miércoles, 18 de enero de 2012

EPN y las convulsiones del PRI

Marco Antonio Aguirre Rodríguez
Místicos y Terenales  

Enrique Peña Nieto, debe preocuparse de la veracidad de sus palabras, cuando afirma que su partido, el Revolucionario Institucional se verá afectado por los jaloneos para la selección de candidatos al Senado y a las diputaciones.
El ahora gran místico del priismo, cuando declara esto lo hace más allá de cualquier demagogia, porque sabe que cada voto que un mal candidato le reste al PRI, un voto que lo aleja de un triunfo que será muy apretado.
Por lo pronto en Veracruz las convulsiones empiezan a mostrar la cara violenta y sucia de los contrincantes.
Para comenzar, el panorama que tiene Peña Nieto en Veracruz empieza a pintarse como contrario a la corriente a favor que se le dibuja para todo el país; según algunas encuestas (diremos mejor que algunas apreciaciones, porque las encuestas al ser internas ni siquiera se pueden citar por quien las ordenó o las hizo), aquí, su caída fue de hasta 10 por ciento por los recientes deslices de no acordarse de sus libros favoritos, hablar en inglés con una pésima pronunciación, su dicho de “no soy la señora de la casa” y la intervención de su hija llamando nacos a los que están en contra de su padre.
Enrique Peña Nieto, según mediciones internas de su partido y del gobierno del estado, tenía hasta finales de noviembre del año pasado, una aceptación cercana al 30 por ciento del total de los electores (la cual es muy buena, de todos modos), pero va en segundo lugar después del casi 40 por ciento que dice estar sin definir su voto o que de plano se pronuncia porque no participará en los comicios de este año.
Existe un margen de votantes amplísimo que todavía pueden provocar un cambio en las tendencias que se presentan ahora; y ese es precisamente el tramo al que le apuestan.
La caída de Peña Nieto en Veracruz, al parecer, obedece a que sus resbalones fueron tomados muy a pecho por los antipriistas que ven ahora el momento de retomar la lucha por sacar al tricolor del poder, porque sienten que el actual es una buenahora.
Y en parte pueden tener razón, porque las mismas apreciaciones que marcan un descenso notable para el exGobernador del Estado de México refieren que los votantes veracruzanos apuntan que no estarían dispuestos a apoyar a los candidatos que sean respaldados por el Gobernador Javier Duarte de Ochoa.
Ahora ya se hizo abierta esta no aceptación de las imposiciones gubernamentales, porque todavía en el 2010, cuando se realizó la elección gubernamental en la que ganó Javier Duarte, las encuestas mencionaban que la población decía sí aceptar a los candidatos impulsados por Fidel Herrera.
Incluso, cuando se ligan los nombres del pretendido candidato a la presidencia de la república y del Gobernador Javier Duarte, se da una disminución más.
En este punto se menciona que Javier Duarte tiene un nivel de aceptación de su gobierno de un 30 por ciento, porcentaje que es demasiado bajo, pero que en caso de ser real es más que contraproducente para el mandatario estatal.
Aunque sí es verdad que el Gobernador se autopostula como contrario a la búsqueda de popularidad, porque dice -y dice bien- “yo soy el Gobernador”.
Solo que su nombre está ligado al partido que lo llevó al triunfo, el PRI, y si la aceptación que hay hacia su gobierno es baja, también lo será hacia el PRI en general.
Entonces ya es hora de revisar esa actitud (aunque los partidos opositores a su gobierno están de acuerdo en que se mantenga en esa posición).
Vaya, que el Gobernador le pregunte y le crea a los directos interesados, a los priistas, pero no a los que tiene a su rededor constantemente y que le repiten sus palabras, si no a los que habrán de jugarse el pellejo en los próximos comicios.
Pero si prefiere mantenerse en la realidad virtual que le pintan quienes lo rodean, es una decisión muy respetable para su persona.
Porque la otra opción que tiene es que se mantenga esperando un nuevo reclamo de los cercanos a Peña Nieto por la baja promoción al PRI y a su casi-candidato presidencial.
Aquí en Veracruz también están los jaloneos como el que protagoniza la senadora María Elena Orantes, de Chiapas, por las posiciones entregadas a los otros partidos que van en coalición, como el ocurrido en Martínez de la Torre, donde Pedro Manterola Sainz, se baja de la contienda al darse la imposición de Ernesto Callejas, dirigente del Partido Nueva Alianza.
A la par también están ya las inconformidades por la lista que supuestamente Peña Nieto ya aprobó como de candidatos al Senado y las diputaciones.
Pero a esa lista muchos se oponen y ya lo están haciendo de manera pública.
Por ejemplo, a Reynaldo Escobar no lo quieren dejar llegar las mujeres en el poder, comenzando por la alcaldesa Elizabeth Morales, quien empuja con fuerza para que la candidata sea Erika Ayala.
A Fernando Charleston la contraria le llegó en la figura de Víctor Arcos Roldán; a Renato Tronco, que lo apuntan por Minatitlán, los petróleros le pusieron enfrente a Noé Hernández González.
Y así irán surgiendo más y más inconformes con el “amarre” supuestamente ya hecho desde Palacio de Gobierno.
Por eso, al ahora gran místico del priismo nacional, Enrique Peña Nieto, debe preocuparle lo alejada que está la realidad de sus buenas intenciones:
“Al PRI le ocupa tener candidatos altamente competitivos, que sean proyección del nuevo rostro e imagen de unidad del partido”, pero que también logren “permear el mensaje de esperanza”, afirmó en su visita a Durango.
¿Y en verdad creen que la lista de posibles candidatos a diputados cubre mínimamente estos requisitos?

AGUA QUE FLUYE
PEDRO MANTEROLA.- Cuando Pedro Manterola Sainz hace publica su decisión de retirarse de la contienda para buscar la candidatura a la diputación federal por Martínez de la Torre exhibe una pieza de buen porte, la cual finaliza así:
“…el partido por el que he buscado la postulación, el PRI, acordó de manera cupular una alianza estéril con organizaciones políticas que en los municipios de la región jamás han obtenido un triunfo por si mismas, y nunca han superado el 7% de la votación total. Uno de esos partidos, el PANAL, los aliados de hoy, fueron parte de la alianza encabezada por el PAN que ganó a los priistas la diputación local, la federal y la elección municipal. Esos son sus compañeros de viaje. Por otra parte, aspirantes sin arraigo ni presencia, residentes de municipios ajenos y lejanos, han venido a nuestro distrito a exigir que se deposite en las urnas la cuota magisterial, olvidándose de nuevo de las aulas…”
“no puedo competir contra la arbitrariedad autoritaria de las alianzas, ni apoyar causas distantes a los intereses de los ciudadanos de mi distrito. No voy a ser candidato. No voy a participar en una contienda dónde es mejor el que viola más reglas y dice más mentiras. Así no puedo ganar. No tengo esas cualidades. Pero aunque me baje del caballo, no me quito del camino, porque no estamos derrotados. Todo lo contrario. El apoyo, la simpatía, el entusiasmo de todos los que han manifestado su respaldo a una aspiración que se sustenta en ideas y compromisos, son aliados de ayer, de hoy y de mañana. A todos ellos, muchas gracias. Aquí estamos, y aquí vamos a seguir. Todavía no hemos alcanzado el horizonte”.
Manterola Sainz es un político que hasta ahora se ha mostrado más que integro en sus aspiraciones, pero que también se enfrenta a una alianza de intereses que tienen fuerte raigambre en Palacio de Gobierno.

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