Salvador Muñoz
Los Políticos
Acostumbrado quizás a que quien hace las preguntas soy yo, me sorprende, me agarra por sorpresa cuando me cuestiona: "¿se dice 'neva' o 'nieva'?" Tartamudeo, y cabrón, remata: "Digo, le pregunto a alguien que sabe de letras"... Se compadece de mi vacío y se responde para continuar con la plática. No le llamo entrevista porque es informal la charla, más de cuates y menos de política. Al final de ésta, nos tomamos una foto teniendo como escenografía una hermosa imagen del fotógrafo Carlos Cano.
Américo de carne y hueso, así lo veo, cuando me empieza a platicar de la chancla voladora de su señora madre y del tino que tenía doña Guillermina para sus lanzamientos ante las travesuras de su hijo.
Me dice que no conoció el cinturonazo de su padre, don Memo Zúñiga, pues bastaba un regaño con el vozarrón clásico que lo caracteriza, para entender que la travesura se había pasado de tueste.
El ejemplo de ello, platica, ocurrió en la secundaria, cuando se fue de pinta con un amigo (Chema) en una moto. Un taxi los chocó haciendo que volaran con resultado de una pierna quebrada y lesiones abrasivas en manos y brazos.
No podía pasar por alto la duda en torno a una boleta de "prepa" que circula por la internet con algunas materias reprobadas. Acepta haber reprobado algunas materias pero no recuerda que haya sido con tan bajas calificaciones y sí, también conoció los "extraordinarios"... Tema que conocemos a la perfección ambos en nuestra época estudiantil... Yo igual reprobé cantidad de materias y como Américo, cuando supe mi vocación, me apliqué.
Y a pesar de ser un tipo extrovertido, si hay algo que le pudo, puede y es seguro que le podrá, es Mariana. Américo lo reconoce, está más cerca de ser "Amigo" que "Amante a la antigua" de Roberto Carlos... No es un romántico. Quizás por ello le costó declarársele, pero fue con "Los Piratas del Caribe" y la calidez de dos manos que se juntan que se omitió el "¿Quieres ser mi novia?" por un beso en las sombras... ¡Valió la pena el boleto!
Platico con Américo, no con el político ni con el candidato, sino con Américo, el joven de carne y hueso, que le gusta bailar, cantar (no lo hace tan mal con las de José José), que cuenta chistes, que bromea y sabe de sus virtudes pero está consciente de sus defectos. Aunque lo ven "acartonado" (incluso, lo confieso, hasta yo lo catalogaba así), en realidad ni un tantito es así, es más bien formal, por eso le insisto que por qué, entonces, los políticos insisten en mostrarnos una cara distinta a la realidad de la gente común y corriente, de "perfectos", de "familia perfecto", de "trabajo perfecto", de "vida perfecta", y me dice:
—Creo que somos tan humanos como cualquiera, ciudadanos que debemos cuidar en ciertos aspectos nuestro actuar, porque al final de cuentas, queremos ser merecedores de ser identificados como ejemplo en la sociedad, pero no dejamos de ser humanos, por supuesto que lo somos, con todos los errores y algunas virtudes.
—Van al baño...
—Al igual que cualquier otro ¡y apesta igual!
Me suelto la carcajada... La sigue Américo... ¡Una charla a todo dar!
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