martes, 23 de noviembre de 2010

Recursos municipales

Luis Alberto Romero

A poco más de un mes de que terminen sus funciones los actuales alcaldes veracruzanos, la mayoría de los ayuntamientos está literalmente en la ruina: endeudados, con una pésima imagen y sin un trabajo que los avale en materia de obra pública.
A pesar de los anunciados depósitos a los municipios por parte de Gobierno estatal, hasta ayer, algunos alcaldes seguían tronándose los dedos, porque el dinero que les enviaron no era suficiente para cubrir los adeudos. Afortunadamente, con ese dinero pueden tener un cierre de año sin sobresaltos ni conflictos con los empleados, porque salarios y aguinaldo están prácticamente asegurados.
A pesar de que, en efecto, mil 320 millones de pesos fueron depositados a los municipios veracruzanos, varios siguen sin servicios básicos porque los adeudos que mantienen las administraciones con proveedores asfixian sus finanzas; es el caso de Tihuatlán, por ejemplo, donde ante la amenaza de corte de suministro de energía eléctrica, el alcalde tuvo que ordenar que el alumbrado público funcionara con diablitos.
Se estima que la deuda de los ayuntamientos de Veracruz llega a ocho mil millones de pesos, de tal manera que el depósito ni siquiera cubre 20 por ciento de la deuda de los gobiernos municipales.
De hecho, conozco alcaldes que desde hace dos o tres meses optaron por dejar de acudir a Palacio municipal, simplemente porque ya no soportan la presión de sus acreedores.
Con el depósito del Gobierno del Estado queda saldado el atraso en las participaciones. Es claro que muchos ayuntamientos adquirieron compromisos de pago que no podían cubrir, aunque las participaciones fueran puntuales.
Si después del depósito que realizó la Secretaría de Finanzas a los ayuntamientos siguen las quejas y los incumplimientos de pago por parte de las administraciones municipales, el problema no es el atraso en los recursos sino los malos manejos y los abusos de varios alcaldes.
Y es que, desgraciadamente, lo común en los ayuntamientos es la irresponsabilidad en el manejo de los recursos; muchos alcaldes llegan a saquear las arcas y sólo buscan enriquecerse con el diezmo y con el erario público. En las nóminas municipales, por ejemplo, entra todo tipo de fauna humana, desde personas que cobran sin trabajar hasta vivales que están ahí por compromisos políticos que adquiere el alcalde en turno. Lo peor es que todas esas tropelías nunca son castigadas por la justicia.
La buena noticia es que 2011, los ayuntamientos veracruzanos registrarán un notable incremento en el presupuesto, al pasar de poco más de ocho mil 500 millones de pesos que ejercieron en 2010, a 14 mil 166 millones el año entrante. No tendrían pretexto los próximos alcaldes para realizar un trabajo eficiente. Sin embargo, muchos de ellos no lo ven así si no como la oportunidad de sacar al presupuesto un mayor provecho personal.
Llama la atención que el discurso frecuente para justificar la falta de obra en los municipios tuvo que ver con el hecho de que los recursos no llegaban; efectivamente, 2010 fue un año raro para los ayuntamientos en términos presupuestales; lo bueno de todo es que sin recursos los alcaldes no tuvieron más remedio que medirse y operar sólo con una nómina base; lo bueno, también, es que si bien no hubo obra pública, tampoco hubo abusos ni le hincaron el diente al presupuesto. Sin dinero, este año se evitaron muchas estupideces de los alcaldes.

luisromero85@hotmail.com

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