viernes, 5 de abril de 2013

Joaquín y Gonzalo, las malas compañías

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

Coatzacoalcos ha sido un Waterloo político para el PRI, una zona de riesgo extremo cuando hay elecciones, a veces con derrotas cerradas y a menudo con derrotas humillantes, y cuando le dejan las manos libres, generalmente recurre al fraude para arrebatar el triunfo.
Parte de su dilema es la vocación opositora del electorado porteño. Desde 1973 el PRI ha perdido tres alcaldías, cinco diputaciones federales y una diputación local, arrasado por la fuerza del voto, dando pauta a la creación de partidos locales y agrupaciones políticas en que se concentró la defensa de la industria petrolera, el reclamo social y el rechazo a todas las facetas del cacicazgo político.
Ciertamente, aunque el PRI ha retenido la alcaldía de Coatzacoalcos en la mayoría de las elecciones, sus triunfos estuvieron marcados por el fraude, desde el robo de urnas, cooptados los órganos electorales, infiltrada la oposición, que en no pocas ocasiones, billeteada, postula candidatos para perder. Sólo así el PRI ha logrado mantenerse en la alcaldía y, sobre todo, en los recursos del segundo municipio con mayor presupuesto del estado de Veracruz.
Parte de su dilema es la vocación opositora de la sociedad coatzacoalquense, pero también el anquilosamiento de sus estructuras y el control de los grupos priistas que no permiten la participación de sus bases, ni la inclusión de nuevos actores en el juego político.
Hoy, la conformación de la planilla priista es un pleito de perros. Casi amarrado para contender por la presidencia municipal, Joaquín Caballero Rosiñol solicitó licencia a su cargo de diputado federal para terminar de armar el complejo rompecabezas que representa la integración del grupo que tratará de ser gobierno en el próximo ayuntamiento de Coatzacoalcos.
De entrada, se advierte el repudio de la militancia priista y de la sociedad misma a personajes que se significan por adolecer de imagen pública y otros cuya pésima fama lejos de aportarle votos al PRI, en el mejor de los casos le disminuyen apoyos, y en el peor de los escenarios, le generan voto de castigo o voto en contra.
Caballero es, de entrada, un junior. Nacido en pañales de seda, no sabe de miserias ni de estrecheces, ni vivió en calles de arena o en colonias pantanosas. Su desarrollo político lo ha tenido siempre en el área de las obras públicas. Fue subdirector de Desarrollo Urbano en el ayuntamiento de Coatzacoalcos, más tarde secretario a nivel municipal, y finalmente director de obras en el gobierno de Veracruz.
Con él irían —nada es oficial aún en el PRI— no los mejores sino aquellos que proponen los sectores, las organizaciones y los grupos de poder del tricolor: Alejandra Theurel Cotero, hermana del alcalde Marcos Theurel, personaje repudiada entre el priismo por su inclinación a los negocios con cargo al erario; Vicente Aparicio Rosario, un albañil de la CTM; Luis Martín Vega Sánchez, un director de escuela del corrupto sindicato magisterial; Felipe Hernández Pulido, junior del líder petrolero Ramón Hernández Toledo; Víctor Andrade López, dirigente municipal del PRI, acusado de venta de plazas en el sindicato de electricistas; José Antonio Chagra Nacif, hermano del síndico Roberto Chagra, ambos herederos políticos del repudiado ex gobernador Fidel Herrera Beltrán; Juan Manuel Rodríguez Caamaño, actual director de Turismo municipal, rector de la Universidad Istmo Americana, a quien lo mismo se le vincula con el ex alcalde Edel Álvarez Peña, que con Marcelo Montiel, que con Marcos Theurel; Noriel Prot Álvarez, agente municipal de Allende; Luis Rendón Martín, líder del Grupo Integra y propuesta del ex alcalde Iván Hillman Chapoy, señalado de enriquecerse durante su gestión en el ayuntamiento y por no hacer obra pública, y Juan de Dios Sánchez Abreu, protegido del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, sorprendido cuando trasladaba propaganda del PRI a una bodega particular.
En la otra esquina se halla Gonzalo Guízar Valladares, candidato del PAN a la alcaldía de Coatzacoalcos. Aunque presume que su planilla es una alianza de facto con el PRD, lo cierto es que el 90 por ciento de los candidatos a regidores son de extracción panista.
El candidato a síndico es el perredista, periodista y abogado Jesús Hernández Tea, quien ya ocupara el cargo entre 1998 y 2000, cuando mantuvo una relación tirante y de confrontación con el
alcalde del PRD, Armando Rotter Maldonado. Las regidurías serían para José Uribe Pozos, ex diputado federal suplente y frustrado aspirante a la candidatura a la alcaldía en 2010, antes ligado al PRI cuando fue esposo de la ex reina del carnaval, Mily Chagra Nacif, de la cual se divorció; Efraín Martínez Cruz y Martha Hernández, panistas activos, ligados a las corrientes locales; Conrado Navarrete Gregorio, operador de Gonzalo Guízar, representante ante los órganos electorales, desde que militaban en el PRI; César Domínguez, de extracción perredista aunque sin mayor peso en las filas del PRD; Rosalinda Tolentino Escayola, ex secretaria general del PAN y ex delegada de Migración, inhabilitada para ocupar cargos en el gobierno federal por hostigamiento a su personal, y Javier Pola, hermano de pastores cristianos y del operador panista, David Pola, ex director administrativo de la policía municipal en el ayuntamiento encabezado por el priísta Iván Hillman Chapoy.
Priistas y panistas por igual, unos carecen de imagen pública y a otros les sobra desprestigio y mala fama. Con ese bagaje van Joaquín Caballero y Gonzalo Guízar a la contienda por la presidencia municipal, atados a compromisos de partido y a componendas de grupos, sin margen para incorporar personajes de la sociedad civil que prestigien sus planillas, especialistas en temas de interés ciudadano o académicos relevantes, que pudieran desarrollar un gobierno progresista.
Para colmo, la hermanita de Theurel se perfila como la candidata a síndica, lo que junto con los demás candidatos a regidores, ataría las manos de Caballero.
Caballero Rosiñol carga, además, la herencia de los malos gobiernos encabezados por juniors como Iván Hillman y Marcos Theurel, que mantuvieron a Coatzacoalcos en la parálisis económica, sin obra de trascendencia y en cambio, floreciendo negocios particulares y un derroche de imagen personal.
El tercer contendiente, Armando Rotter Maldonado, por el partido Movimiento Ciudadano, tiene el reto de integrar una planilla ciudadanizada que ofrezca a los porteños una opción atractiva, frente al generalizado repudio que acumula el PRI.
Rotter, quien fuera alcalde de Coatzacoalcos, realizó una gestión democratizando la obra pública, atendiendo los reclamos de la sociedad e integrando al pueblo a sus decisiones de gobierno. Eso lo llevó a mantenerse vigente en el ánimo del electorado hasta la fecha.
Las condiciones están dadas, pues las estructuras del PRI y PAN no permiten advertir que sus gobiernos puedan sacudirse la tutela de quienes ejercen el control hacia su interior y es previsible que una vez en la alcaldía de Coatzacoalcos los negocios fluirán como ha ocurrido desde que el PRI recuperó el poder municipal, en 2000.

(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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