lunes, 25 de abril de 2011

Nini, la leyenda urbana

Salvador Muñoz
Los Políticos

La pregunta era parte de un ritual social que permitía al individuo hacer un panorama más amplio sobre su interlocutor: ¿estudias o trabajas?
Hace como dos años surgió un “fenómeno” que llamó la atención de sociólogos y economistas, así como de estadistas que encontraron una justificación al crecimiento de jóvenes dentro de las filas del narco: Los nini.
Planteaban a jóvenes sin opción de estudio porque en las escuelas públicas no les daban acceso por saturarse y, además, no contaban sus padres con recursos para enviarlos a instituciones privadas. Por otro lado, la opción de empleo se cerraba porque “no contaban” con experiencia o las vacantes eran ocupadas por gente que “sí tenía estudios”.
Entonces Ni estudiaban Ni trabajaban, según la leyenda urbana
Realmente nunca he conocido a un Nini. Conozco a jóvenes que si bien no estudian, trabajan en una dinámica intermitente ante un empleador que, además de explotarlo, le paga mal. Entonces, siempre está buscando mejores oportunidades o mejor paga.
Y si bien, hace dos años, más o menos, se hizo el gran descubrimiento de los famosos “Nini”, los estudiosos poco han hecho referencia a un fenómeno que tiene vigencia desde algunos años y pareciera que a nadie importa: los Nini que trabajan.
Le cuento:
Recuerdo a los jóvenes de hace 20 ó 25 años que tenían una cosa en mente: salirse de la casa, que no era otra cosa que romper con el yugo paternal y buscar independencia, tanto económica como familiar.
Para ello, desde temprana edad, era prescindible aprender un oficio que permitiera ganarse unos centavos, suficientes para compartir renta y alquilar un cuartito que sería el refugio ideal para un ideal.
Algo pasó en los 90. Los jóvenes terminaban su carrera, conseguían un trabajo con regular paga pero seguían viviendo en su casa. Así, desde los 23 años hasta los 30 o más, permanecían en el seno familiar.
Los fines de semana, y más en quincena, eran ocupados para ir al antro, “reventarse” y aplicar la de Ricky Martin: “Living la vida loca”... pero ni un centavo aportan a su casa, ya sea para el recibo de luz, agua, cable, teléfono, mucho menos alimentación. ¡Y lo mejor! Tenían a una mamá que les preparaba los sagrados alimentos, les lavaba la ropa, si se enfermaban los atendía, lo que permitía que su salario devengado alcanzara a la perfección para seguir dándose vida de “Nini que trabaja”, es decir: Ni dan dinero Ni se van de la casa.
A la fecha, muchos de estos jóvenes siguen ahí, refugiados en su hogar, en su cuarto, sí, trabajando, con empleo, pero sin aportar un centavo al hogar, a la madre, al padre... es más, si pueden, hasta la herencia le piden “por adela” a sus progenitores.
Yo conozco a “ninis” que trabajan, pero hasta el momento no he conocido a un “nini” de los que tanto partolearon nuestros políticos. También conozco a jóvenes que no estudian, pero que sí trabajan. A jóvenes que trabajan pero que no estudian y a chavos que tanto trabajan como a la vez estudian.
¿Que los Nini están en el Crimen Organizado? Pues no son tan Nini porque, de un modo u otro, desempeñan para su empleador una labor que no encontraron del lado del gobierno.
Para mí, un Nini no es más que una leyenda urbana. Y ojo, asómese al cuarto que alguna vez ocupó su retoño. Si se asoma bien, es seguro que haya criado a un monstruo y no se haya dado cuenta.

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