lunes, 19 de noviembre de 2012

Inseguridad, engendro del poder

Roberto Morales Ayala
Zona Franca
El tema de la inseguridad incomoda al gobernador de Veracruz Javier Duarte de Ochoa, porque sabe bien que el problema de fondo es el despotismo con el que ha gobernado el grupo al que él pertenece, en los últimos tres sexenios.
Parafraseando las ideas de Montesquieu, en su crítica a los tiranos: ¿Qué protección podían tener los ciudadanos contra la arbitrariedad, si una sola mano —la del grupo Fidel Herrera-Javier Duarte— reúne confundidos a los poderes legislativo, ejecutivo y judicial?
Esa es la realidad que observamos los veracruzanos, los que la vivimos a diario, cuando sabemos como el Ejecutivo y sus familias engordan sus cuentas bancarias con negocios al amparo del poder; de cómo los llamados representantes populares —diputados levantadedos— utilizan la voz de pueblo para prostituirse y obtener prebendas ajenas al bien común; de cómo el Poder Judicial protege y se implica en la delincuencia para cobardemente masacrar a la sociedad que debiera proteger.
En este contexto, le tomamos la palabra a Duarte de Ochoa cuando pide a los periodistas no ser “monotemáticos”, porque, cierto, la inseguridad que vive la sociedad veracruzana tiene una íntima relación con el poder despótico que gobierna. Delincuencia y poder fornican juntos, gozan de la plenitud del piche poder.
Quisiera el gobernador que se hablara del Veracruz paradisíaco que a base de golpes propagandísticos, ha querido vendernos; del Veracruz de sones, arpas, jarana, fandango y danzón; del cúmulo de acciones de su multipublicitado programa “Adelante”, que hace pasar obras federales como obras del gobierno estatal, o del fantasioso éxito del operativo Veracruz Seguro, donde el Ejército y la Marina producen bajas reales al narco mientras policías, subprocuradores y agentes del Ministerio Público, lo mismo les dan el pitazo que los dejan libres.
A Javier Duarte de Ochoa no tardarán mucho en darle un rimbombante premio internacional de propaganda y mercadotecnia por la campaña elaborada para la presentación del II Informe de Gobierno de Veracruz 2011-2012.
La atractiva presentación de mensajes publicitarios a través de videoclips y un discurso vestido de un llamativo documental multimedia, sin lugar a dudas impresionaría al ejército de los hombres de guayabera blanca que se dieron cita en el World Trade Center de Bocal del Río, igual a quienes fuera de Veracruz no conocen la realidad de un estado potencialmente rico por sus atractivos turísticos y reconocida la nobleza y alegría de su gente.
No impresiona, sin embargo, a los de abajo, al pueblo, a la sociedad humilde de las sierras y de los cañaverales; a los miles que viven de los programas sociales y de las dádivas del PRI, a cambio de su voto; al ejército de desempleados que se preguntan ¿dónde carajos están los 200 mil puestos de trabajo que tanto presume el gobernador Duarte?; a los miles que año con año se van a otros entidades o trasponen la frontera porque aquí no hay proyectos que les den empleo y con ello, que puedan llevar alimento a sus casas; a los miles y miles de familias que han perdido a los suyos, unos por un secuestro, otros por un levantón, otros por el asesinato despiadado; a los cientos de miles, quizá millones, que azorados vemos, leemos o sabemos que los cuerpos policíacos están coludidos con el crimen organizado. A todos ellos no los convence el gobernador Javier Duarte con la fuerza de un promocional, de un discurso, del elogio pagado en los medios de comunicación.
Su punto flaco es la seguridad pública. Ocurren levantones, secuestros, robos de autos, crímenes, que tienen pasmada, llena de miedo, presa del terror, a la población.
Citemos casos. Hace una semana, el sábado 10, fue levantada la hija del regidor de Coatzacoalcos, Salvador Hernández Castro, cerca del puente Antonio Dovalí Jaime. Hallaron el vehículo en que viajaba, pero no a Cintia Hernández Martínez ni a su amiga Karla Lizzeth Martínez Estudillo, quien la acompañaba.
Jorge Yunis Manzanares, subprocurador de Justicia en la zona sur, dijo el lunes 12 que los familiares de Cintia Hernández no habían tenido contacto con los secuestradores ni habían presentado denuncia ante el Ministerio Público.
Días después trascendió que los captores pidieron 5 millones de pesos por liberarlas. Cuando se les pidió que demostraran que las jóvenes estaban vivas, subieron una fotogafía de ellas a una cuenta de Facebook, a nombre de América Tronco, la cual fue deshabilitada poco después.
Hasta hoy, la hija del regidor de Coatzacoalcos, ex alcalde de Nanchital y ex candidato del PRI a diputado federal, Salvador Hernández Castro, no aparece.
Otro caso que cimbró a la opinión pública fue el del empresario Salvador Sánchez Lemarroy, hallado el miércoles 14 gravemente herido en la colonia Iquisa, en Coatzacoalcos. Le asestaron 22 puñaladas, aunque logró sobrevivir y su estado se reporta sumamente grave.
En un principio se suponía que había sido levantado por sujetos desconocidos, quienes luego de coserlo a puñaldas, lo imaginaron muerto y lo abandonaron en el interior de su auto, un Yaris Toyota. Como pudo salió del vehículo y durante la madrugada fue encontrado, siendo auxiliado por la Cruz Roja, internado en el Seguro Social y operado de urgencia pues presentaba perforaciones en varios órganos de su cuerpo.
Un día antes, Sánchez Lemarroy había visitado a inquilinos a quienes les arrienda diversos inmuebles.
Veracruz se halla en una encrucijada. La seguridad púbica es precaria, rebasada por la delincuencia. De ello hablan las cifras, con toda su frialdad y con toda su contundencia. En 2011 se presentaron 186 denuncias por extorsión y 29 secuestros; ahora, cuando aún no concluye el 2012, van 219 por extorsión y 59 por secuestro. O sea, la inseguridad, lo digan o no los medios de comunicación, va en aumento.
Cuando compareció el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, ante el Congreso de Veracruz, el viernes 16, para detallar los alcances de los programas para enfrentar a la criminalidad, dijo algo que asombró a muchos: existen policías municipales que obedecen a otro jefe.
No se refería a que su superior es el alcalde, sino que se han coludido con el crimen organizado y por ello han causado baja en las corporaciones.
Un dato revelador, al abordar el tema de la profesionalización y capacitación, fue que 2 mil 100 policías se les despidió por estar vinculados con la delincuencia. Bermudez no dijo si los procesaron; sólo se refirió a sus ligas inconfesables. Admitió que cuando venza el plazo del sistema de seguridad a nivel nacional, estará capacitado sólo el 73 por ciento de los policías veracruzanos.
Se congratuló de que los policías de Veracruz son los mejor pagados del país. Y aún así se coluden con la delincuencia, signo evidente de que no es factor económico, el salario elevado, lo que evita la corrupción.
Bermúdez Zurita halló un Congreso a modo, manso y servil, sin un diputado que cuestionara los supuestos avances en materia de seguridad, mientras a diario se cometen levantones, secuestros, crímenes y todo tipo de violencia.
Frente al crecimiento de la inseguridad, crímenes por todo el estado, secuestros y extorsión, el gobernador Javier Duarte propone la manipulación de las masas y la libertad de expresión dirigida. Un día antes de su segundo Informe de Activiades, el jueves 14, pidió a la prensa no ser “monotemática”, no hablar sólo de seguridad, sino volver la vista “hacia las buenas noticias”.
A su juicio, el tema de la inseguridad y la delincuencia organizada “crea morbo”. Acusó a los medios de comunicación de caer en un círculo vicioso al informar sólo de asuntos de violencia y criminalidad. Hay que “ampliar los horizontes”, conminó a la prensa y sugirió hablar de empleo, comunicaciones, desarrollo social, infraestructura o salud.
A la inseguridad hay que verla “como un tema más”, reseñó el miope gobernador.
En los días previos al informe de gobierno, Javier Duarte desplegó una dispendiosa campaña publicitaria en la que exaltó que los veracruzanos deben esperar el futuro; “el futuro se elige”, dice.
Trajo a Joaquín López-Dóriga, titular del noticiario estelar de Televisa y de Radio Fórmula; difundió una supuesta entrevista en prensa nacional, donde presumió la creación de 200 mil empleos, y saturó con sus promocionales las salas de cine, cuyos asistentes tenían que ver el video de más de un minuto de duración, en el cual veracruzanos de diversas parte de la entidad hacen la “Duarte señal”, extendiendo el brazo, como lo hacía en su propaganda de campaña, “similar a cuando se le hace la parada un ruletero”.
La óptica del gobernador Duarte es corta. La prensa no provoca el morbo cuando expone los hechos delictivos, la saña de las bandas criminales, el secuestro, la extorsión y la violencia en general. El morbo lo provoca el gobierno de Javier Duarte por su incapacidad para enfrentar a los verdugos de la sociedad y por la corrupción que impera en las corporaciones policíacas y en el aparato de justicia.
No destacan los medios de comunicación el deterioro de la inseguridad, por capricho o por pretender evidenciar al gobierno de Veracruz. Le dan relevancia a las noticias que reflejan la gran indefensión en que se halla la sociedad, por una razón enorme y significativa: la seguridad es la primera garantía constitucional, el primer y más importante derecho de los ciudadanos, y la primera tarea, ineludible tarea, de los gobiernos.
Eso, fácilmente lo comprenden los ciudadanos; Javier Duarte, no. Se le complica porque emana de gobiernos desvinculados de la sociedad, déspotas en esencia, que no atendieron ni atienden al sentir de los gobernados.

(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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