jueves, 25 de noviembre de 2010

Fidel y el Pie de Japonesa

Salvador Muñoz
Los Políticos

Mi madre y mi hija calzan del número 2. Por lo regular, encontrar zapatos para una señora de 80 años con la mayoría de males sobre sus pies, empezando por el paso del tiempo, así como para una joven de 19 años que quisiera un calzado juvenil, sencillamente resulta difícil… encontrar zapatos de su número es acudir al calzado infantil.
Incluso, alguna vez quizás bromeamos de lo que en Japón, el tamaño de su pie qué tanto significaría… ¡belleza!
No soy japonés y lo único que tengo de nipón creo que es un televisor, pero para mí, la belleza de una mujer empieza en su pie.
Sí, acepto, puedo ver su rostro, sus bubis, sus nalgas o curvas, pero si mi vista cae en su desnudo pie y no es de mi agrado, la dama pierde su encanto.
¿Fetichista? Puede ser.
Pero, volviendo al pie de Japonesa, descarté la idea al descubrir lo que las mujeres hacían a sus hijas para mantener ese concepto de “belleza”.

II
Es igual a lo que hizo tío Fide a la mayoría de sus funcionarios… ¡Les aplicó el Pie de Japonesa!
Es decir: Este gobierno que vive su último fin de semana, tuvo como característica, lo hemos comentado ya en otras ocasiones, la excesiva promoción de la imagen del mandatario estatal.
Vaya, no sé si la intención era hacer una especie de “coco-wash” en el pueblo, para iniciar una especie de adoctrinamiento, adoración y veneración de su figura o parte de una personalidad ególatra, egocentrista y egoísta… o sendas posiciones.
Y referimos al pie de Japonesa, porque a la mayoría de sus funcionarios sencillamente los mantuvo con un bajo perfil… tan bajo que el prefijo “sub” queda muy alto.
Sin contar a Javier Duarte de Ochoa, a quien permitió crecer a su debido tiempo, bajo un esquema de proyecto de gobierno continuista, ¿qué otro funcionario tuvo resplandor?
Sí, puede que Salvador Manzur Díaz, hoy alcalde electo de Boca del Río, pero igual bajo un bosquejo táctico, que era ganar una de las joyas de la corona panista como significaba tal municipio.
Sí, se puede decir que Carolina Gudiño, política hechiza que, en una de ésas, tuvo mayor promoción que el mismo Javier Duarte ¡vaya usted a saber por qué!
Podríamos incluir a Reynaldo Escobar, pero a él le aplicó la del Chorrito: “Lo hacía grandote, lo hacía chiquito”, las veces que el aún gobernador quería.
De ahí en fuera, la mayoría de los funcionarios, ante la perspectiva social, con una imagen gris, opaca, sin gracia… víctimas del pie de Japonesa.

III
No recuerdo si fue en Historia de una Geisha, lo leí en otro lado o dijera Jorge Luis Borges, no sé si lo soñé o me lo contaron, pero el mantener el pie de una japonesa pequeño era una costumbre que iniciaba desde que las niñas tenían cuatro o seis años.
La madre ponía los pies de las pequeñas en agua con algunas hierbas, para aplicar una limpieza total en la piel y así, a la vez, suavizar las uñas, que eran recortadas al extremo.
Un masaje sobre los dedos concluía en la fractura de todos, menos del dedo gordo.
Entonces el pie era vendado con seda o algodón.
Quitar la venda y volverla a poner era de cada dos días en un lapso de dos años. Así, el pie alcanzaba a medir sólo diez centímetros.
¿Recuerda los pasos cortos de una japonesa? No era un estilo, era una tortura caminar en esas condiciones pues el pie, que mantenía los vendajes durante diez o doce años, sencillamente acababa deforme.

IV
Y así hizo Fidel Herrera con la mayoría de sus funcionarios… simplemente no los dejó crecer. Algunos ya venían deformes, de ésos no podemos culparlo. Por eso, una vez que pase este último fin de semana para ellos, quizás pasen al olvido colectivo, o si tienen suerte al Gabinete de Duarte.
Mientras, se quiera o no, Fidel Herrera logró su propósito. Es una figura pública a nivel nacional. Sea bien visto o no, pero lo reconocen.
Claro, a costa de sacrificar los pies de la mayoría de sus subalternos.

V
Claro, se me olvidaba decir e insistir:
El pie de Japonesa, tradición prohibida a partir de 1911, no era por cuestiones estéticas como se pensó durante mucho tiempo.
Vendar los pies y deformarlos, tenía un objetivo: Dificultar el caminar.
¿Y para qué un japonés o Fidel Herrera querría que sus mujeres o funcionarios tuvieran problemas al caminar?
Muy sencillo: el nipón, para tener el control de la mujer. Y Fidel, para tener el control total del gobierno… ¡La plenitud del pinche poder!
Este será el último fin de semana de Fidel Herrera como gobernador y habrá acabado, para la mayoría de sus funcionarios, la tortura del pie de Japonesa aunque, meditándolo bien… ¿se ha puesto a pensar de qué número calza Javier?

e-mail: dor00@hotmail.com
twitter: @cainito

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay un error de base en tu post. Jamás se vendaron o se recurrió a cualquier otro sistema para empequeñecer los pies de las mujeres japonesas, ni siquiera de las geishas. Son emblemáticas las sandalias/ojotas japonesas, ¿cómo se podría usarlas si los dedos están vueltos hacia la planta del pie como quedan después del vendado? Ese método barbárico era para evitar que las mujeres se escaparan de sus maridos y que trabajaran ya que les impedía caminar, se realizó en China hasta bien entrado el siglo XX, aunque se prohibió en 1911. Se los llamaba lotos dorados a aquellos pies que llegaba a medir 7 cm y una chica de 16 años, edad casadera, difícilmente podía casarse si no le habían quebrado y vendado los pies entre los 4 y 8 años.

Salvador dijo...

Gracias por la atención... lo tomo en cuenta.