martes, 5 de marzo de 2013

Votar por un desconocido

Salvador Muñoz
Los Políticos

La frase es lapidaria, salida del sentimiento que lanza un grito de priista, de militante, de seccional: Preferible perder Boca del Río que votar por un desconocido.
Es la tarde del lunes. Se celebra en Boca del Río, como en muchos otros lados, el 84 aniversario del PRI.
Desde las cuatro de la tarde, los priistas boqueños se congregaron para celebrar al partido en las afueras del auditorio Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Todo parecía un festejo normal... hasta que apareció Raúl Zarrabal Ferat y el ánimo subió al grito de “¡Raúl, Raúl, Raúl!”
Como siempre, El Comas Zarrabal pasó saludando a sus amigos, a sus amigas, a la gente que lo viene acompañando desde hace uno, dos, tres... ya casi cinco años.
Y entonces apareció el alcalde Salvador Manzur acompañado de Sergio Pazos Navarrete y un nuevo grito se escuchó... no, no era para el presidente municipal y mucho menos para su acompañante... el grito era un apellido: “¡Zarrabal! ¡Zarrabal! ¡Zarrabal!”
La risa nerviosa de Manzur con los brazos en alto trataban de aminorar el grito mientras Sergio adquiría un color púrpura en la cara... quizás el calor propio del clima o quizás el calor propio de la manifestación de un sentir generalizado en los ahí reunidos... o los dos.
Salvador Manzur partió el pastel pero a regañadientes... algo le incomodaba... quizás esos gritos de aliento a “El Comas” o las cartulinas y pancartas que manifestaban el respaldo a un hombre en Boca del Río.
Una mujer, de esas de ronco pecho, manifestaba su indignación ante la presencia de un desconocido para ella.
Alzaba su voz para con sus compañeras y compañeros que la escuchaban atentos:
“Y si no aparece en la boleta, pónganle el nombre”...
Prófugos de Sedesol, panistas escabullidos en la fiesta tricolor, levantaron un grito, quizás sin tanto éxito pero lo suficientemente alto para que esa mujer los escuchara: “¡Pazos, Pazos, Pazos!”
Sólo bastó la mirada enérgica de la doña, fija y fría, para que el grito se apagara...
Una mujer se acercó y les preguntó a esos panistas extraviados:
—¿Qué les dijo esa mujer?
—Nada... nomás con la mirada...
La señora alcanzó a escucharles y les respondió con una frase:
—Óyelo bien... prefiero que se pierda Boca que votar por un desconocido... ¿quieres un puesto? ¡Gánatelo! ¡Enlódate los zapatos! ¡Métete a los charcos!
Alguien por ahí le dice que como lo hacía Fidel Herrera... y responde:
—Raúl hace lo mismo, ¡anda con la gente! ¡No queremos imposiciones! La vez pasada votamos por Manzur, ¿pero sabes por qué lo hicimos? Porque ya lo conocíamos, ya habíamos caminado con él...
Sin embargo, la señora está decepcionada... dice que cuando va al Ayuntamiento boqueño, “nunca hay lo que pido, lo que necesito... vengo tres años pidiendo un trabajo para mi esposo y no lo hay... ¿sabes porqué? Porque es mayor de edad... ¡somos adultos mayores, tenemos necesidades!”
Por eso, en esta ocasión, asegura, no van a aceptar imposiciones porque ellos (voltea a ver a toda la gente que atenta sigue su discurso) “son los que votan, son los que mueven a la gente, de casa en casa, de puerta en puerta, viendo qué necesita uno”.
Remata con una frase lapidaria:
—Por eso, preferible perder Boca del Río que votar por un desconocido.
Le sale tan del pecho, tan espontáneo, tan natural, que los aplausos se los ha ganado ella.
Y el pastel, por el 84 aniversario del partido, es partido de mala gana, como la partida que emprende un joven que para los allí presentes es desconocido, pero no por ello le omite expresar su sentir ante la muestra de rechazo de la militancia: “¡Que se vayan a la verg... con su presidencia!”

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