jueves, 27 de junio de 2013

Callejas: El rey de las regidurías

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

En alguna parte —con certeza no se sabe dónde— se perdió el magisterio, aquellos maestros que daban inolvidables cátedras de historia y civismo, pero que con su ejemplo formaban generaciones de alumnos y, por supuesto, buenos ciudadanos. De esos quedan muy pocos.
El magisterio fue corrompido. Llegaron a él gente sin vocación, gente que con la cartera abierta compraba un turno y luego una plaza y que su menor motivación eran los niños y los jóvenes a quienes debían educar y enseñar. Muchos se hicieron políticos, otros se volvieron caciques y algunos más simplemente lucraron, se enriquecieron, se pervirtieron.
Así es en México y así es en Veracruz. Tenemos a un cacique, Juan Nicolás Callejas Arroyo, que ha sobrevivido a todo, no como los dinosaurios de la antigüedad que sucumbieron tras el impacto del gran asteroide, sino como los dinosaurios modernos, la generación tricolor que pudo perder la presidencia pero no el poder. Y regresó por más poder.
Callejas sobrevivió a la caída de Elba Esther Gordillo. Callejas es el rey de las regidurías. No hay proceso electoral en que no coloque sus piezas en el tablero político. A unos los hace alcaldes, a otros regidores, algunos son diputados, otros van al gobierno. Él mismo se reserva diputaciones, ya sea en el Congreso Federal o en la Legislatura de Veracruz, siempre pegado a la ubre, amante de la nómina, sabedor que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.
Su pasión, y quizá el límite de sus alcances, son las regidurías.
Lo que propone Juan Nicolás no es, sin embargo, producto de calidad. Por su perfil, sus regidores suelen ocupar comisiones de educación en los ayuntamientos pero sólo para causar lástima. Más políticos que maestros, en nada se identifican con el mejoramiento de las condiciones de las escuelas, ni proponen planes para elevar el nivel educativo, si acaso gestionan becas para hijos de operadores políticos y hasta para familiares. Pero de ahí no pasan.
El ejército de regidores del maestro Callejas no dispara cultura. Paradójicamente, están reñidos con la educación. No brincan de las aulas a un ayuntamiento, sino de la talacha electoral a los palacios municipales. Son burócratas que disfrutan de un salario, del cobro de favores a quienes se acercan a ellos para realizar alguna gestión, del bono anual, y de un espacio para seguir haciendo política.
Nada queda de aquellos maestros que daban cátedra de historia y civismo, que hacían destacar las trayectorias y la integridad de los próceres de nuestro México, que enseñaban civismo, respeto a los
símbolos patrios, a los valores de la nación, y que destacaban la honestidad, la integridad, la moral y la ética.
Gracias a caciques como Juan Nicolás Callejas, hoy son regidores personajes de mala nota, vendeplazas en el magisterio, vivales que van por un salario y que lucran pero sin compromiso con la educación y que comercian con el cargo público que se les ha dado.
Gracias al maestro Callejas, por citar un ejemplo, hoy es diputada federal por Coatzacoalcos Patricia Peña Recio, una profesora de pésima fama en el magisterio de Coatzacoalcos, pero muy amiga del cacique, que pasa más tiempo sentada en su curul, sin pena ni gloria, como si no existiera, premiada por un acuerdo político entre el marcelismo y el líder de los maestros con el cual se hizo suplente de Joaquín Caballero Rosiñol y cuando éste, a seis meses de haber llegado a diputado, dejó el cargo para venir a contender por la alcaldía, la joven maestra asumió un espacio en el que ni se ve, ni se siente, ni se oye.
En Coatzacoalcos ya se había dado una triste experiencia con el maestro José Luis Montoya Pumarino, regidor de bajo perfil que sólo fue a calentar el asiento. Su sucesora es María del Carmen Kuasicha Hipólito, que se volvió rebelde porque el alcalde Marcos Theurel la maltrataba, pero no porque sea una lumbrera ni tenga mayor compromiso con la educación.
Otros ejemplos son Gregorio Cabra Santiago y Juanita López Ochoa, ambos maestros, en Las Choapas, a quienes les buscó acomodo en las planillas del PRI y del PRD, aunque el llamado Goyocel finalmente, y qué bueno, se abrió del proyecto del ex diputado y ex priista Marco Antonio Estrada Montiel, ahora candidato del perredismo.
Goyo Cabra se incrustó en el equipo de Marco Estrada, lo ubicaron como candidato a regidor tercero y a dos semanas de la elección chaqueteó. Se fue con los hermanos Tronco, despotricando contra el proyecto el PRD, en una burda maniobra para desacreditar porque de otra forma no tienen cómo bajar a los candidatos de oposición, tanto Estrada como el panista Serafín Roldán.
Goyocel siempre ha sido un gato de Juan Nicolás Callejas. Cuando el cacique llega a Las Choapas, Gregorio Cabra se exhibe como un esclavo al que usa como si fuera la doméstica de la casa.
Gregorio Cabra se fue del bando perredista despotricando, descalificando y lanzando todo tipo de acusaciones, en una actitud que deja en claro que el plan es restarle credibilidad a Marco Estrada. Así de mal verán a Miguel Tronco en la encuesta de intención de voto, que recurren a ese tipo de maniobras.
Goyocel asegura que vienen más renuncias. O sea, es una estrategia para denostar al enemigo. La torpeza radica en anunciar lo que habrá de ocurrir pues de esa forma se pierde el factor sorpresa y se minimiza el impacto en la opinión pública.
Es evidente la intención de presionar a los maestros, sobre todo cuando muchos de ellos ya han expresado que votarán de manera libre, que irán a los mítines del PRI, que le aplaudirán a Miguel Tronco Gómez, el candidato a la alcaldía, y a Renato Tronco Gómez, el candidato a la diputación local, pero que su voto es secreto y lo darán de manera individual.
De cualquier forma, lo que pretende Callejas es dar la idea de que los maestros convalidan a los Tronco y, por supuesto, estarían convalidando la elección, aunque al final el PRI arrebate el triunfo con un fraude electoral. Es lo que los politólogos llaman legitimación de vicio.
Juanita López Ochoa, maestra, del grupo de Albino Pérez Callejas, sobrino de Juan Nicolás Callejas Arroyo, inclusive emparentada con el cacique, es candidata a regidora en la planilla del PRI. Albino dice que se fue por su cuenta, pero hay indicios que se fue por instrucciones del líder estatal del magisterio.
Esos son los productos chatarra de Juan Nicolás. Goyocel y Juanita representan la traición y el chaqueteo.
Albino, quizá en una actitud más congruente, ya le levantó la mano a Marco Estrada. A lo largo de la búsqueda de la candidatura a la alcaldía, el ganadero mantuvo un discurso crítico hacia el tronquismo, renuente a convalidar más atropellos y a solapar el desastre administrativo y el saqueo. Albino, contra lo que pudiera suponerse, muestra autonomía y libertad de elección.
No se sabe de dónde viene la alianza de Renato con Callejas. Se recuerda que hace una semanas Renato viajó expresamente a Misantla y despotricó contra el candidato del PRI a la alcaldía, Ricardo Calleja y Arroyo, hermano de Juan Nicolás. De ineficiente y corrupto no lo bajó, y eso tensó la relación con el cacique magisterial.
Ahora se bañan en la misma tina y Juan Nicolás le arrima sus canicas a los Tronco, porque en política lo que menos vale es la dignidad.
No son estos maestros, los Callejas y el callejismo, los que nos daban cátedra de historia, civismo, ética y moral. Desde luego que no.

(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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