domingo, 28 de abril de 2013

¡Ah, pa’ berrinchitos!

Brenda Caballero
Números Rojos

¿Soy berrinchuda? pregunto a mi marido, quien medita unos segundos y me dice: “mmm… ¡no! ¡no! a lo mejor lo fuiste con tu madre, pero conmigo, no”.
Ciertamente, no me considero berrinchuda, aunque mi madre siempre cuenta que cuando era pequeña, alguna vez que me llevó a cierta tienda comercial, me gustó un vestido, el cual le pedí medirme; posteriormente, ya no me lo quise quitar, por lo que tuvo que comprármelo pasando hasta la caja con el vestido puesto y con la etiqueta pegada a mí para que se lo pudieran cobrar.
Sinceramente, no recuerdo eso, aunque alguna vez quise hacer berrinche en la calle, llorando de manera exagerada para que mi madre me hiciera caso. Ella sólo optó por dejarme llorar e irse. Eso me sirvió para que nunca volviera a hacer eso, incluso, a la fecha aún sufro entre sueños que se repiten en lo mismo: Voy con mi madre y de repente la pierdo y caigo en la desesperación. Creo que mi berrinche me ocasionó un gran trauma.
En lo particular, me es muy desagradable las actitudes de los pequeños que hacen berrinches en algún lugar público, llorando, haciendo rabietas y en algunos casos, aventando patadas o manazos a los adultos que los quieren contener y que éstos, con tal de no pasar por una vergüenza pública, les dan lo que quieren los pequeños, que van tomando conciencia de su manipulación, incrementando cada vez sus deseos con rabietas y llantos mayores.
Creo que eso sucedió a la hija del titular de la Profeco, Humberto Benítez Treviño, quien el sábado pasado acudió en compañía de una amiga a un restaurant de la colonia Roma en el Distrito Federal, y al no darle la mesa que quería la señorita, pese a no tener reservación y explicarle el orden de llegada, amenazó con mandarle una revisión y clausurar el lugar pues su papá era “el Procurador” y que lógicamente le creería más a ella, abandonando posteriormente el lugar.
Y la amenaza se cumplió dos horas después, al llegar tres inspectores de la Profeco y colocar sellos de clausura, manifestando presuntas irregularidades en el mezcal que allí se vende y por supuesto, el sistema de reservaciones. Dicen que eso se convirtió en una rebambaramba pues un inspector empujó a un comensal, increpándole este último, y disgustándose todos los que estaban allí y tomando fotos con su celular, a lo que acto seguido, los inspectores salieron huyendo refugiándose en su vehículo.
¡¡¡Woaooo!!! ¿Quién dice que nuestras autoridades no actúan rápido? ¡Claro! debes tener un papá influyente para que te hagan caso.
Al menos, más de una vez he acudido a la Profeco sin obtener una solución a mi problema y es llamada tras llamada, o vuelta tras vuelta, sin obtener siquiera una respuesta, ya no una solución.
A pesar de que Andy, la hija del procurador “se disculpo de corazón” en twitter, para la mayoría de los mexicanos su actitud es indignante al grado que fue “trending topic” en twitter con el hashtag #LadyProfeco.
¿Pero realmente Andy tiene la culpa? ¿Hay que crucificar su actitud? Por supuesto que no, ella no es responsable de tener un padre que le cumpla sus caprichitos, con la estructura de una oficina que pertenece a todos los mexicanos. Aunque he de reconocer que podría ser un buen enlace entre los mexicanos y la Procuraduría, si le mandamos nuestras quejas, al menos quedó comprobado que ¡A ella sí le hacen caso!
Otros que actuaron rápido fueron los partidos de oposición, como el coordinador del PRD en el Senado, el perredista Miguel Barbosa, quien propuso la renuncia del titular de la Profeco por abuso de poder y cumplir caprichos familiares, ya que la hija no forma parte de la cadena de mando de la Procuraduría, cuya función es defender a los consumidores.
A pesar de estar convaleciente de una intervención quirúrgica, Humberto Benítez tuvo que ofrecer disculpas públicas por el comportamiento de su hija y decir que las autoridades “se extralimitaron”.
¡Vaya! ¡sólo falta que los corran! ¡Pues la cuerda se rompe por lo más delgado!
Pero no es la única berrinchuda, tenemos a más “hijos de papi” que hacen uso del puesto de sus padres para ejercer influyentismo y salirse con la suya.
¡O qué tal los berrinches de los candidatos que al no ser designados por los partidos donde militan, se van a otro como si cambiaran de calzones!
Y algunos se preguntan ¿Renunciará el Procurador de la Profeco? Por supuesto que no, pues en este país las disculpas son más que suficientes.
Sólo falta que cuando alguien matara a una persona dijera: “no quise hacerlo, ofrezco disculpas”, pues tal parece que esa es la única solución ¿y la ley? sólo sirve para dos cosas: ¡para nada y pa’ madres!
¡Usted disculpe si le ofendí!

Email: caballero_brenda@hotmail.com

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