domingo, 11 de diciembre de 2011

Política Animal

Salvador Muñoz
Los Políticos
La batalla se dio en el espacio donde mi mujer guarda todos los recipientes de plástico que no imagino que puede haber en el pequeño universo que significa nuestra cocina. Su orden fue determinante, radical, sin ápice de sentimiento: ¡Pásame el insecticida! Di gracias a Dios de que no estuviera a cargo de lanzar las bombas atómicas por la sencillez con la que pensaba eliminar a la intrusa de su espacio de recipientes plásticos. Entonces hice lo más ¿fácil? ¿lógico? ¿estúpido? bueno, envolví mi mano con una bolsa pequeña de plástico y empezó la cacería...
se iba para un lado, mis dedos percibían sus rápidos movimientos de sus patas y ya iba para otro... no tardé mucho en tenerla entre mis dedos... era hasta cierto punto hermosa, varias rayas cruzaban su “lomo”... ¡como atigrada! Me dirigí a la recámara y abrí la puerta de salvación de muchos otros seres que han caído en mis manos y dejé escapar a esa cucaracha.
Sí, por esa ventana donde algunas noches nada más jalo la cortina y me embeleso viendo las pocas estrellas que luchan contra la luminosidad de una ciudad, es por donde han salvado su vida mariposas, escarabajos, grillos, arañas y hoy, una cucaracha.
II
Si le es imposible ver a nuestros perros (digo “nuestros” porque de un modo u otro, somos partícipes de su existencia en las calles) deambulando de un lado a otro, hurgando entre la basura, con sus costillas extremadamente expuestas, pero sobre todo, con la mirada esquiva, triste, cabeza gacha, es porque de seguro, siempre tiene tanta prisa por llegar al trabajo o demasiado cansancio al regresar a su casa, que se está perdiendo la oportunidad de sentir, lo que sea, pero sentir.
En mis perros he descubierto que poco a poco van perdiendo la dignidad, su majestuosidad, el orgullo de ser un ser vivo, de nobles sentimientos, porque el hombre cuando puede, lo patea, lo apalea, le arroja aceite hirviendo o más simple: lo arroja a la calle.
Alguna vez le platiqué del “Mata-gatos”, un perro negro que tenía una rara habilidad para cazar mininos y matarlos. Dos veces intenté agarrarlo en las dos veces que le sorprendí atacando felinos y se me escapó. Debo confesarlo: ¡Tenía ganas de matarlo! Y un día lo vi con su dueña, una pepenadora. Cuando le dije que su perro mataba gatos y que sería mejor que lo trajera amarrado, me dijo que nunca se dejaba atar... entonces mi sentimiento por asesinar al perro se trasladó a su dueña... la culpa no era del “Mata-gatos”.
Hoy, el “Mata-gatos” ya no es el mismo. Su valentía que también proyectaba contra carros a los que perseguía en la avenida, debió acabar en un atropellamiento porque tiene la piel maltratada y cojea tanto que ya no lo he visto correr... tampoco cazar gatos.
Historias de perros hay todos los días... basta a veces olvidarse un poquito de uno, bajarse, no del carro, sino de ese mundo egoísta en el que nos hemos encerrado y verá que usted no es el único con problemas...
III
Tita es una historia que se debiera contar en los jardines de niños, en las primarias, en las secundarias... quizás en el Bachillerato y en las Universidades.
Tita tiene cuatro meses y 12 horas estuvo enterrado porque su dueño decidió deshacerse de él. Tuvo la fortuna de que alguien observó que la tierra se movía y fue rescatado. Tita hoy lucha por sobrevivir.
El caso ocurrió en Brasil, pero lamentablemente es un tema de todos los días y en todos lugares... el maltrato a nuestros animales se da en diversos aspectos, en cualquier ámbito... ¡hasta en las mejores familias! porque igual es maltrato cruzar a tu perra cada temporada de celo para sacar entre 12 y quince mil pesos por la venta de los cachorros.
Pero volviendo con Tita, insisto en que se debe de contar su historia a los niños... estamos a tiempo de sensibilizar a nuestros hijos a los que hoy es más común y fácil “matar” a enemigos en juegos de video que tener a un amigo de cuatro patas y peludo.

IV
Pocos políticos hablan de ello... y si lo hacen, al poco tiempo se les olvida... he de reconocer que quien mantiene una línea de atención en su compromiso adquirido cuando fue diputada, es Dalia Pérez Castañeda pero de allí, para los demás, el asunto es política, política y política. ¡Vaya! ¡Ni el mismo Procurador del Medio Ambiente! Su papel es tan triste que no refleja más que el pago de una factura más que el compromiso por el servicio público.
Quisiera ver a un diputado que se preocupe por “nuestros” animales y quién sabe, quizás algún día, tengamos un Departamento de Defensa del Animal que rescate perros, gatos, caballos, burros, aves y demás y no sólo se aboquen a determinadas especies como lo hacen varias dependencias “encargadas” del medio ambiente.
Sí, es necesario educar, no sé si sea posible a nuestros políticos, a nuestros ciudadanos, pero bien podemos empezar por nuestros niños...
Y Educar no significa tener el ABC al dedillo, sino comprender, darle sentido a lo que uno aprende y lo mejor, llevarlo a la práctica... entonces, padres, maestros, periodistas y políticos, eduquemos a nuestros hijos para que el valor a la vida no signifique “la mía”, sino la de todos, incluyendo a nuestros animales.

e-mail: dor00@hotmail.com
twitter: Los_Politicos

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