Salvador Muñoz
Los Políticos
Al correo me llega una carta de supuestos buzos deportivos, lancheros turísticos, hoteleros, agentes de viajes, veleristas, taxistas, vendedores de artesanías y estudiantes náuticos de la zona conurbada de Veracruz-Boca del Río dirigida a Carolina Gudiño Corro, que en resumen, le sugieren que pida a la API y al alcalde Salvador Manzur, el cañonero Guanajuato para que sea reubicado junto al Club de Yates.
Las razones igual, resumidas, son:
1) porque el administrador del Guanajuato asegura que es inoperante sostenerlo como un atractivo turístico en Boca del Río.
2) porque el tocayo Manzur, aseguran, no contempla programa sustentable para atraer el turismo a través del Guanajuato... y
3) El patronato del cañonero, encabezado por Gustavo Filobello y el funcionario municipal Oliver Olea, tampoco saben qué hacer con él.
Según los firmantes, para operar el inmueble flotante, no requiere muchos empleados sino los necesarios y que tengan todo el apoyo de las autoridades locales, “no como en Boca de Río, donde una vez que logró el ex alcalde Francisco Gutiérrez de Velasco, sacarlo de la bahía, se olvidó de él; rescatándolo el Chiquiyunes, con visitas guiadas de estudiantes, conciertos en Plaza Banderas, exposiciones y simulacros de guerra donde participaban alumnos de pre-escolar, primaria y secundaria”.
Por supuesto, tanto la petición como las razones que dan los supuestos firmantes, son respetables aunque...
La mención del cañonero Guanajuato hace poco salió a comentario en una plática que tuve con un fotógrafo, Ernesto Viveros Lazcano, quien me platicaba de otro cañonero: El Mighty T, que en buen castellano no es otra cosa que “El Poderoso T(exas)”.
El Mighty T, me decía Ernesto, va a cumplir cien años de vida en el 2014 y para ello, no sólo las autoridades del estado de Texas se preparan, sino la sociedad en su conjunto.
No es para menos, el Mighty es un ícono, un héroe, una identidad y el sentimiento de un estado que integra y expide orgullo.
No en balde, todo el fenómeno social que causó el Mighty T cuando los texanos se enteraron de que iba a ser desbaratado en 1948. Texas (hablando de gobierno y sociedad) se propuso conservarlo. Sólo que para ello, requería de 250 mil dólares, entonces organizaron colectas: niños en escuelas aportaron 10 centavos por cráneo y sus padres un dólar, por citar el ejemplo más plausible. Al arribar la nave a San Jacinto, fue recibida con honores por miles de texanos. De ese entonces a la fecha, la sociedad civil recauda millones de dólares para su mantenimiento. En este momento, junto con el gobierno de Texas, han recaudado alrededor de 30 millones de dólares actuales, para poner la nave en dique seco y ya preparan, al estilo texano, el centenario de su botadura en 1912.
Pero... ¿por qué tanto amor a un buque? ¡Ah! Muy sencillo. Dos años después de tocar aguas, el Mighty T participó en el ataque al puerto jarocho de 1914. En 1944, apoyó el desembarco anfibio en Normandía fletándose a duelo con cañoneros alemanes y dicen los sobrevivientes que sus marinos alcanzaron a ver a los compatriotas izar la bandera en Iwo Jima.
En 1948, “el Poderoso Texas” se jubiló... pero está vivo en el corazón de los norteamericanos que lo ven como un héroe y lo mejor, tanto sociedad como gobierno participan en que su emblema se mantenga firme, orgulloso y majestuoso en la identidad texana.
A raíz de esos comentarios, Ernesto Viveros hace un comparativo de los dos buques en la edición más reciente del “Bemba News”.
Uno se pone a reflexionar qué tanto están los boqueños involucrados con el Guanajuato, si conocerán su historia, si lo sienten suyo... si es parte de su identidad.
En Xalapa nos “ensartaron” una “Araucaria” (obra del paisano de doña Rosa, Sebastián) sin consultarnos, cuando tenemos en el Macuiltépec (pulmón de la ciudad) un ícono... cuando tenemos la leyenda del Juanote... cuando tenemos el monumento a la madre en Avila Camacho o el barrio de Xallitic...
No sé cuál fue el propósito de llevar el Guanajuato a Boca del Río pero es evidente que no hay conexión con la sociedad.
A ciencia cierta no sé que vaya a ocurrir con este cañonero... si se quede en Boca, si haga algo por él el tocayo Manzur o Carolina... o pase a mejor vida en algunos años porque sencillamente nunca dejó de ser un elefante blanco o para estar más ad hoc: una ballena blanca.
Y la carta dirigida a Carolina Viveros con relación a pedir a la API y al tocayo Manzur la nave Guanajuato, evidencia qué tan lejos estamos de cortarnos ese cordón umbilical que nos une a cada gobierno.
Por supuesto, es más fácil pedir que hacer; es más fácil proponer que hacer. Y hablo por todos, incluido quien escribe.
Mientras, esta “ballena blanca”, Moby Dick moderno, habrá de ser obsesión de muchos pero no para cazar al leviatán del capitán Ahab, sino para arponear al tocayo Manzur... así lo hubiera narrado Hermann Melville de vivir en nuestros días.
Al menos, por un momento, el Guanajuato renace para convertirse en un cañonero político... y para el Mighty T, honores y gloria.
¡Qué gran diferencia!
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