martes, 7 de diciembre de 2010

Rumpelstiltskin

Salvador Muñoz
Los Políticos

¿Cómo llamarlo?
En muchas culturas se habla del poder del nombre. Quien tiene el nombre secreto tiene el poder.
Algunos recuerdan al rabino de Praga, quien al no saber pronunciar el nombre exacto hizo un Golem… su Golem.
Javier Duarte de Ochoa no está exento de sufrir la maldición, el estigma, la mala suerte de vivir en carne propia el sino del rabino de Praga.
No porque se equivoque. Es posible que sus intenciones sean buenas, como las del Rabino de Praga, pero a veces, una mala entonación, una mala interpretación, conlleva a que las cosas simplemente no salgan como uno espera y se refleja en su gente más cercana.

II
Siempre fue un muchacho loco…
Imagínense, pasar a Xalapa, echar novio. Pasar a Puebla y echar novio. Regresar y pasar a Xalapa a echar novio. Sí que era un muchacho loco... y regresar al puerto.
Por eso, ordenar que nadie, absolutamente nadie entre por la cochera a excepción de su santo patrono, se entiende. Es un muchacho loco.
Aunque eso sí, mueve a la paradoja: el único que puede entrar por la puerta de atrás, como “Chacha”, es el gobernador. Los funcionarios, secretarios, subsecretarios, directores y demás fauna de la nueva burocracia, entran por la puerta que da a la plaza Lerdo. Por la puerta de enfrente.
Los ciudadanos, la gente común, entran por la puerta del parque Juárez. Por la puerta del lado.
Vaya, es segregación, elitismo, aunque no se sabe contra quién.
Si para los funcionarios o para el ciudadano… o contra el gobernador.
Claro, va una semana en el poder. Una cosa es ser empresario y la otra, funcionario.
Como empresario, manda, ordena, hace y deshace… como servidor público, está para servir.
Por supuesto, insistimos, es una semana la que lleva.
A veces, el sentir el poder, marea.
No es lo mismo tener tu empresa que tener el poder… a menos que seas Slim.
El poder público es especial. Lo mismo te puede marear que ubicar.
Lo malo, es que en esa posición, el mal uso del poder implica repercusiones.
Se debiera saber que un error, por mínimo que sea, habrá de rebotar en una sola persona: en aquella que le confirió confianza: en el Gobernador Javier Duarte.

III
Abracadabra, Sin salam dim, Ocus Pocus, son palabras que abrían puertas. Sin embargo, estas palabras no sirven ante el poder de un secretario que trata a la gente peor que al cliente, peor que a empleado.
Hoy, no hay palabra mágica que sirva, ya no para intentar acercarse al gobernador, sino sencillamente estar bien en el mismo trabajo en Palacio de Gobierno porque hay neo funcionarios, hijos de papi, que igual piensan que tratar mal al empleado, al mismo funcionario, que al ciudadano es lo mismo, si se está bien con el gobernador.

IV
Al final, Harry Grappa y Juan Manuel del Castillo habrán de entender una sola palabra… esa palabra con la que se habrán de identificar y no será precisamente el de aquél que cantaba en una hoguera de fuego:
“Hoy tomo vino, y mañana cerveza,
después al niño sin falta traerán.
Nunca, se rompan o no la cabeza,
el nombre Rumpelstiltskin adivinarán”.
Porque a pesar de que parezcan enanos, su nombre no será “Rumpelstiltskin”, aunque a la puerta de Javier Duarte sean la promesa de la felicidad.
Yo los llamaría de otra forma… pero apenas es una semana en el poder… dejémosle que aprendan que el poder es servir. Total, dicen que el que estudia para pendejo ¡jamás reprueba!

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