viernes, 6 de julio de 2012

Peña Nieto: Las manos al fuego

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

El ego inflado del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, respaldado por la complicidad de un gran sector de los medios, lo llevan a mentir al extremo de decir que está dispuesto a “poner las manos al fuego” y decir que su partido no compró un solo voto para ganar la elección.
Entrevistado por diversos medios internacionales, Peña Nieto se proclama: "Soy presidente elegido por la gran mayoría de los mexicanos". Lo cierto es que su gobierno de llegar a concretarse será un gobierno dividido con una fuerte oposición en el Congreso. No existe tal "gran mayoría de los mexicanos".
Los periodistas de la influyente cadena de noticias BBC de Londres, Will Grant e Ignacio de los Reyes, le plantearon sin ambages: ¿Usted puede poner las manos al fuego y decir que el PRI no ha pagado por ni un solo voto en esta elección presidencial? :
“Totalmente… totalmente, eh eh, cierto que el partido se apegó a derecho, que siguió un proceso transparente y que el partido invirtió durante esta campaña lo que la ley lo permite”
Eso dice Peña Nieto, pero…
Las investigaciones sobre las sospechas tienen pistas, y tienen también el tufo de un gran fraude.
 Que Peña Nieto haya ganado la elección y con ello la Presidencia de México, no necesariamente significa que lo haya hecho con limpieza.
Al paso de los días, se han robustecido diversas pistas que desde mediados de junio conducían a la hipótesis de que el PRI había comprado el voto de los electores mediante la entrega de una tarjeta de prepago en la tienda Soriana y a través de una triangulación con la entidad financiera Monex.
En ese entonces, Roberto Gil Zuarth, coordinador de campaña de la panista Josefina Vázquez Mota, reveló que a través de Monex, implicada en una demanda radicada en Estados Unidos contra el equipo de Peña Nieto por fraude contra el empresario televisivo José Aquino, el PRI disponía de un fondo de 56 millones de dólares para operar electoralmente, cantidad para cubrir pagos a delegados distritales del PRI, representantes generales y representantes de casilla.
La sola cifra de 56 millones de dólares, o sea 780 millones de pesos marea. Más aún cuando el tope máximo de campaña, fijado por el Instituto Federal Electoral, fue de 330 millones de pesos.
Poco después, fueron presentadas las tarjetas Monex que funcionaron como monederos electrónicos para el pago del voto y/o de la operación política.
A la denuncia del PAN se sumó Ricardo Monreal, coordinador de campaña del candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, quien dio señales precisas, elementos de prueba para acreditar el fraude priísta a partir del uso de recursos financieros ilegales, que sobrepasaban el techo financiero y que tenían una procedencia ilícita.
Monreal estableció que el PRI dispuso de 100 mil monederos electrónicos por la cantidad de 160 millones de pesos para inducir el voto. O sea, comprarlo.
Gil Zuarth, a nombre del PAN que abanderaba a Josefina Vásquez Mota, y Monreal, a nombre del Movimiento Progresista que postuló a López Obrador, denunciaron el caso ante el Instituto Federal Electoral y ante la Procuraduría General de la República, pero no hallaron eco. El IFE determinó que no intervendría ni establecería medidas cautelares, como fue la solicitud para el congelamiento de los fondos del Grupo Financiero Monex hasta esclarecer si esos recursos serían usados para operar electoralmente.
Mientras el PRI negaba reiteradamente que tuviera algo que ver con Monex, en Estados Unidos el empresario José Aquino, dueño de FTN reiteraba que el contrato con el equipo de Peña Nieto tenía como objeto promover la imagen del candidato del PRI. Gil Zuarth, y ante esa evidencia, se sustentó la acusación en el sentido de que la ley prohíbe a los candidatos de los partidos mexicanos realizar promoción en el extranjero.
El PRD cerró la pinza cuando presentó una nueva denuncia contra quien resulte responsable por los 56 millones dólares ofrecidos a la empresa FTN, de José Aquino, en Estados Unidos, y pidió que la PGR investigara el origen de esos recursos.
Sin embargo, el IFE se negó a secundar las queja del PAN y PRD, alegando que no se podía establecer la relación directa entre el PRI y Grupo Financiero Monex.
Cuando el caso fue trasladado al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, ocurrió lo mismo. El TRIFE desechó la queja y determinó que en todo caso, se cursara a la Fiscalía Especializada Para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE).
Si bien el caso se empantanó y fue obvia la parcialidad del IFE y del TRIFE para favorecer al PRI y evitar que les fueran congelados los fondos necesarios para operar el día de la elección, el escándalo estalló después de la jornada electoral, cuando Peña Nieto ya saboreaba las mieles del triunfo.
Miles de ciudadanos se presentaron a las tiendas Soriana a hacer efectiva la tarjeta de prepago que el PRI les entregó a cambio de su voto. Fue como una compra de pánico, temerosos de que las tarjetas fueran canceladas.
En medio del jaloneo, quedó en evidencia el manejo ilegal de recursos para financiar una estructura electoral paralela, cuyo costo rebasa con mucho el techo financiero establecido por el IFE.
Faltaba la cereza del pastel: Ricardo Monreal exhibió 43 facturas emitidas por Monex a la empresa Importadora y Comercalizadora EFRA, e Indizzios, S.A. de C.V., que demuestran cómo se configuraron 100 mil monederos electrónicos con un costo de 160 millones de pesos.
Peña Nieto puede pavonearse por el mundo entero con el argumento de la limpieza de su triunfo en la elección del 1 de julio, pero las evidencias van demostrando que el fraude no estuvo en las urnas sino en los recursos ilegales que usó para comprar el voto y para asegurar un cúmulo de electores a su favor.
Con esa sombra de sospecha, su camino hacia Los Pinos se complica. Y de lograrlo, difícilmente logrará sustentar que llegó con la honestidad por delante, así meta las manos al fuego para salvar su honra.
(@moralesrobert)(romoaya@gmail.com)

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