domingo, 1 de mayo de 2011

Crónica de un desfile

Salvador Muñoz
Los Políticos

El sol caía a plomo... aunque algunos en el presidium del Gobernador hubieran preferido que cayera “a pomo”... Eduardo Andrade y Reynaldo Escobar estaban ahí acompañando al Gobernador, junto con Gerardo Buganza, Erick Lagos, Memo Herrera, Jorge Uscanga, Adolfo Mota, Américo Zúñiga, Carlitos Aceves, la alcaldesa Elizabeth Morales, Corintia Cruz Aragón, Rafael Grajales Sansores, Noemí Guzmán, y como sacados de ultratumba, Oscar Cruz Alexander y Juan Montané. Sí, en el desfile del día del Trabajo.
Se vio a un gobernador coleccionista de gorras, de oficios y documentos así como de botellitas de agua y una soda, pero también a un gobernador dadivoso: Sonrisas, saludos de mano, promesas pactadas con el puño en el corazón y con el índice firmando un compromiso que sólo él y quien desfilaba, entendían.
Complaciente, cada gorra que le daban, se la ponía para sacar una sonrisa al que daba el presente, aunque la gorra que prevaleció en su cabeza fue la que le pasó su “compayito”, Marco Antonio Aguilar Yunes, quien estuvo gran rato platicando con Américo Zúñiga, como si le tratara de “robar golpes” en el oficio de ser secretario de Trabajo.
Sindicatos iban y venían entre una crónica amena por los dos maestros de ceremonias. Un desfile diferente donde las mantas, pancartas y manifestaciones ideológicas se hicieron presentes: Rezonificación, basificación, áreas verdes, espacios para trabajar, escuelas para estudiar y un “No” rotundo a Laguna Verde, entre varias, estuvieron en el desfile y sí, no pasó nada.
Exacto: Si la gente expresa su inconformidad no pasa nada.
Aunque eso sí, se vio la mano de Gerardo Buganza en la logística del desfile. Se podían manifestar pero sin pararse, es decir, marchaban. Capaz que si se paraban entraban los antimotines o podría haber denuncia de por medio por obstruir el desfile.
Una banda musical al ritmo de “La vida es un carnaval” obligó al sonido ambiente a callar. Trompetas, trombones, tambores despabilaron al respetable público estoico que, frente al presidium del gobernador, soportaba el inmenso calor. ¡Eran los del PRI!
Héctor Yunes Landa, sonrisa de oreja a oreja, encabezaba a su contingente. Bravos y porras se escucharon para el PRI por parte de algún grupo colocado estratégicamente, aunque el gobernador no se pudo quejar: También le echaron vivas.
Alejandro Montano fue otro contingente alegre, la CNOP también se hizo presente con gritos y algarabía.
Y cuando pasó el Fesapauv, con el Papo Levet encabezando a lo que parecía una interminable hilera de hormigas, también hizo interminable mi suplicio ante el sol pues no le veía fin a su desfile... ¡exacto! hubo un momento en que parecía más desfile del Fesapauv que del Día del Trabajo.
Pero el destino me tenía reservada una broma más cruel que la del Papo Levet... ¡El SNTE!
De repente, cuando apareció el Sindicato de Maestros, los dos cronistas que habían hecho ameno el desfile, callaron para que entraran dos patiños, no sé si de Gaudencio Hernández Burgos o Juan Callejas Arroyo y volvieron sus comentarios una serie de zalamerías al gobernador, a sus líderes y al grupo que controla a la Sección 32: el Equipo Político.
Sí, hubiera preferido echarme dos y tres veces al contingente del Papo que escuchar ese discurso viejo, arrastrado y servil de la Sección 32.
La mirada de Javier Duarte, en un momento, se puso seria. Volteó a un lado, a otro, tras parecer asegurarse de que nadie lo veía, tomó una torta, un pambazo, a ciencia cierta no distinguí, y se llevó un buen bocado a la boca. Atrás, una dama ya compartía los envueltos y los refrescos se repartían.
Justo en el paso de los marchantes, una figura femenina se desplazó bajo el presidium, justo debajo de Elizabeth Morales. Era Shariffe Osman, su secre particular. Le hizo un comentario a la edil que se inclinó un poco para escucharla mejor, dijera el lobo feroz, y entonces, tras captar el mensaje, deslizó una tortita que la joven Shariffe engulló tranquilamente, eso sí, sin trago para bajar el bocado.
Mientras, a la altura de Clavijero, sindicalizados del Poder Judicial arremetían y arrempujaban con el propósito de colarse sin hacer cola en el desfile.
Y en las escalinatas de la Catedral, unas damas trataban de poner la manta de “No a Laguna Verde” pero al parecer, un hombre con pantalón de mezclilla y lentes las instó a desistir de su intento.
Mis brazos requemados por el sol y la ausencia de bloqueador, me impidieron seguir hasta el final el desfile... aunque a ciencia cierta, temía que llegara un nuevo contingente de la Sección 32 y volvieran a vociferar tanto servilismo los patiños que tomaban el micrófono para pedir “saludos (porras) al gobernador, amigo de los maestros” y recordarles a los profes que “el SNTE se preocupa por su beneficio, por sus interereses y por sus logros sindicales...”
Paradójico, entonces, quienes trabajan menos son los más que desfilaron en el Día del Trabajo...

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