¡Quiero!

Salvador Muñoz
Los Políticos

¿No se ha despertado un día y dice “Quiero esto, aquello, lo otro...”?
A mí me pasa muy seguido.
Mi vida la he conformado en cosas tan simples como “Sí”, “No”, “Quiero” o “No quiero” lo que, por supuesto, me ocasiona muy seguido problemas.
Por ejemplo, mi jefe un día me pregunta si quiero ir a un evento en el puerto donde habrá de estar Duarte y le respondo que no... él me pregunta que por qué no y mi respuesta es tan sencilla como simple: “Porque no quiero”.
Sus ojos se abren y se siente incómodo. Entonces me doy cuenta que molesté pero realmente, se los juro, no quería ir a Veracruz, así que cuando incomodo, de inmediato tengo que buscar unas palabras que atemperen ese momento y me prodigo en excusas tontas que al final, acaban por incomodarme a mí.
Mi suegra o mi esposa me preguntan si quiero comer tal cosa y la respuesta es no, y ante su imperiosa necesidad de saber por qué no lo deseo, la respuesta es igual: “porque no quiero”.
Sí, creo que la gente me quiere más cuando quiero las cosas.
II
Leo a Elba Esther Gordillo y el deslinde que hace de Miguel Ángel Yunes Linares. Pide una auditoría al choleño por supuestos malos manejos en la administración del Issste. Son ocho mil millones de pesos los que se dicen, es el desfalco. Uno como ciudadano quisiera que se aplicara la Ley cuando se hacen los señalamientos. ¿Cuántos mexicanos no han clamado alguna vez en su vida “Justicia”? Miles, millones... pero, aunque uno quiera creerle a Elba Esther Gordillo, cómo hacerlo cuando la dama, en el momento de la entrevista, viene ataviada con un collar de perlas valuado en 400 dólares; un foulard de seda de 500 dólares aproximados; una bolsa de piel Hermés, de cinco mil 500 dólares; zapatos de plataforma Hermés, de mil 200 dólares, que en buen castellano y en conjunto, se habla de unos 112 mil pesos mexicanos en su atuendo... conste que ya no se evaluó el costo de sus cirugías estéticas... perdón, pero ¿cómo una maestra, de ésas que siempre demanda mejoras salariales, viste ofensivamente? Quiero saberlo pero la respuesta puede resultar más ofensiva que uno de mis “porque quiero” o “porque no quiero”.
III
Pero les decía... ayer me desperté con un “Quiero”... pero no fue un “Quieeerooo” mientras veo a mi mujer corriendo de un lado a otro viendo qué ropa se lleva y cuál no, sobreponerse una blusa y otra para que al final no se ponga ninguna de las dos... fue otro tipo de “Quiero”.
Colecciono CD’s de Karaokes y me gustan mucho las camisas de super héroes... pero algo que siempre he querido tener es una colección de lentes de sol.
No, los lentes de sol no fueron mis “Quiero” de la mañana de ayer, no.
Es que por más que me comprara unos lentes de sol no los puedo usar por una sencilla razón: Soy un cuatro-ojos, un ceguetas, un poca-luz, hasta me considero en cierto grado un “devil visual” (no veo, pero bien que toco).
Así es... sin lentes ¡ya me chingué!
IV
A veces quiero creer en mis autoridades... pero sus acciones difieren mucho de sus versiones. Muy aparte de lo que diga la Marina y de lo que diga la secretaría de Seguridad Pública, hay un solo hecho que es real: el crimen organizado. Tan organizado que pusieron en aprietos a la escolta del General López Esquer, esto, en palabras de las fuerzas armadas. Insisto. Quiero creer en mis autoridades pero también quiero que no me traten como niño o lo que es peor: como idiota. Veo en la esquina del parque de mi casa un árbol vencido por el (mal) tiempo, por su edad, me atrevo a pensar que por alguna enfermedad. Cayó justo en el paso de todos los transeúntes de mis mañanas, tardes y noches y me pregunto: ¿No hay gente que diagnostique árboles? parece absurda mi pregunta, verdad... pero cuando ya un árbol se llevó en su muerte a dos jóvenes la pregunta deja de ser absurda. ¿Falta de presupuesto? Pienso que es más falta de imaginación. La UV puede tener varias respuestas a las necesidades de un Ayuntamiento en materia de ecología ya si la Semarnat y demás autoridades que debieran hacerlo, no lo hacen... de verdad, a veces quiero creerles.
V
En fin... total que ayer me desperté, entre la ligera llovizna que había, di mi acostumbrada vuelta al parque y me dije: “Quiero operarme de la vista”.
Sí, en verdad quiero. Amo mis lentes, el armazón, no sé si me vea intelectual, pero por primera vez tengo el deseo de operarme de la vista... así que hice cuentas, calculé mis tiempos, puedo pedir mis vacaciones ¡y operarme!
Vaya, en una de ésas hasta rompo el mito de que los gatos y los perros abren los ojos a los quince días, pero los pendejos nunca... ¡quiero dar la sorpresa!

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