jueves, 25 de abril de 2013

Delincuencia acreditable

Salvador Muñoz
Los Políticos

Me platica y siento que mi cara arde... Un tanto por el afecto que le guardo al chamaco. Lo conocí cuando tenía, qué será, ¿doce años o menos? Para mí sigue siendo un chaval. Me enseña las marcas de las esposas en sus muñecas... peor aún: sus amigas me muestran lo mismo.
–¿Pues qué hicieron?
–Es lo mismo que preguntábamos: ¿Qué hicimos?
Y ahí empieza una historia de abuso de autoridad, prepotencia, humillación, maltrato, y hasta cierto punto, deja escapar en sus autores, un dejo de resentimiento social contra unos ciudadanos que, en lugar de ser arropados por la seguridad pública, se vuelven sus víctimas.
Me reservo el nombre de mi amigo porque junto con sus nueve compañeros, ellos habrán de seguir los cursos que correspondan para interponer su queja contra los elementos de la patrulla 201527, al parecer comandada por un sujeto que apodan “El Puma” y quienes resulten responsables de un claro ejemplo de abuso de autoridad.

II
Era la medianoche del miércoles. Calle Clavijero. Mi amigo circulaba en su carro seguido de otras dos unidades donde se repartieron en total 10 personas. Justo cerca de la Cruz Roja, la patrulla 201527 les cerró el paso intempestivamente. El altoparlante les pidió descender de las unidades para una revisión de rutina. Los tres carros se pararon y sin que mediara temor alguno, bajaron tres muchachos y siete jovencitas a quienes pidieron se pusieran contra la pared. Las solicitudes de una explicación no fueron oídas o fueron respondidas con empujones o palabras altisonantes sin importar género, ni de quien las expedía ni de quien las recibía porque no hubo recato en las mujeres policías que revisaban a las jovencitas.
Los carros de los tres jóvenes entonces fueron revisados minuciosamente por dentro sin que hubiera permiso de sus dueños para hacerlo. Los reclamos por ello fueron callados nuevamente por empujones y palabras altisonantes.
Diez esposas abrazaron las muñecas de diez muchachos que seguían pidiendo explicaciones... entonces “El Puma” giró la orden: ¡A San José!
¿Y los carros? Uno se lo llevó un policía y los otros, sus dueños llevando como copiloto a un elemento de SSP que amedrentaba a cada conductor con un aparato de descarga eléctrica.
Para ese momento, ya sobre Clavijero, bajaban seis patrullas, dos motos y tres carros.
En una de las patrullas, una de las uniformadas desquitaba sus frustraciones lanzando puntapiés a una jovencita. En la otra, uno de los muchachos recibía jalones de cabello e insultos. Por la radio, una policía decía: “¿Querían acción? ¿Querían adrenalina? ¡Allí la tienen!”

III
Entraron a San José como si hubieran detenido a una peligrosa banda de delincuentes.
Los bajaron y mientras esperaban, los jóvenes pidieron que los liberaran de las esposas... los estaban lastimando... “Mejor quédate quietecito, porque se te van a apretar más”, le recomendaron entre burlas.
Los pasaron con un doctor, que para comprobar si estaban ebrios, les preguntaba la fecha y tras el exhaustivo examen, los turnaba a otra área donde fueron fotografiados, cual delincuentes; de allí, a otra sección donde les tomaban las huellas digitales. Al preguntarles sus generales, alguien dijo que estudiaba Derecho, a lo que el escribiente le dijo que si era así, debiera saber el delito que había cometido. A lo que la joven respondió: “Sigo sin saber qué hicimos”. Por último, fueron pasados a las celdas, donde los guardias hacían mofa de ellos, por ser “gente bien”; a las jóvenes, les lanzaban comentarios mordaces y miradas obscenas. Incluso, antes de que ingresaran a San José, “El Puma” preguntaba a uno de los chavos si tal muchacha era su novia; ante la respuesta afirmativa, el policía le dijo: “No te la mereces”, con una mueca que intentaba ser sonrisa y una mirada que bien merecía la denuncia por violación.
–Permítame llamar por teléfono– pidió mi amigo... no hubo oportunidad de ello. En las celdas, tanto varones como mujeres eran amedrentados nuevamente con el aparato de descargas eléctricas, con burlas en especial para ellos y ellas.
De la medianoche al momento que les permitieron esa ansiosa llamada, pasaron casi tres horas incomunicados sin que nadie les explicara por qué estaban allí. Entre ellos, la pregunta era “¿Qué hicimos?”, repetida una y otra vez.
¿Por qué se les permitió la llamada telefónica? No se explican. Al poco rato, tras pagar una multa administrativa “por contravenir al bando de policía y gobierno de Xalapa”, de acuerdo al artículo 49.55 (sic) fracciones I, II y III así como el Artículo 21 Constitucional, fueron dejados en libertad pero siempre haciéndose la misma pregunta: “¿Qué hicimos?”

IV
A manera de hacer lo que no hizo Seguridad Pública, le busqué a mi amigo esto:
En el Bando de Policía y Gobierno de Xalapa, en su Capítulo II, que refiere a “Infracciones o faltas a la legislación y reglamentación municipal”, su artículo 49 dice:
“Son infracciones al orden público:
“I.- Alterar la tranquilidad y el orden en cualquier lugar y circunstancia dentro del territorio del Municipio; (hasta aquí, el resto, que lo dejo, no compete) así como las marchas, los plantones, las manifestaciones o cualquier otro tipo de concentración humana de carácter político, religioso, deportivo, recreativo o social, cuando no den aviso oportunamente a las autoridades municipales correspondientes, cuando menos con 24 horas de anticipación, ajustándose a lo dispuesto por el artículo 9 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
“II.- Realizar bailes o fiestas en domicilio particular reiteradamente, de tal forma que causen molestias a los vecinos, o hacerlos para el público y con costo, sin el permiso de la autoridad municipal correspondiente; (Es evidente que la fracción II tampoco corresponde)
“III.- Poner en peligro la integridad física, moral o patrimonial de los habitantes del Municipio”;
Dándole la razón a la Policía, supongo que abogan a la Fracción I y III su accionar.
Conozcamos qué dice el Artículo 21 Constitucional:
“Compete a la autoridad administrativa la aplicación de sanciones por las infracciones de los reglamentos gubernativos y de policía, las que únicamente consistirán en multa, arresto hasta por treinta y seis horas o en trabajo a favor de la comunidad; pero si el infractor no pagare la multa que se le hubiese impuesto, se permutará esta por el arresto correspondiente, que no excederá en ningún caso de treinta y seis horas.
“Si el infractor de los reglamentos gubernativos y de policía fuese jornalero, obrero o trabajador, no podrá ser sancionado con multa mayor del importe de su jornal o salario de un día.
Tratándose de trabajadores no asalariados, la multa que se imponga por infracción de los reglamentos gubernativos y de policía, no excederá del equivalente a un día de su ingreso”.
Sin embargo, conociendo los artículos expedidos en su multa, ellos se siguen preguntando: “Pero... ¿qué hicimos?”
V
Reconoce uno de los chavos que llevaban el volumen alto, cantando... pero si uno de los carros iba de esa forma: ¿Por qué detener a todos? Ahora, bajo el supuesto de que fueran manejando con temeridad, para que quepa el caso de la fracción III del Bando de Policía... ¿por qué detener a todos los ocupantes y no nada más al conductor que así estuviera haciéndolo? Si es así, se entiende que haya un trabajo de prevención, en este caso de accidentes, pero ¿por qué no se auxilió Seguridad Pública de Tránsito del Estado para que se les hiciera allí mismo la prueba del alcoholímetro? Pero se descarta el asunto cuando los mismos policías permitieron que condujeran sus unidades, entonces, no iban borrachos. Aún más: ¿Por qué asumir una conducta prepotente, arbitraria, humillante y amenazadora, incluso hasta con jaloneo de cabellos y puntapiés contra los jóvenes y lo peor aún: por qué mantenerlos incomunicados e ignorantes de su “supuesta infracción”?
La respuesta es simple: La policía acreditable que presume Arturo Bermúdez es sólo de saliva y mediática... en la acción, deja a una sociedad expuesta a encontrarse con la interpretación de los reglamentos y las leyes del “Puma” y secuaces. No sé cómo sea en otras ciudades, pero en Xalapa, es evidente que podemos ser víctimas de la delincuencia, tanto organizada, como acreditable... ¡gracias Bermúdez! Mientras, me imagino, ya has de saber porqué el hijo de un conocido empresario, Líder en el ramo mediático, sale del país.

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