lunes, 6 de agosto de 2012

El alcalde de los atentados

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

Leopoldo Torres García no es santo de la devoción de muchos y con el del jueves suma ya el quinto “atentado virtual” en su contra desde que asumió la alcaldía de Minatitlán.
La calurosa noche del jueves pasado, no representaba ningún problema para Leopoldo Torres, pues familiares cercanos a él, confirmaban que desde muy temprano se había retirado a descansar de las labores del día.
“Está bien”, decía a secas uno de sus allegados. “Lo dejé a las 8 y media de la noche, y no había de qué inquietarse”, señalaba el síndico Nicolás Ruiz Rosete.
“Se echó unos tragos y se fue a dormir”, revelaba un priísta que lo trata pero no lo pasa. “Ha de andar durmiendo la mona”, dijo con cierta mordacidad, hiriente y quisquilloso, deseoso de abollarle la corona.
Tenía razón. Leopoldo Torres dormía la guarapeta del día, mientras en las redacciones sonaban los teléfonos de los corresponsales de los medios de comunicación de Xalapa; repiqueteaban también los celulares constantemente pidiendo datos, queriendo saber, corroborando si el alcalde de Minatitlán aún vivía, si estaba ileso, si andaba malherido.
A esas horas, cuando la prensa y las áreas de información del gobierno de Veracruz y el sistema de seguridad dentro del operativo “Veracruz Seguro” encendían focos de alerta, en su hogar, plácidamente, el clima a todo lo que da, Leopoldo Torres contaba borreguitos y disfrutaba el sueño.
El alcalde impuesto por el gremio petrolero, cuya actividad predomina en el municipio de Minatitlán, “acostumbra dormir desde muy temprano”, confirmaba una reportera.
La preocupación de los comunicadores era comprensible. En el municipio sureño se ha registrado un alto número de atentados contra sus funcionarios municipales, entre ellos el síndico del gobierno municipal de Leopoldo Torres, Nicolás Ruíz Rosete, objeto de un secuestro que resolvió en un abrir y cerrar de ojos, con el poder del dinero.
Otros, lo malquerientes que nunca faltan, sus biógrafos voluntarios, relatores de su vida privada, dicen que trabajó, acudió a eventos y luego de comer inició su olímpica jornada entre copas, acompañado de quien sea, una bella dama, que para divertirse sólo falta tener sed.
Duerme temprano el alcalde de Minatitlán porque dice que para tener éxito hay que madrugar, y madrugarse a quien sea. Dormía ese jueves mientras las versiones iban y venían. Lo daban en medio del escándalo, víctima de un atentado, desaparecido, decían unos; herido, revelaban otros.
Así llegó la medianoche. El rumor del atentado, enésimo atentado, a Polo Torres se disipaba. El gobierno de Veracruz archivaba el caso; la prensa estatal sofocaba sus ansias; los periodista locales reían o maldecían. El alcalde de Minatitlán, por su parte, dormía a pierna suelta.
Restablecido de lo ajetreado que resultan las labores del día del alcalde petrolero, impuesto por el cacique de la Sección 10 Jorge Wade González, a sugerencia de su jefe mayor, Carlos Romero Deschamps, el viernes Torres García, al asistir a un evento infantil, aseguró que nada le había pasado; de los rumores, jocoso presumía: “lo que no mata fortalece”, y sin mencionarlos, raspaba a algunos alcaldes del sur porque él no utiliza carros blindados —Marcos Theurel, de Coatzacoalcos, sí— ni utiliza a elementos de la policía como sus escoltas —Renato Tronco, de Las Choapas, también—.
Se leía en las crónicas periodísticas del día siguiente que el alcalde de Minatitlán ya ha hecho concha con el tema de los atentados.
“Estamos bien, gracias a Dios. Los que trabajamos en el servicio público, estamos expuestos a este tipo de rumores. Esta es la segunda vez que se difunde una situación de este tipo sobre mi persona y afortunadamente creo que lo que no mata fortalece.
“Soy un presidente austero. No traigo escolta. No uso tampoco el servicio de la Policía Intermunicipal para mi protección, ya que mi mejor respaldo es el apoyo de la ciudadanía y así seguiremos porque no tenemos nada que temer, ya que las cosas se están haciendo bien y así seguirán”, agregó.
No es así. Quizá ninguno de los cinco reportes, y no dos como él afirma, de supuestos atentados en su contra sean ciertos, pero más vale que informe oportunamente a la sociedad minatitleca de la situación en que se encuentra su alcalde, aunque tenga que despabilarse de sus sueños.
Leopoldo Torres no ha realizado un buen gobierno en Minatitlán. Falta obra pública y el pueblo se siente defraudado porque en campaña prometió que ajustaría cuentas con su antecesora, Guadalupe Porras David, a quien fustigaba cuando era diputado local y ahora le encubrió el despilfarro y los boquetes financieros.
Pero eso sería lo de menos. Algunos alcaldes tienen como fin ser mediocres. Sin embargo, hay otros aspectos de un gobierno que no pueden ni deben descuidarse. Uno de ellos es la gobernabilidad.
Van cinco veces que corre la versión de que Leopoldo Torres ha sufrido un atentado. El reconoce dos. Para el caso es lo mismo. Evidencia la falta de solidez de la institución municipal, su jerarquía como alcalde y el sistema de seguridad y de información política.
Los atentados de saliva que ha sufrido Leopoldo Torres van generando la idea entre la población de que es un alcalde débil, vulnerable, a quien se le puede fracturar con sólo mostrar sus flaquezas. Eso genera ingobernabilidad.
Las limitaciones del alcalde de Minatitlán son pavorosas. Ante cinco casos de falsos atentados, lo menos que hubiera hecho sería crear un operativo de respuesta inmediata. Al menor indicio de que surge una nueva versión en su contra, bien podría activar un mensaje en las redes sociales para desmentir la especie. En cuestión de segundos, un tuit o un mensaje en Facebook acabarían con la malquerencia.
Lo que muchos se preguntan, es quién está detrás de la campaña de falsos atentados. Leopoldo Torres no es muy amiguero. Sus viejos amigos se quejan de que ahora que puede, no los ayuda. La ex alcaldesa Guadalupe Porras lo tiene entre ceja y ceja. En el sindicato petrolero, trae pleito con el cacique Jorge Wade, a quien intenta relevar con la venia del dirigente nacional, Carlos Romero Deschamps.
Alguien, una hermana de caridad que nunca falta, alguien a quien le estorba, quiere mostrarlo como un cero a la izquierda.
Mientras, Leopoldo Torres sigue durmiendo la mona, durmiendo la guarapeta del día. (romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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