viernes, 26 de noviembre de 2010

Las culpas del ausente

Luis Alberto Romero

En una reunión de políticos veracruzanos, la discusión versaba sobre la astucia y la habilidad de los presentes para deslindarse de alguna responsabilidad o tarea. Uno de ellos lanzó a bocajarro una frase que, sin duda, define a la perfección su escasa calidad humana; dijo algo así como “cuando algo sale mal, échale la culpa a quien no esté presente… no podrá defenderse.”
No vale la pena recordar nombres; ello tampoco viene al caso. Sin embargo, hoy la frase que desborda cinismo, vino a la memoria con la declaración reciente del secretario de turismo, Ángel Álvaro Peña, quien reparte culpas por la ineficiencia con que se manejó el área. Dijo que la Secretaría de Finanzas, cuyo hoy ex titular fue convertido en el villano favorito de alcaldes y funcionarios de gobierno del estado, dejó de liberar más de 27 millones pesos, recursos del fideicomiso de administración de impuesto al hospedaje, contribución que fue creada, en teoría, para fortalecer al sector, mediante la promoción de Veracruz en el plano nacional e internacional.
Sin embargo, la realidad desmiente al discurso, porque en primer lugar, no se realiza tal promoción y por otra parte, el pequeño, muy pequeño esfuerzo gubernamental se centra en la zona de Veracruz-Boca de Río y, por tanto, no beneficia a otras regiones que también cuentan con potencial y vocación turística.
El titular de la dependencia señaló que con los recursos pendientes se cubrirá un adeudo que enfrenta la dependencia por más de 27 millones de pesos… Sin embargo, ese dinero no llega y, acusó, el secretario de finanzas, ni siquiera le toma las llamadas telefónicas.
Ángel Álvaro Peña es el cuarto secretario de turismo que tiene Veracruz en la administración de Fidel Herrera y, tomando en cuenta resultados, de los cuatro no se hace uno. Gustavo Sousa Escamilla, Iván Hillman Chapoy, Jerónimo Folgeras y el propio secretario actual, han pasado por el cargo con más pena que gloria, en perjuicio de un sector turístico que se encuentra en el abandono.
Desafortunadamente, la actividad turística en Veracruz no ha desarrollado todo su potencial, porque no existe continuidad en los programas, y ni siquiera en los responsables que ejercen el cargo, en promedio, durante un año y medio. Por eso, Veracruz se rezaga en material turística, actividad que representa al país, ingresos por más de 13 mil millones de dólares al año.
Lo malo es que mientras no se desarrolle la infraestructura turística y de servicios, mientras los programas de promoción se centren en la colocación de algunos espectaculares y páginas en revistas especializadas, de esos millonarios recursos que genera el sector en el ámbito nacional, sólo veremos algunos pesos.
Lo peor es que los muy limitados esfuerzos que realiza la Secretaría de Turismo se enfocan normalmente a la promoción del puerto de Veracruz y se dejan a un lado las posibilidades que brindan otras regiones, como la Huasteca, el Totonacapan, las altas montañas, la Región Olmeca y los Tuxtlas. Se olvidan, también, de las bondades de turismo de historia, aventura y cultura, para centrarse únicamente en el turismo de playa. El resultado: sólo llega el turismo de jícama y horchata, el poblano o el defeño que quieren conocer el mar y que vienen con casa de campaña y anafre, pero no el visitante que trae y gasta dólares, porque esos prefieren otros destinos, como Cancún, la Riviera Maya, Los Cabos, Huatulco, Manzanillo y Acapulco en playas o Chichen Itza, Uxmal y Tulum en materia de turismo de historia.
Esa es la diferencia: allá se realizan inversiones y hay una promoción seria, así como programas a largo plazo; aquí se trabaja sobre las rodillas y la especialidad es repartir culpas y endosar la responsabilidad a quien de antemano saben que no dará respuesta.

luisromero85@hotmail.com

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