jueves, 1 de marzo de 2012

Inteligencia cooperativa en la sociedad del conocimiento

Raúl Abraham López Martínez*
Coyuntura Política XXI 

Hace varios años publiqué en distintos medios de comunicación un ensayo titulado "Consideraciones en torno a la distribución social del conocimiento, una mirada desde México y América Latina", en este ensayo retomé el concepto de sociedad del conocimiento de Manuel Castell publicado en su libro "La era de la información" (2001) el cual señala que "la sociedad del conocimiento significa el surgimiento de un nuevo paradigma tecnológico, organizado en torno a nuevas tecnologías de la información más potentes y flexibles, que convierten a la información en un elemento clave del proceso de producción global. Lo cual modifica de manera radical al sistema económico mundial". Dentro de la sociedad del conocimiento “la matriz de todo desarrollo (tecnológico, económico, social) está en la innovación, en el valor supremo de la innovación que, potenciada por la revolución tecnológica informacional, incrementa exponencialmente la capacidad de generación de riqueza y de acumulación de poder”.
Las tesis que presenté en este ensayo se pueden resumir de la siguiente manera: a) El concepto la sociedad del conocimiento, como fruto social, no está exento de tendencias ideológicas; b) en el capitalismo representado en su fase neoliberal, la tendencia que prevalece en torno a la producción y uso del conocimiento que se produce en el mundo se caracteriza por su alto nivel de centralización y privatización, promovido en gran medida por las relaciones de competencia comercial internacional en donde las transnacionales que se articulan con las grandes potencias económicas, políticas y militares, son quienes gozan de mayores ventajas competitivas al momento de disputarse el mercado de consumo mundial; c) desafortunadamente, las tan anheladas bondades de la sociedad del conocimiento no pueden tocar tierra. En México, al igual que en América Latina, la pobreza va en aumento. Las viejas desigualdades políticas, económicas y sociales se intensifican. Y no conformes con tener que enfrentar las viejas desigualdades hay que sumar las nuevas desigualdades propias de la sociedad del conocimiento; d) lo anterior ha favorecido el crecimiento de los niveles de desigualdad social que han prevalecido históricamente en la región, obligándonos a reflexionar de manera crítica en torno el discurso dominante de la sociedad del conocimiento, partiendo del reconocimiento de nuestros propios contextos, e incluso desde nuestras vivencias personales en calidad de sujetos sociales vinculados con relaciones históricas y socioculturales especificas.
Ante este este escenario mi conclusión inicial fue la siguiente: "Es necesario que le hagamos frente a la actual dinámica de centralización y privatización del conocimiento. Nuestra mejor estrategia para descentralizar y socializar el conocimiento es por medio de la distribución social del conocimiento, en donde gobiernos de izquierda y la sociedad civil tienen que asumir un rol activo para combatir las nuevas y viejas desigualdades. (Ensayo publicado en el año 2005 (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=22665).
A casi 12 años de publicar este ensayo, sigo sosteniendo la mayor parte de mis argumentos, en especifico me encuentro redefiniendo la cuestión del cómo lograr una descentralización que nos permita socializar el conocimiento. Si bien en el 2005 enfaticé en torno al rol que tienen que asumir los gobiernos de izquierda y la sociedad civil. Después de leer el reciente libro del filósofo Daniel Innerarity "La democracia del conocimiento: por una sociedad inteligente", aunado a una serie de reflexiones surgidas al calor de la irrupción en la arena pública de distintos movimientos sociales. He considerado pertinente incorporar nuevo conceptos que permitan ir más allá de los esquemas reduccionistas que buscan encapsular el asunto de la política con las etiquetas de izquierda y derecha.
Uno de los conceptos clave que Innerarity nos presenta en "La democracia del conocimiento" es el de inteligencia cooperativa. Este concepto nos puede permitir abandonar por un momento, las descalificaciones bizantinas propias de la Guerra Fría, no se trata de obligar a los fundamentalistas de izquierda y derecha que abandonen sus trincheras, la idea es el de abrir un espacio de articulación en donde se puedan incluir la mayor parte de actores interesados en resolver alguna problemática. Para lograr esto se requiere visualizar e implementar un tipo de inteligencia llamada cooperativa: "la mayor forma de inteligencia social, la más requerida actualmente por nuestros principales desafíos (no sólo el económico, sino también los que se refieren a las amenazas ecológicas, la seguridad o los desequilibrios sociales), es, sin duda la inteligencia cooperativa. Esta cooperación es especialmente importante en unos momentos en los que el sistema financiero ha perdido casi por completo su referencia territorial y, por tanto, se ha liberado de los marcos estatales de regulación y control".
Daniel Innerarity, quien es director del Instituto de Gobernanza Democrática, señala que la "cooperación se ha convertido en un nuevo paradigma para resolver crisis y conflictos en un momento en que se ponen de manifiesto los límites del mercado y del Estado, es decir, tanto las pretensiones de que la evolución espontánea, desregulada, de la economía se desarrolle conforme a una racionalidad satisfactoria, como de quienes confiaban ese suplemento de racionalidad a una dirección jerárquica y controladora sobre los mercados. Me atrevería a formularlo así; el nuevo escenario de la discusión no es el que enfrenta a liberales y a socialdemocrátas, al mercado y al Estado, sino la deliberación en torno a qué tipo de cooperación es más apropiada para resolver los problemas a los que tenemos que enfrentarnos".
Precisamente a esto me refiero cuando señalo que hay que rebasar los viejos esquemas de "izquierda" y "derecha", estos esquemas solo han contribuido para que en la izquierda se presenten lideres que buscan apropiarse de causas sociales o de las demandas de ciertos grupos, protegiéndolos de la de la derecha, con sus desgastados discursos ideológicos. Igual vale la crítica para aquellos de la derecha que observan en los movimientos sociales a los herederos de Stalin.
En lo que hay que enfocarnos, acorde a los nuevos problemas sociales, ambientales, económicos y políticos, es el de buscar la manera de crear los mecanismos que nos permitan encontrarnos con otros actores para ponernos de acuerdo en los niveles de cooperación necesarios para enfrentar los problemas.
Es precisamente esta ruta para donde se tienen que mover la sociedad civil, los movimientos sociales, los actores del mercado y del Estado, en esforzarse en la "construcción, a todos los niveles, de inteligencia cooperativa, en un momento en el que se nos plantean desafíos que no puede resolver nadie aisladamente, ni sólo el mercado ni sólo el Estado, ni los supervisores ni los supervisados, ni un Estado al margen de los otros, ni el proteccionismo de corto plazo". Innerarity añade que por eso "nunca como hasta ahora han estado tan requeridas la inteligencia y la voluntad de cooperación".
Y en esta tarea de la inteligencia cooperativa todos tenemos algo que aportar.

*Director de la Revista Digital Independiente Voz Universitaria www.vozuniversitaria.org.mx raul@vozuniversitaria.org.mx facebook.com/raul.lopezmartinez Twitter: @raulcronos

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