miércoles, 11 de abril de 2012

No era simple, era sencillo

Erwin Bárcenas Oliveros
Un clavo al ataúd

Ponerme de malas de manera tonta e inmadura es fácil: que algo que podía hacerse de manera sencilla se tenga que complicar por razones poco obvias y a veces caprichosas, porque alguien necesitaba hacerse el interesante o mantener la pose, la clásica necesidad de meterle mano por mostrar que se es especialista incluso en cómo doblar servilletas tipo cóctel.
Lo mismo me pasa cuando los fieles (ya no simpatizantes) de candidatos a cualquier puesto de elección popular, se desbordan en un amor sin límites, en una especie de fanatismo al Rockstar, al Popstar, al Cumbiastar, que en turno, es su gallo a ganar el anhelado puesto.
El amor aquí mencionado es como en la mayor parte de las veces, interesado, busca ganancia, persigue obtener algo en el mejor de los casos, y en el peor, solo busca ser parte de un algo, sentido de pertenencia, entrarle a la bola, no quedarse afuera de sea lo que sea que se esté armando.
Las redes sociales han sido una bendición como cualquier otra; trae nuevas dinámicas, mejores herramientas de difusión, mayor impacto y obviamente, gente que prefiere complicar lo sencillo en pos de obtener algo o solo pertenecer a ello... todo sea porque aquello en lo que creen, esté en el top de los temas dominantes.
Desde los legendarios priístas acarreados, transportados en “Carros completos”; la cargada panista de nueva generación adoctrinada en el ritmo “Que se mueran los feos, jotitos y toditos los pobres”; los Ecologistas preocupados en cómo vender bien terrenos vírgenes para complejos turísticos, y la muy nueva pero ya aburrida Morenaza de la izquierda, que junto con los anteriores, utiliza las nuevas técnicas, redes e intelectualoides ideas, para hacer lo que todas las anteriores siempre hicieron: Convencer a los demás que ellos tienen la razón.
Hoy, la sencilla tarea de ir a votar, la alegre caminata a la cuadra siguiente para localizar una casilla electoral, el tachar una boleta, ya no es un innovador ejercicio de democracia y civilidad... se ha vuelto un negocio de miles de millones de pesos, almas y conciencias.
México hoy ha logrado convertir la digna y simple tarea de elegir a sus representantes, a sus servidores públicos, que deben trabajar para y por los ciudadanos y no vivir y mantenerse a costa de ellos, en un concurso malentendido de popularidad y estética telenovelera como el caso Peña Nieto; se convirtió en una sexista elección de género solo porque uno de los candidatos es mujer, y por tanto, merece la solidaridad del cadáver de un feminismo que ya no existe porque era discriminante; está transformado en una lucha de clases de “izquierda vs derecha” sin entender que su candidato es otra criatura creada por el Estado, y que no conoce otra forma de hacer las cosas que la inculcada desde su cuna de partido tricolor, tan adaptable, que Andrés Manuel puede pasar de luchador y aguerrido inspirador de esas multitud de gente necesitada de que ya por fin le toque algo, y aquella que necesita tanto pertenecer a alguien y pasar a ser un López Obrador sistemático, oficialista y concertacesionador hacia un Sistema Político Mexicano que él mismo quiere gobernar.
Yo sé que Quadri está ahí, pero seamos sinceros, aunque en la práctica él es el menos peor, el abrazar la imagen de Elba Esther como bandera de cambio le va a costar que no terminemos de tomarlo en serio.
Como pueden ver, es de enojarse empezar con una idea sencilla... y terminar entendiendo que esto terminó en una complejidad tan lamentable que es menos pesado solo ir a votar o anular el voto, que tratar de entender cómo arreglarlo y comprender cómo salir del marasmo social, educativo y cultural en el que estamos viviendo.

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