viernes, 2 de septiembre de 2011

La mujer en la lucha


Liliana P.
Lucha rosa

(Xalapeñita avecindada en el DF, ingeniero civil metida a comunicadora, fotógrafa y aficionada de coraza a las llaves y contrallaves)


Se diga lo que se diga en cualquier parte, a las mujeres nos sigue costando trabajo insertarnos en la vida productiva con la misma rapidez con la que lo hace un caballero.
Regularmente, cuando acudimos a alguna entrevista donde se oferta un empleo en cuyo requisito el sexo se maneja como “indistinto” no solemos ser favorecidas, y en el mundo que rodea a la lucha libre la situación es muy similar.
Cuesta trabajo estar cerca de este mundo destinado, por tradición, al aficionado recio y en ocasiones catalogado como “naco”; coincido que la mayoría de los escenarios no están en las mejores condiciones para que una mujer se sienta cómoda en una arena, pero es sólo una particularidad cuando la pasión por esta actividad ya nos robó la voluntad.
Y no hablemos del trato del luchador a la reportera o a la fotógrafa, casi siempre cargado de un aire don juanesco y dominador de la situación, sin abandonar el personaje; tan lanzados en muchos casos que dan risa, por el hecho de creer que con una máscara, un musculito o una sonrisa te van a seducir.
Por supuesto de que soy una convencida de que el luchador guarda una mentalidad diferente, extrovertido por naturaleza y es dado al exhibicionismo, pero de eso a que algunos señores sean en realidad modernos Romeos, sí esta complicado.
Saco esto a colación por algunos comentarios que he recibido en el Twitter, sobre mi opinión del rol de la mujer en la lucha libre, no sobre el encordado, sino como aficionada, muchas veces aguerrida, otras tantas dramáticas, y las menos conscientes de que sólo es un deporte.
En Xalapa, me atrevería a decir, que la afición esta nivelada, hay muchas mujeres que acuden los días de función, a sacar la tensión, a disfrutar de una evolución, de un vuelo, de un castigo; en varios casos, la televisión, ha sido el gancho que atrae a las féminas a la arena, en otras circunstancias ha sido la familia o las amistades las que dieron el bautizo de iniciación en la lucha al llevarlas a alguna función.
Las mujeres tenemos una visión diferente, somos más analíticas, tal vez más emocionales que practicas, pero al fin y al cabo seguras de lo que nos gusta o no, por eso encontramos tanta afinidad con la lucha.
Es muy sencillo escoger un bando (tal vez hasta por el estilo de vida o la manera de ser personal) o un luchado favorito y apoyarlo sin parar, aunque también esté bajo el escrupuloso mirar de una sensibilidad diferente para este deporte.
Antes de despedirme quisiera responder atentamente a un elemento que hizo el favor de enviarme un mensaje por las redes sociales, en cuyo texto me reclamaba por señalar que Rey Pantera y Caballero Negro júnior son elementos que ya no están en su mejor momento, respeto los comentarios a mi trabajo, pero sí invito a ofrecer argumentos contundentes, más allá de las razones sin sentido que tiene el aficionado cuando se apasiona.
Para ambos luchadores, mis respectos como personas, pero reitero el comentario, la lucha les llega en un momento complicado para ambos, donde tendrán que dar el extra sobre todo en lo físico, porque vaya que si los dos padecen del mismo mal.

@lili_demon

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