viernes, 13 de mayo de 2011

1 + 1 = 3

Miguel Ángel Gómez Polanco
Vía Crítica

¿Usted sabe la diferencia entre hay, ahí y ay? Seguramente sí. Se nota que se trata de una persona culta, preparada.
Sin embargo, la dificultad que representa el aprendizaje y subsecuente aplicación de las reglas más básicas de redacción, por ejemplo, no son en la actualidad garantía de comprensión, algo que, ineludiblemente, hace más visible el problema de educación en nuestro país, entre otros factores.
Hace poco tiempo charlaba con un ser muy querido sobre la diferencia entre sentido común y educación. Ella me decía que la educación es un elemento que “se mama” y es clave en el desarrollo de un sentido común práctico y acorde a las circunstancias de vida. Yo, por el contrario, insistía en que el sentido común es una característica que cualquier ser humano, con la inteligencia innata que posee, debe considerar como punto de partida para, en caso de no tener acceso a una educación decente, buscarla y entonces sí, adaptarla a las circunstancias del individuo.
No obstante, más allá de confiar en la percepción del ser humano, lo prudente –y realista– sería analizar la situación por la que atraviesa el tema de la educación en nuestro país que, hoy en día, es uno de los que mayor presupuesto destina al rubro, pero con serias confusiones en la distribución de los recursos, probablemente debido a un sentido común con intereses distintos a los que los mexicanos requerimos.
Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), los recursos destinados a la educación en México representan el 5.7 por ciento de los ingresos nacionales. Lo lamentable es que solo el 10 por ciento de eso se invierte por alumno; el resto se aplica en sueldos para profesores.
Cabe recordar que, además, nuestro país cuenta con el sindicato más poderoso de América Latina, conformado precisamente por la fuerza docente de la nación: el SNTE, liderado por Elba Esther Gordillo, la “maistra del HLNL”.
Sí, al conocer estas cifras, yo puse la misma cara que usted ha puesto, pero como la suspicacia y el “sospechosismo” están de más en esta columna, quisiera mejor sugerir una propositiva reflexión –a quien corresponda– sobre los alcances que se obtendrían si se tomara más en cuenta al alumno potencial y al que ya cuenta con oportunidades de estudio, a través de las mejoras en su panorama educativo.
Porque recordemos que educación más sentido común es igual a gobierno, ciudadanía y derecho, aunque para la situación actual, esta sencilla sumatoria objete las aparentes intenciones de algunos, en algo así como retar a las matemáticas y asegurar que 1+1 debe ser igual a 3. ¿Es posible?

PD ¡Feliz Día del Maestro!

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