martes, 5 de octubre de 2010

Turismo, en estado de coma

Luis Alberto Romero

Las autoridades de turismo en Veracruz se esfuerzan por promover al estado como destino de playa, de historia y de negocios, para tratar de evitar lo inevitable: que dicho sector, motor de la economía en regiones como Veracruz-Boca del Río, resulte aún más afectado y que se pierdan cientos de empleos.
Hace una semana, por ejemplo, en la Feria Internacional de Turismo de las Américas, Ángel Álvaro Peña, secretario del Gabinete Estatal, aseguró que la infraestructura turística operaba a un 100 por ciento en Veracruz y que los hoteles se encontraban en perfecto estado.
En resumen, el funcionario estatal apuntó que “Veracruz está de pie” y que la infraestructura turística no reportaba daños graves. Asimismo, recordó el primer lugar nacional de Veracruz en ecoturismo y turismo arqueológico, así como los altos niveles de actividad que presenta el turismo de playa.
Son, finalmente, declaraciones alegres, optimistas, de un funcionario al que uno no imagina con un discurso diferente, puesto que obedece a la necesidad de atraer recursos que faciliten la recuperación. Es válido, pero no cierto: el discurso oficial no tiene nada que ver con la problemática real de un sector que está aturdido por el duro golpe que representaron Karl y Matthew.
Apenas ayer, El Universal publica un diagnóstico severo, pero no apartado de la realidad, sobre la deprimida actividad turística de Veracruz. Edgar Ávila, reportero de dicho medio, apunta que Karl dejó al turismo de la zona costera central de Veracruz en “estado de coma” y señala que cientos de restaurantes siguen sin poder abrir sus puertas. El panorama que plasma en su trabajo resulta desolador, sobre todo en La Antigua, Chachalacas y prácticamente toda la zona costera, donde 90 por ciento de la población vive del turismo.
Por otro lado, los esfuerzos por promover a Veracruz como destino turístico resultarán infructuosos, hasta que la recuperación sea efectiva en la vivienda, la red carretera y la infraestructura de servicios. Hoy, sin embargo, no es así: se estima que unos diez mil damnificados permanecen en albergues y 20 mil más se encuentran en condición de arrimo con familiares.
Y aunque de acuerdo con el reporte de Conagua, el nivel de los ríos sigue bajando debido a la disminución de las lluvias y al desfogue de las presas, aún hay zonas inundadas y la red carretera sigue afectada.
Ni qué decir de las graves afectaciones en cuanto a los medios de producción: cientos, tal vez miles de pequeñas empresas tuvieron que cerrar sus puertas y la Sagarpa reporta pérdida total en los cultivos de las regiones afectadas. Se trata de 148 mil hectáreas siniestradas en 104 municipios veracruzanos. La actividad económica primaria está destrozada.
Así, aunque los hoteles de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río se encuentren intactos, aunque las casas de hospedaje no presenten daños, se antoja difícil que gente de otros estados se vea atraída por nuestra entidad.
El turismo, a fin de cuentas, no sólo tiene que ver con hoteles y restaurantes, sino con servicios e infraestructura y, al menos en estos momentos, la de Veracruz está siniestrada. ¿Cómo invitar al turista a visitar Veracruz, cuando hasta hace unos días, la red carretera se encontraba colapsada y las vías de comunicación que ya fueron abiertas están francamente intransitables?; ¿cómo invitar al visitante a nuestro estado, cuando las playas aún muestran el rastro del desastre y en muchas zonas habitacionales, la gente sigue con el lodo hasta la cintura?
No. La recuperación será lenta y por ahora, las declaraciones alegres sirven de muy poco.

luisromero85@hotmail.com

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