lunes, 2 de mayo de 2011

Un milagro para México

Arturo Reyes González
Burladero

¿A qué fue el presidente Felipe Calderón al Vaticano este 1° de mayo, fecha tan importante para los mexicanos por lo que le significa y representa la palabra “trabajo”? La pregunta puede sonar tonta y obvia.
Si piensa que la respuesta es, pues al proceso de beatificación del hoy nuevo beato Juan Pablo II le pido considere la siguiente serie de opciones que podrían ayudarle a resolver la pregunta. Considérelas para ver cuál le parece la más adecuada.
El presidente de todos los mexicanos, Felipe Calderón Hinojosa, fue únicamente a ser parte de la beatificación del hoy santo Juan Pablo II. ¡Ah, bueno! Esa ya la habíamos considerado. Avancemos a la siguiente.
El presidente Calderón hizo su viaje a Roma porque no podía ni debía de ninguna manera desaprovechar tan oportuna, histórica y gloriosa oportunidad, no para acudir a la beatificación, sino para ausentarse del país en el contexto de una muy complicada situación laboral nacional.
Para aprovechar la cacería, esto es, mató dos pájaros de un tiro. Así, debe pensar que ganó simpatías entre los feligreses católicos que estuvieron al pendiente del desarrollo del evento y evitó ser objeto de gritos, pancartas, mentadas de madre, verbales o mentales, y consignas por las deplorables condiciones laborales que privan en el país.
Si cree que fue para que con su participación en la ceremonia se reafirmaran los lazos de amistad y el espíritu de cooperación institucional que caracterizan las relaciones entre México y la Santa Sede, puede estar en lo correcto.
Pero primero hay que revisar las recientes acusaciones que el PRD acaba de lanzar en contra de la Secretaría de Gobernación, que dirige Pancho Blake, de realizar distintas acciones en contra de la Iglesia en México, a la que la autoridad ha acusado de interferir en situaciones netamente electorales y con la que se ha enfrascado en un intercambio de dimes y diretes sin arreglo alguno, al menos hasta ahora.
Al respecto de la visita presidencial a la sede papal, mire lo que la oficina de prensa de la Presidencia informó: "Ambos (estados) mantienen objetivos en común en importantes ámbitos del quehacer internacional, como la cooperación para el desarrollo, la lucha contra la pena de muerte, la defensa de los derechos humanos, en especial de los migrantes, y la preservación del medio ambiente, entre otros temas".
Entonces, ¿esto quiere decir que, más bien, Jelipillo habrá ido al Vaticano a pedir perdón por todas las mentiras que a diario nos recita a millones de mexicanos, como en este caso la que refiere a la defensa de los derechos humanos, en especial de los migrantes?
¿A pedir de manera más cercana y directa ayuda celestial que le permita sobrellevar la culpa por los cientos, de decenas de miles de ciudadanos muertos producto de la batalla entre las bandas de narcotraficantes en México, una buena cantidad de ellos niños, jóvenes, reporteros que han sido víctimas sin tener vela en el entierro pero si acaban enterrados?
O lo que realmente sucedió, y no lo entendimos, es que fue a pedirle al nuevo beato, aprovechando que fue muy amigo, cuatacho, brother de México y los mexicanos, un milagro como, por ejemplo, que le diga, acá en corto, a san Judas Tadeo, que nos eche la mano con el trabajo en México.
Un milagro, para que su gabinete pueda hacer algo concreto y dar resultados, porque hasta hoy día no dan una.
Un milagro para el PAN, al que parece urgirle un candidato para, primero competir y después intentar ganar la Presidencia en el 2012. No puedo haber pedido, aunque ganas no le faltaron, que a Henrich Peña Nieto le vaya mal, porque se la hubieran rechazado de inmediato por pedir el mal para alguien.
O simple y sencillamente, como dicen en mi pueblo, fue a hacerse como tío Lolo por allá y de paso aprovechar el viaje para pasear e irse de shoping.

argo_reyes@hotmail.com

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