viernes, 27 de julio de 2012

violados, asesinados y explotados... la diferencia es el ADO…

José Luis Ortega Vidal
Claroscuros

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A pesar de no existir datos duros al respecto, resulta claro que el fenómeno migratorio centroamericano tiene una vertiente que involucra a México como destino y no como lugar de paso.
Parejas, familias que incluyen a un padre, una madre con uno, dos o más hijos; hombres y mujeres solteros, atraviesan la frontera entre Guatemala y Tabasco o Chiapas con el deseo de quedarse a vivir en nuestro país.
Veracruz y lugares como Jáltipan, Acayucan y Coatzacoalcos forman parte de la lista de destinos de los migrantes.
Este fenómeno -lo mismo que la migración centroamericana que sólo va de paso- no es nuevo.
Existen testimonios en lugares como Medias Aguas y Tierra Blanca en el sentido de que al inicio de la década de los 70s –cuarenta años atrás- el tren ya movilizaba a migrantes ilegales.
Ambos poblados son muy importantes para los migrantes que viajan a través de “la bestia”.
Ubicada en el municipio de Sayula de Alemán, la comunidad de Medias Aguas es sede de un nodo clave en el sistema ferroviario; mientras que Tierra Blanca es un lugar de paso obligado para quienes se movilizan a través del tren hacia el Distrito Federal y el estado de México; concretamente a la terminal ferrocarrilera de Lechería.
En los años 70 se empezaron a trasladar grupos pequeños, de tres o cinco individuos, mayores de edad y casi siempre varones procedentes de diversos lugares en Centroamérica.
Hoy -narra una religiosa que presta auxilio en el albergue “Virgen de Guadalupe” de Tierra Blanca- migran pueblos enteros, familias completas; grupos en los que se incluyen mujeres y niños; matrimonios o madres solteras.

(2)
En Acayucan, la presencia de ciudadanos guatemaltecos que optaron por quedarse a vivir en este municipio es algo común.
También hay personas de origen hondureño que al paso de los años se casaron o se vincularon a vecinos de la región –incluido Jáltipan- y formaron familias.
Hay historias de centroamericanos que terminaron participando en la vida política, en una sociedad tolerante con la migración.
Mientras una familia los incluya en su seno y sobre todo cuando se convierten en madres o padres de hijos con sangre mexicana, los migrantes terminan convirtiéndose en “mexicanos sin credencial de elector” y más tarde algunos de ellos terminan inscritos en el Instituto Federal Electoral.

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El fenómeno de los migrantes que viajan con la intención directa de quedarse a vivir en México, continúa.
Coatzacoalcos es otro destino, dado su atractivo como lugar que ofrece la más alta oferta de empleo en la zona Sur.
Una pareja hondureña entrevistada por el reportero en el mes de mayo del 2012, contó su historia en un resumen muy claro: son padres de dos menores y viajaron juntos a través del tren, protegiéndose con un grupo de hondureños; paisanos suyos.
Llegaron por la vía de Tenosique hasta Coatzacoalcos y mientras el resto del grupo decidió continuar su viaje, ellos optaron por “probar suerte” en esta ciudad.

- “Aquí hay movimiento como no lo he visto en Honduras. Yo sé mover maquinaria pesada; soy chofer; tengo experiencia y aquí veo mucha industria; sólo quiero empleo”; dijo él.
- “Es un lugar bonito, tranquilo”, dijo ella.

- También hay violencia, respondí.

- “No, no se compara con Honduras; aquí está muy bonito para traer a nuestros hijos; sólo queremos empleo”, reiteró ella.

Esta pareja recibió apoyo de una familia porteña. Allí se resguardan intentando asimilarse día con día a una sociedad formada en buena medida por migrantes nacionales e internacionales que fueron atraídos por el boom petrolero de las últimas cuatro décadas y por la condición portuaria de lo que alguna vez se llamó “La Villa del Espíritu Santo”.
La diferencia entre los migrantes que han triunfado en Coatzacoalcos y esta pareja hondureña es la condición legal y las circunstancias económicas y de inseguridad que motivan su viaje.

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Entre el 8 y el 9 de julio, unos doscientos migrantes varados en Coatzacoalcos decidieron caminar hasta Tierra Blanca –distante a unos 300 kilómetros-.
Llegaron a Minatitlán y luego a Acayucan.
Juntos y sin usar los camiones de pasaje que revisan los agentes del Instituto Nacional de Migración por temor a ser detenidos, simplemente se fueron.
“La bestia” quedó reparada el día 11 de julio.
El INM reporta que 193 migrantes de plano pidieron ser regresados a Centroamérica.
El retorno sólo los lleva hasta la frontera con Guatemala pero los hondureños y salvadoreños pueden transitar por este país porque existe un acuerdo migratorio que se los permite.
De acuerdo a esta norma signada por Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua los nativos de estas naciones pueden movilizarse entre ellas sin necesidad de pasaporte.
Son como París. Madrid y Londres, nomás que en la absoluta pobreza.

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Sumados los viajeros “de a pie” que partieron de Coatzacoalcos a los “arrepentidos” que retornaron a la frontera entre México y Guatemala con apoyo del INM, representan a casi 400 ciudadanos en condición ilegal que estuvieron varados luego de que “la bestia” interrumpió su funcionamiento el 17 de junio.
Ciego, insensible, irresponsable y mentiroso, Rafael Pretelín Poucholen -delegado del INM en Veracruz- declaró a El Universal que exageraban quienes afirmaron que en Coatzacoalcos había unos dos mil migrantes varados.
El funcionario federal nomás vio a 450; de los cuales casi 400 ya se habían marchado o pedido apoyo al INM.
La presencia de la Cruz Roja Internacional, los llamados de apoyo de la Cruz Roja de Coatzacoalcos; la petición de respaldo del Ayuntamiento porteño; la intervención del gobierno del estado; la movilización de grupos civiles que en forma permanente apoyan a migrantes en Puerto México y que dijeron una y otra vez a la prensa que estaban rebasados por el problema; las escenas lastimosas de docenas y centenas de centroamericanos durmiendo bajo los puentes en espera de que “la bestia” les permitiera seguir su viaje; las docenas de migrantes que se observaron en las esquinas pidiendo limosna para poder comer y extendieron su presencia a sitios vecinos como Acayucan y Sayula…
Este escenario dantesco de una clara violación a los derechos humanos de ciudadanos guatemaltecos, hondureños y salvadoreños, tanto de sus propios gobiernos y la sociedad de la que surgen; pero también de las autoridades y un sector de la sociedad mexicana; del crimen organizado nacional e internacional que los acosa, agrede y explota, así como del hipócrita gobierno y sociedad norteamericanos que los reclaman, los necesitan, los reciben y los exprimen pero no asumen mayor compromiso que el de pagar unos cuantos dólares por su labor y ningún centavo por sus vidas…
Todo esto, es lo que el delegado estatal del INM no vio, no escuchó y no admitió.
El problema no es Rafael Pretelín.
Dicho personaje sólo reproduce en sus declaraciones a la prensa nacional un discurso tan demagógico y falso como funesto.
Y dicho discurso no es de su autoría: viene del Estado.
Rafael Pretelín Poucholen constituye apenas una pequeña voz -cruda y real- de la política migratoria de México de EEUU y de Centroamérica.
A ninguna de estas tres partes les interesa el respeto a los derechos humanos de los miles de ciudadanos que pasan por territorio mexicano cada vez en mayor número y cada ocasión en peores condiciones.
Quienes vivimos en Coatzacoalcos observamos entre el 17 de junio y el 11 de julio una copia de lo que ocurre con los mexicanos en su viaje y su llegada a Estados Unidos.
Los migrantes mexicanos que buscan llegar o entran a Estados Unidos también son ultrajados, violados, asesinados y explotados en aquel país como ocurre con los centroamericanos en México y en el propio EEUU.
La diferencia es que nuestros vecinos viajan en “la bestia” y nuestros paisanos tienen la opción de hacerlo en ADO.

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