A tiempo

Salvador Muñoz
Los Políticos

Quien esté libre de pecado, ¡que arroje el primer abucheo!
Señoras, señores... la culpa no es del impuntual... es más, me atrevo a sentenciarlo: ¡Nunca será su culpa!
En realidad, somos egoístas. Jamás pensamos las razones o motivos que pueden estar detrás de un impuntual aunque ello dé lugar a que sea oportunidad de sacar a flote sus defectos.
¡Vamos! Todos hemos tenido contacto del primer, segundo y tercer tipo con un impuntual.
Diga si no, alguna vez, a bordo de un autobús, no deja de ver con cierto rencor al sujeto que sube corriendo con cinco minutos de retraso...
De seguro le ha tocado a ese compañero que llega tarde pero es el primero en dejar de laborar, cinco minutos antes de la salida, para relajarse por tanto trabajo.
Ya ven que dicen que igual de impuntual es el que llega tarde como el que llega más temprano a la cita. Pero de alguna manera tenían que defenderse los impuntuales.
Se dice que los ingleses gozan de puntualidad aunque creo que eso es más por el “rollo” del Big Ben.
Las damas tienen más fama de impuntualidad que los hombres.
Si uno pretende a la dama, es capaz de esperar horas, horas y horas en total paciencia a que llegue la “prospecta”. Si uno ya es novio y tiene la suerte de entrar a la casa, puede aprovechar para hacer una siesta en la sala o ver su programa favorito mientras espera. Mas si uno está casado le da tiempo para sacar la basura, darle la vuelta al perro, lavar los trastes, leer el capítulo del libro de su preferencia y todavía “echarse un coyote” mientras la mujer busca sus mejores atuendos... al final, sea como sea, la impuntualidad vale la pena.
También hay quienes refieren que el mexicano es impuntual por naturaleza... sí, por naturaleza: “Habló el patrón... dice que llega tarde a comer...” y responde la señora... “naturalmente, de seguro se fue de coscolino con sus amigotes”.
No, en serio... pareciera que entre los mexicanos hay la mala costumbre de ser impuntuales.
Recuerdan que al principio de mi comentario les decía y enfatizaba: Señores, la culpa no es del impuntual... ¡nunca será del impuntual!
¿Por qué?
Por una sencilla razón: Porque la culpa será de todo y de todos...
Los pretextos sobran a los impuntuales y el más bello es el de:
* Porque había mucho tráfico...
Después de ése, los que quiera como:
* Se me ponchó una llanta...
* Me entretuvo mi jefe...
* Tuve una discusión con un agente de Tránsito...
* Se me olvidó la cita...
* El río se estaba saliendo de la madre...
* Porque así me doy a desear...
* “Espera a que Tránsito Estatal se encargue del tráfico y llegaré temprano...”
* Porque se murió mi abuela... por “ene” ocasión...
* Estaba lloviendo...
* Me dolía la cabeza...
Etcétera, etcétera, etcétera...
Como sea, insisto, la culpa nunca será del impuntual.
En nuestros políticos, raro es el ejemplar que goza de la puntualidad. Algunos usan la impuntualidad como para darse su paquete, hacerse el importante, crear la incertidumbre, aparentar ser una persona muy ocupada. Hay otros que simplemente son impuntuales y ya.
Como sea, la impuntualidad, por donde quiera que se le vea, es siempre una falta de respeto para quien espera...
Incluso, hay quien dice que el impuntual es una forma de ladrón, porque de cierto modo, nos está robando el tiempo que bien pudiéramos aprovechar para otra cosa.
Leí por allí que la puntualidad es cortesía de reyes, deber de caballeros y de hombres de negocios... no sé usted, pero en verdad que hay un dejo de placer en llegar en punto a una cita pero al parecer son los más que no entienden lo sagrado que es el tiempo de los demás y jamás dejarán de ser impuntuales.
Soy de la idea de que la impuntualidad debe castigarse, al estilo pizzero: Llegas tarde, tú la pagas. Sin embargo, en Xalapa, se estila abuchear al impuntual... y ello no deja de ser el reclamo de quien simplemente se siente ofendido por otro que al parecer piensa que su tiempo es más valioso que el de todo mundo.
Espero que los abucheos no dejen de ser parte de un anecdotario y sirvan para que, la próxima vez, se llegue a tiempo.
Buen fin de semana.

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