jueves, 2 de mayo de 2013

Las Choapas, foco rojo para Duarte

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

Las Choapas en los límites con los estados de Tabasco y Chiapas, por si no lo sabe el gobernador Javier Duarte, también es Veracruz. Su gente es veracruzana. Y los que nacieron en otro lugar, se dejaron adoptar. Su amor por Veracruz es infinito. Y quieren vivir en paz, desarrollarse, con calidad, en armonía.
Se lo dicen, palabras más, palabras menos, 2 mil 500 ciudadanos, entre comerciantes y campesinos, que están hartos de los desplantes y arbitrariedades del alcalde con licencia o ex alcalde o alcalde con su títere en la presidencia, Renato Tronco Gómez; hartos de sus abusos; ofendidos e indignados por la espiral de atropellos y atracos, pero sobre todo por la impunidad con que se conduce y la complicidad que le prodiga el gobierno que Duarte dice representar.

Los comerciantes de Las Choapas llaman la atención del gobernador antes que la sangre llegue al río. En una carta abierta, misma que fue entregada en la sede del gobierno de Veracruz y remitida una copia al Presidente Enrique Peña Nieto, reclaman que aterrice su atención en el municipio “el cual prácticamente está todo bajo control inapelable de los caprichos” del mentado Tronco, incluida la reubicación de la terminal de autobuses rurales al rancho Tronquini, propiedad del alcalde de marras.
La carta es un misil. Le dan con todo a Renato pero también le dan su ubicada al gobernador. Cito textual: ¿Hasta cuándo tendremos su atención? ¿Acaso los negocios y las complicidades valen más que un pueblo? ¿Quién protege y solapa a Renato Tronco Gómez?
Las respuestas son una obviedad. El poder de Renato no le viene de lo alto, como diría la cita bíblica, sino del grupo en el poder, llámense Fidel Herrera o Javier Duarte. Es decir, de lo alto de la política estatal.
Pero no es un poder legítimo ni moral. Renato es producto de un fraude y de una imposición. Es el pago de un trabajo sucio —la compra de votos, la presión a los votantes, es en esencia, algo sucio— para perpetuar a una corriente priista en el gobierno estatal. A cambio, a Renato Tronco lo han dejado hacer, enriquecerse, reprimir a la sociedad, atropellar la ley. Y todo porque son tal para cual.
La intención de la carta de los comerciantes es expresar su rechazo a la reubicación de la terminal de autobuses rurales, los transportes Uxpanapa. Y lo hacen con argumento, con razón, con denuncia, exhibiendo que ese capricho es de Renato porque a fin de cuentas es un negocio más a costa de los intereses del pueblo.
Dos párrafos revelan lo absurdo y lo abusivo del proyecto de reubicación. Leamos:
“La distancia aproximada es de 2 kilómetros de donde se encuentra actualmente. No hay alumbrado público y para acceder a ella tendríamos que cruzar las vías del tren y en esa área se encuentran los indocumentados, problema que acrecienta los riesgos, ya que los indocumentados se encuentran siempre alcoholizados o drogados fomentando así el vandalismo, así como obstaculizaría el desarrollo económico de la ciudad por existir un área comercial alrededor de la misma y a los transportistas, dícese taxistas y camioneros, ya que ese es su medio de subsistencia, tomando en cuenta que más del 60% de la derrama económica de nuestro municipio depende del área rural.
“También se expone en este escrito que el gasto de los ciudadanos del área rural para trasladarse hasta el centro para realizar sus compras y movimientos de documentación sería encarecidos en un costo de aproximadamente $ 35.00 pesos (treinta y cinco pesos M.N.) basados en la tarifa especial sectorizada; por lo tanto, nos vemos en la necesidad de organizarnos con este movimiento, el cual encabezan los que suscriben y sustentamos esta petición con las firmas anexadas de comerciantes, transportistas y ciudadanía en general quienes de alguna forma también serían afectados en su economía, así como fotografías de la terminal en proceso de construcción, su ubicación y otros detalles para mejor perspectiva de los hechos”.
Los comerciantes han enfrentado a Renato Tronco. Se organizaron, expresaron su rechazo a la reubicación de la terminal de transporte rural y pasaron de las palabras a las acciones. La respuesta fue una embestida violenta, usando el aprendiz de cacique a sus grupos de choque, la Unión de ejidos 25 de Abril y la policía municipal.
Eso, por más estúpido que parezca, lo único que provocó fue la radicalización de la protesta. Se sumaron campesinos al grupo de comerciantes, dejando en evidencia que en el campo choapense Renato se fracturó; que lo increpan y que lo retan, y que le auguran una paliza en la próxima elección.
Aquella acción represiva sirvió a los comerciantes para darle vida al Movimiento Justicia Social, que simplemente, por lógica, por sensatez, por sentido común, se niegan a que la central de autobuses sea reubicada pues, sostienen, “no estamos de acuerdo en que esa terminal se lleve al rancho del señor Renato Tronco Gómez el cuál serviría para su único provecho y beneficio personal”.
Por cuestión de seguridad personal, los comerciantes responsabilizan a Renato de lo que pudiera ocurrirles, a sabiendas de cómo se las gasta y de los crímenes en que se ha visto enredado. Suscriben el documento Carlos Alberto Mejía Mendoza, Heriberto Barradas Monroy, María Ramos Cornelio Aranda, Francisco Alejandro Jiménez, Guadalupe Mendoza Valencia y José Manuel Gama Magaña, y se anexan las firmas de comerciantes, taxistas y transportistas.
El dilema para Javier Duarte es enorme. Su aliado político es inservible políticamente, pero la complicidad entre ambos, por ahora, es mayor. El gobernador de Veracruz ha visto cómo abusa y reprime Renato a la sociedad choapense y no lo llama al orden. O si lo llama, Renato no obedece, pues es sabido que cacarea que Duarte le debe la gubernatura. Semejante falta de respeto es imperdonable.
El dilema estriba en los saldos del gobierno arbitrario que ejerce Tronco: pérdida de credibilidad en el gobernador; fracturas en el PRI, agravadas por la imposición de su hermano Miguel como candidato de la alianza Veracruz para Adelante; descomposición del tejido social; previsible voto de castigo; ruptura con comerciantes, taxistas y transportistas, y la oposición política convertida en opción electoral.
La carta de los comerciantes es un aviso. La dirigen al gobernador pero la rebotan en el Presidente Peña Nieto. Si Javier Duarte la ignora, estaría dejando en otro nivel político la solución de un conflicto que es de su incumbencia, pues sólo basta un mínimo de capacidad para advertir que la reubicación de la terminal de autobuses es un negocio personal de Renato, pero de consecuencias enormes en lo electoral.
Por eso le dicen al gobernador Duarte que Las Choapas también es Veracruz. Y que se ponga las pilas. No le piden que se preocupe por ellos sino que se ocupe de un conflicto que nace de la arbitrariedad y de la intransigencia, de la ambición y del atropello.
Aún está a tiempo el gobernador.

(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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