna manera crecí viendo y escuchando la figura de ambos. Se trataba de una oportunidad casi familiar, así como hoy la tiene el hijo del diputado Amadeo Flores Espinoza, Amadeo Flores Villalba, nuevo dirigente de Vía Veracruzana.
Durante el proceso de inicio a la fecha, poco ha variado mi facilidad de selección de temas, quizá porque no quiero escribir por escribir o más bien por mera conveniencia. Mi padre me ha repetidos cientos de veces, no hay de otra: leer y escribir, escribir y leer.
Mi amigo Salvador Muñoz me ha dicho que cuando escriba trate de gozarlo, “tú escribe y disfrútalo”, no te presiones, no trates de quedar bien con nadie, escribe lo que crees, lo que piensas, que te guste, que te llene. Cuando yo le planteo, de manera intencional, ¿alguna sugerencia?, siempre responde: “tema libre”.
En una ocasión, mi amigo, el alumno del extinto Yayo Gutiérrez (qepd), me dijo: “Cada columna es una tesis, un examen donde tú planteas tu teoría, tus argumentos, tus ideas, el asunto es convencer, agradar o que te digan: ‘estás mal’”.
Son los riesgos que se corren al momento de escribir. Aunque puedes disfrazar la idea con distractores, el final, el objetivo es el mismo en cada quien escribe: convencer. Sembrar una idea. Crear una molestia o un “sí, tiene razón”. ¿Estas convencido de lograr eso? Adelante.
Si no, como dijera Yayo, si no sale a la primera, vete a lo práctico, a la nota convencional. Hasta ahí la idea. ¡Ah, qué tiempos aquellos del periódico Política llenos de enseñanzas!
Pero bueno. Hasta donde recuerdo, siempre ha sido un mal que he padecido, pienso mucho o al menos trato de, antes de actuar y tomar una decisión; contemplo los pros, los contras, creo que a veces incluso alucino –y barato– tratando de visualizar a todo lo que una buena o mala selección me puede llevar. Y eso prácticamente aplica para todo, no hay tema que no escape.
Es tanto que se ve plasmado en mi filosofía. Siempre he dicho, es una de mis máximas de vida, que mi mayor virtud es mi lealtad y gratitud y mi mayor defecto, mi indecisión.
Pero, además, coincido totalmente con lo que me expreso, y con disfrutar y gozar lo que escribo, con compartir ideas que ojalá sirvan a los demás, con sembrar semillas que generen frutos a nuestra sociedad. Esta reflexión de disfrutar las ideas, de plantear para construir, de dejar de lado por un momento ataduras, traumas, limitantes tanto intrínsecas como externas, y miedos para expresarnos.
Es difícil no dejar de pensar en la tentación de tirar cebollazos por mera conveniencia, madrazos a quienes creemos “se lo merecen” tratando de evaluar lo que mal hacen o a conveniencia de otros, a quienes a lo mejor no les cumplieron con algún tipo de acuerdo o incluso porque les caen mal. No falta quien te diga o sugiera, “escribe de Duarte, te conviene”, “critica al Gobernador, mira nada más lo que anda haciendo”, “duro con el presidente (Calderón) y los panistas”. Todo enfocado a la política.
¿Y a todo esto, quiénes somos nosotros para juzgar? ¡Ah! Cuánta responsabilidad.

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