lunes, 2 de abril de 2012

Ya arrancaron, pero: ¿cómo están?

José Luis Ortega Vidal
Claroscuros

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Ya arrancaron, pero: ¿cómo están?

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En la lucha por la Presidencia de la República Enrique Peña Nieto sigue al frente. Josefina Vázquez Mota continúa en segundo lugar y a una distancia de aproximadamente 10 puntos porcentuales.
En datos duros, la distancia entre la candidata del PAN y el abanderado del PRI es más o menos de un millón y medio de votos.
¿Son alcanzables y remontables?
Sí.
Una campaña de tres meses es suficiente para lograrlo aunque eso nos remite a otra pregunta: ¿de qué depende el posible alcance y derrota del hoy delantero?
Fundamentalmente Enrique Peña Nieto y el PRI dependen de sí mismos.
Si el partido tricolor se mantiene unido a nivel nacional y su candidato no comete ningún error grave, el triunfo virtualmente es suyo.
Su más cercana seguidora por su parte, depende de que el PRI y su abanderado fallen y de que ella y el PAN ofrezcan una campaña perfecta.
Todo puede pasar, pero en concreto si las elecciones fueran hoy el PRI volvería a Los Pinos tras doce años de ausencia.
No hay que olvidar que esta circunstancia favorable al PRI se ha mantenido durante el último año; de modo tal que sólo les restan tres meses para llegar a la meta.

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¿Y la izquierda?
En política, la circunstancia juega un papel clave para los potenciales resultados.
La izquierda mexicana triunfó en 1988 con Cuauhtémoc Cárdenas y el poder les fue negado por una dictadura que en ese momento se aferró amenazando con el uso de la violencia.
La violencia llegaría con los años, acompañada de una sacudida económica brutal y en el año 2000 el PRI finalmente entregó el poder.
El PAN ganó en forma clara hace doce años y en el 2006 la izquierda volvió a tener la confianza ciudadana en sus manos.
Andrés Manuel López Obrador tuvo a la mayoría de los electores a su favor hace seis años y su soberbia, aunada a la neo dictadura de la derecha, lo dejaron al margen de la Presidencia.
¿Ganó Calderón en el 2006?
No hay una prueba contundente al respecto.
Pero tampoco la hay a favor del posible triunfo electoral de López Obrador.
En concreto durante dos momentos históricos a favor de la izquierda -1988 y 2006- la circunstancia les fue desfavorable por causas mayoritariamente ajenas, pero también por claroscuros de los que son responsables quienes la representan.
Lo sucedido en el 2006 merece un análisis de fondo y la investigación histórica de lo ocurrido en las elecciones federales de aquel año.
Sin embargo, de momento debemos enfocarnos a lo que estamos viviendo en el 2012 y resulta claro que hoy la izquierda vive una circunstancia distinta a la de sus mejores épocas.
En los últimos 24 años la izquierda mexicana ha vivido dos buenos y tres malos momentos: en 1988 ganó. En el 2006 tuvo el triunfo en sus manos. Pero en 1994 perdió. En el 2000 perdió y en el 2012 aparece en un tercer lugar difícil de remontar.
Como Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador es un líder histórico de la izquierda en México.
Ambos personajes han llevado a sus seguidores a gubernaturas, a bancadas poderosas y de peso político sin precedente en el Congreso de la Unión y han hecho aportaciones claves para el proceso de consolidación de la democracia en México.
No obstante, el arribo de la izquierda a la Presidencia de la República podría quedar pendiente una vez más.
Cuauhtémoc lo intentó tres veces y Andrés Manuel va por la segunda.
Marcelo Ebrard o una figura ciudadana capaz de crecer al margen de las contradicciones profundas del perredismo, podrían presentar mejor batalla en el 2018.
En resumen: las campañas federales del 2012 en México ya empezaron y el PRI y el PAN lucen como los únicos invitados a intercambiar golpes en el ring principal.
El pastel a repartir es amplio –eso sí- y hay que esperar por los principales momentos del evento.
No es posible adelantar vísperas porque Josefina puede crecer en forma sorpresiva.
Enrique puede volver a fallar en la interpretación del guión que le dictan en Televisa.
Y Andrés Manuel se puede aferrar a la vieja máxima del poder: en política no hay muertos ni en el cementerio.
Dependemos, pues, de las sorpresas.
De no haberlas el PRI volverá a Los Pinos y en ese caso nos restará ver el alcance de los colores que vestirán al Congreso.
Serán –las que han iniciado- ocho semanas llenas de datos y aspectos de observación obligada.
La crónica de los días por venir constituye una tarea muy importante.
Nuestra realidad política es mucho más amplia y profunda que los comicios.
Los partidos, las perspectivas e ideologías, los grupos, las instituciones, los poderes de facto, la ciudadanía, los intereses internacionales, los actores de, contra y desde la violencia constituyen un andamiaje estructural que marca a la sociedad mexicana.
Hay que observarlos con lupa y dejar constancia de su papel en la historia actual.
De ello y del escenario electoral estaremos pendientes.

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