viernes, 23 de diciembre de 2011

849/60420

Miguel Ángel Gómez Polanco
Vía Crítica

¿Cuánta gente en nuestro país le teme actualmente a nuestro estado? Comentarios como “ahorita, al último lugar que iría de vacaciones, es Veracruz” o al conocer un paisano en otro entidad, preguntarle con afable curiosidad “¿y no le da miedo seguir ahí?”, ya es común en nuestros días.
No obstante, el entorno mediático y las medidas implementadas para garantizar la seguridad, no sólo de Veracruz, sino del país entero, aunque en un principio pudieran ser incomprensibles o con dejos de imposición, bien valdría la pena analizarlas, sobre todo por las implicaciones electorales de las que se pudieran valer los protagonistas de la “madre de todas las batallas” a celebrarse el próximo año.
Por ejemplo, la mal llamada “sustitución” del mando policial en la conurbación Veracruz-Boca del Río y la toma de mando de la Marina Armada de México. ¿Sorpresa? Yo creo que no.
Para nadie es un secreto lo infestada de corrupción que se encontraba la “Inter”. Es más, podría decirse que una parte del “pacto” de cooperación entre gobierno estatal y federal, en el caso de Veracruz, incluía aplicar la de “cenicienta” a esta institución, alejándola poco a poco. Era algo planeado y tan efectivo, que hasta podría servir como prueba en los procesos que enfrentaría un famoso “tío”.
Así pues, se puede visualizar que si continúa esta conveniente demagogia que ya hasta logró poner en la mira al dinosaurio priista oriundo de Nopaltepec, y que junto al exlíder nacional del PRI, el coahuilense Humberto Moreira, pronto serían expuestos en una suerte de contracampaña que bien podría llamarse “lo que no queremos que pase”, y que ni Enrique Peña Nieto sería capaz de frenar.
¿Por qué? Ahí le va: tomemos en cuenta dos ejes fundamentales en la carrera por la presidencia y que tomarán fuerza con el pasar de los días: inseguridad y pobreza.
Recientemente, la Coneval hizo del conocimiento público la situación que guardan los 849 municipios más pobres y marginados del país. De estos, 91 pertenecen a Veracruz, estado considerado el bastión priista por excelencia y donde el populismo alcanza su nivel máximo por obvias razones (que por respeto llamaremos “playeras”, “despensas” y “láminas de zinc”).
Ahora bien, en estos 849 municipios del país se agrupan cerca de 11 millones de mexicanos; poco más de los 9 millones 301 mil 441 que dieron su voto al excandidato priista, Roberto Madrazo Pintado, en las elecciones presidenciales del 2006. La comparación habla por sí sola, en relación a la las tácticas que retomarán y con fuerza los priistas.
Este es el primer target y por el que la pugna ha dado pie a un extraño fraternalismo como el que vemos en Veracruz; gobierno al que la Federación ha “prestado” los nombres de sus programas, para agruparlos en uno solo denominado “Adelante”, pero procurando medir la captación de beneficiarios a través de la figura de “Oportunidades”, hoy en día operado por Miguel Ángel Yunes Márquez.
Por otra parte, según cifras que arroja una investigación detallada del periodista Enrique Mendoza Hernández, el número de muertos en el sexenio calderonista es de 60,420. En este rubro, el primero lugar por estados lo conserva Chihuahua, con 12,712. Le siguen Sinaloa, con 7,003; Guerrero, 5,175; Baja California, 4,014 y el Estado de México, con 3,215, en el top cinco. Más abajo, entre dos mil y tres mil cada uno, se encuentran Nuevo León, Durango, Jalisco, Michoacán, Tamaulipas y Sonora. De los anteriores, seis son gobiernos priistas, cinco panistas, uno perredista y otro de coalición PRD-PAN. En este apartado, ya hemos visto las primeras acciones emprendidas por el presidente, principalmente: culpar a los gobiernos priistas (que no cooperen) por la inclusión del narco y sus consecuencias.

SUI GENERIS
¿Y Veracruz? En efecto, no figura en esta lista de entidades "violentas". Sí, porque Veracruz es una “moda” enfocada a representar un estandarte de cooperación con el Gobierno Federal, que ya sin el non grato Fidel Herrera, puede utilizar a éste, incluso, como vil carne de cañón, sin problemas.
Ese es el precio que hoy paga Javier Duarte de Ochoa y que definitivamente le ha convenido al estado: protegido por las fuerzas federales, mientras que para los azules, en el conteo de los pobres con credencial de elector y los intentos de repuntar en este rubro.
La pregunta es ¿se pondrán de acuerdo los negociantes a la hora de la repartición? Esta historia, sin duda, continuará…

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