miércoles, 27 de junio de 2012

Votar por Judas

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

El candidato del PRD a la diputación federal por el distrito XIV, Amado Guzmán Alemán, es un caso vergonzoso y decepcionante.
Es candidato de la izquierda, pero no representa realmente a la izquierda.
Es candidato del PRD, pero le está forjando, a pulso, una derrota al PRD.
Es candidato del lopezobradorismo, pero con su apatía, con su indolencia, con su desinterés, ha traicionado al candidato presidencial de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador.
A los ojos de los perredistas de verdad, Amado Guzmán Alemán le apostó a un fracaso electoral, dormido en sus laureles, no como candidato sino como un auténtico espectador, mientras los perredistas, intrigados, apenas si concebían que por primera vez el PRD y sus aliados —Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano— tuvieran como un abanderado a un fantasma.

Amado Guzmán no ha hecho campaña, aunque él dice que sí. Suele llegar tarde a las citas con sus seguidores, o de plano los ignora. Si se le requiere en el distrito de Minatitlán para fortalecer la operación política de los partidos de izquierda, nadie lo encuentra. Es huidizo, renuente a tener y mantener contacto con el electorado.
Quienes lo conocen cuentan que en plena campaña se desapareció. No había manera de dar con él. Se supo, aunque él siempre lo negó, que no estaba en Minatitlán. Se supo que andaba fuera de Veracruz. Se supo, o cuando menos así se expresaba, vox populi, que viajó al extranjero, a Houston.
Nada ha hecho por motivar el voto de la oposición a su favor. No visita colonias, ni en Minatitlán, ni en Las Choapas, que es el segundo municipio en importancia en el distrito XIV, menos en otras zonas, y en el área rural.
Su trabajo político es lo más cercano al desastre. Amado Guzmán dejó caer la campaña de la izquierda en un distrito con amplias posibilidades de triunfo, habida cuenta del rechazo que motivan los líderes petroleros, a quienes el PRI les otorgó la candidatura de Noé Hernandez González.
Arrancó tarde su campaña y ni siquiera usó los recursos económicos que el PRD puso en sus manos para obtener el voto de los electores.
Hace una semana, el dirigente perredista Fernando Álvarez Yamada, quien sería candidato suplente de la izquierda, tronó contra Amado Guzmán, negándole su voto, su apoyo y la confianza para lograr un triunfo en la elección del 1 de julio. Lo hizo en función de la apatía del candidato perredista y su renuencia a realizar una campaña digna.
La respuesta de Amado Guzmán fue tan insólita como descabellada: Alvarez Yamada saldría perdiendo porque lo que estaba en juego era su nombre.
Hoy, Fernando Álvarez Yamada ha confirmado su rompimiento con el candidato de la izquierda Amado Guzmán Alemán, y le ha expresado que el único que pierde es Amado, pues echó por la borda el proyecto político que lo pudo haber llevado a la Cámara de Diputados y que pudo haber contribuido al triunfo de Andrés Manuel López Obrador.
Álvarez Yamada ha acudido a una figura coloquial que describe de qué tamaño es la apatía de Amado Guzmán Alemán: no se ha gastado la suela del zapato para recorrer las colonias.
Pero Ávarez Yamada ha advertido algo mucho más grave y más profundo: la traición de Amado Guzmán a López Obrador.
No ha descartado que Amado Guzmán pudiera haber recibido algún beneficio económico de sus contrincantes, los priístas, y que por ello hubiera entrado en relax y dejado la campaña al garete, sin rumbo, confiado en que el efecto López Obrador lo pudiera sacar adelante y lo pudiera convertir en diputado federal.
Una reflexión de Álvarez Yamada, cúmulo de ideas certeras, lo dice todo:
“¿Pero de qué manera te explicas su inmovilidad? ¿Cómo te explicas que hiciera campaña de 2 o 3 horas al día solo para cubrir las apariencias y los sábados y domingos atendiera sus compromisos sociales por encima de su obligación política? ¿Y no atender los otros municipios del distrito que son parte importante de su votación? ¿Y su holgazanería durante los pocos recorridos? Nosotros no podemos asegurar que le dieron dinero para no hacer campaña, pero ante su desinterés y apatía, preferimos retirarle nuestro apoyo antes de avalar con nuestro trabajo su holgazanería y falta de principios ideológicos. El partido se equivocó con este candidato y quiero que quede constancia que la decisión de retirarle nuestro apoyo se tomó antes de saber que yo no iba en la suplencia. En todo caso, con su mediocridad vendió la candidatura.”
Amado Guzmán se ahorcó solo. Puede ser sólo un apático irresponsable, pero su actitud ha dado pie a sospechar que lucró con su candidatura; que dejó de hacer lo que a cualquier candidato se le exige, y a cambio obtuvo un dinero o prebendas. Sólo él sabrá qué hay en el fondo.
Hoy, cuando se halla a tres días de la elección, Amado Guzmán Alemán ya tiene garantizado el desprecio de los perredistas, de los petistas y de los ex convergentes, pero también el de los ciudadanos que, sin tener militancia alguna, sin ser integrante de algún partido político, hubieran votado por él por el sólo hecho de no ver ganar al PRI.
Amado Guzmán se ganó a pulso, el mote de Judas, el de las 30 monedas, traidor a la causa, a la izquierda, a la oposición y al movimiento lopezobradorista.
El dilema para quienes repudian al PRI, y también al PAN, es votar por un candidato cuya imagen se asocia a la traición.
El dilema es votar por un Judas.

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