jueves, 22 de diciembre de 2011

Una Navidad Diferente

Brenda Caballero
Números Rojos

Cuando estoy en casa, amo la tranquilidad y el silencio, me gusta trabajar así, de vez en cuando Harry ladra o gruñe, entonces me acerco a él, y al mirar por la ventana, me percato que hay una persona extraña que pasa de largo o que se ha quedado bajo nuestra ventana, y es lo que ocasiona su malestar. Trato de tranquilizarlo y regreso a mi tarea.
Fuera de casa se oye un sinfín de ruidos, principalmente de autos que transitan por allí o personas que conversan mientras caminan por la calle o perros callejeros que persiguen autos.
Generalmente esos son los ruidos de todos los días, hasta que llega diciembre.
Bueno, este diciembre es diferente, en mi colonia, en mi ciudad y en mi estado, ha cambiado mucho.
Siempre he odiado los cohetes pirotécnicos, (aunque no los fuegos artificiales), desde que era pequeña, aún recuerdo como un tío llevaba las famosas palomas, y nos decía que saliéramos a la calle a tronarlas. ¡Vaya diversión! Pues sinceramente no le encontraba chiste el prender una mecha que pendía de un triángulo de papel periódico con pólvora, aventarlo lo más lejos que podía, taparme los oídos y salir corriendo, esperando a que hiciera ¡buuummm!
Bueno, a lo mejor era muy aburrida (o sigo siendo), pero sinceramente detesto esos tronidos, y todo el basurero que dejan. Fui creciendo y mi percepción no cambió, al contrario, después de escuchar en noticieros todos los muertos que ocasionan por el almacenamiento clandestino de cohetes o ver casos de gente enferma que los amarra a animales o los avienta a personas ocasionándoles amputación de extremidades, se me hacen horrendos.
Y por si fuera poco, después del pasado lunes, ¡los odio, con odio jarocho!, dijera el ratón Crispín. Usted ha de decir que estoy bien loca, y a lo mejor tenga razón, pues hasta en las parroquias los utilizan para iniciar con las fiestas patronales.
Pero, ¿le ha pasado que confunde balaceras con cohetes?, a mí sí, pues mis oídos no están entrenados para distinguir a ciertas distancias el tipo de arma y calibre que disparan.
Desgraciadamente a eso me ha llevado la inseguridad: a escuchar un cohete y preguntarme ¿es una detonación, una balacera? mientras paro oreja a ver si hay sonidos siguientes.
Es triste, pero la época decembrina ha cambiado, son las ocho y media de la noche, y afuera apenas si se escucha uno que otro carro circular, ya no hay casi personas caminando, tal parece que “hubiera toque de queda” implantado por los mismos habitantes. Es más, puedo decirle que hoy tras dos días de balaceras consecutivas en Jardines de Xalapa, no he visto niños cantando el tradicional “buenas noches venimos señores…”. Comentan habitantes del Fraccionamiento del Sumidero que se quedaron con las moneditas del aguinaldo porque no los visitó rama alguna.
Es una navidad diferente, no se escucha bullicio de posadas, ni rondallas cantando, como años atrás, es más, creo que es navidad porque al prender el televisor, se transmiten películas de la época navideña y algunos focos iluminan algunas casas.
Pero nosotros también hemos cambiado, por ejemplo, mi vecinito de apenas 10 años tiene otro vocabulario, ya no habla de Santa Claus, los renos, el niño Dios o los reyes magos, ahora los pequeños hablan con términos como sicarios, balazos, zetas, levantados, asesinados, etcétera. ¿Qué nos está pasando?
Podemos echar la culpa a miles de cosas, como la inseguridad, los malos gobernantes, la falta de empleo, la guerra al crimen organizado, la recesión económica y hasta a mi querido presidente.
Pero ¿Por qué olvidarnos de la navidad, del amor, de la fe y la esperanza por ser cada día mejores? ¿Por qué no empezar la transformación por cada uno de nosotros y convidarla a nuestros seres queridos? Dijera Chicharito “¿Por qué no?
Mis mejores deseos para que en esta navidad se haga el milagro ¡Felicidades!

Email: caballero_brenda@hotmail.com

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