miércoles, 26 de septiembre de 2012

La Helada que se viene

Érwin Bárcenas
Un clavo al Ataúd

Cuando mi abuela iba de salida en su ultima visita a la clínica donde días después partiría a mejores colinas, su frase dedicada totalmente a mí fue: "Abrígate por favor", acariciando mis cabellos y sonriendo mientras mi tía la seguía llevando del brazo.
El frío en mi tierra natal, Perote, Veracruz, es seco, calador de huesos y partidor de cachetes... o mejillas, como mejor gusten llamarles. Heladas dignas de las montañas como el Cofre de Perote, Pico de Orizaba o los amantes que vigilan la capital del País; los aires propios de bosques de pino y sembradíos de maíz, haba o frijol, que con suerte no se quemarán bajo la amenaza y aullido constante de los congelados vientos que viajan entre las rocas y el valle...
Las heladas significan que no hay posibilidad de que el calor que brinda la tierra se mantenga. Al no haber nubes en el cielo que hagan efecto invernadero, éste se disipa hacia el cielo y quedaremos expuestos a que las temperaturas no solo sean bajas, también la humedad será hurtada y sentiremos ese escalofrío que llega hasta los huesos...
De la misma manera, los sucesos recientes, donde la clase política, en todas sus expresiones, nos ha expuesto sin misericordia a la helada que vendrá, nos está quitando las pocas nubes que contenían nuestra seguridad, ésa con la que vivimos en el valle de los trabajadores, de los estudiantes y amas de casa, disipando ese calor hacia el cielo, a la cúpula elitista que domina entre monopolios, clases políticas, crimen organizado, mafias y oligopolios, ésos que con gusto y por negocio, nos querrán partir no solo las mejillas, también las bocas, las piernas y brazos con tal de que la resistencia a dicho y sufrido congelamiento sea la menor.
La reforma laboral, los nuevos partidos políticos, la alternancia en el capitalismo de cuates (como Denisse Dresser atinadamente les bautizó), el regreso de los vicios y licitantes del PRI, los muertos por una "NO" guerra, la pobreza, la dejadez, la indiferencia y la aún más mortal ignorancia autoinfligida; elementos propios de una noche larga, fría y sin abrigo para un México que vive el día a día, que intenta sobrevivir, y cuya mayor alegría en el día es terminarlo y esperar el tormento de iniciar uno nuevo mañana.
La información, el saber, el consultar, el no quedarse con la primera versión; el ser curioso, el investigar, el ver porqué tal o cual cosa nos la van a aplicar, el entenderlo y preguntar cómo evitarlo, manejarlo o impedirlo, es como un buen abrigo, es como salir a enfrentar este temporal por lo menos con lo básico para no enfermarnos de algo que al final y como se planea, nos aniquile.
Así que lee, entérate, infórmate sobre lo que está pasando, entiéndelo, busca las respuestas y los motivos, en pocas palabras, te doy el mismo consejo que mi abuela con mucho cariño me dejo: "Abrígate por favor".

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