martes, 2 de julio de 2013

Bienvenida Karime

Salvador Muñoz
Los Políticos

El columnista, el articulista, el “opinista” (como me gusta calificarme), goza de un defecto increíble: asume que todo lo que escribe es verdad.
¡En serio!, ¡de verdad!, quienes escriben (escribimos) así lo asumen. ¡Vaya el ego que se tienen (tenemos)!
Un chisme, un dato, un hecho, se detalla con el velo de la verdad porque ya sea uno, el que escribe, o nuestros lectores, nos permiten extenderlo, arroparlo o cubrirlo con ello.
En pocas palabras, el columnista, para generalizar, se cree el dueño de la verdad absoluta.
II
Cierta ocasión, Yayo Gutiérrez (Diario Política) tuvo una idea: Hacer una columna que tuviera varios autores y un mismo nombre… así surgió “Los Políticos” y participaban una vez a la semana, Magno Garcimarrero, Benjamín Garcimarrero, Angeles González y yo… lamento no recordar al quinto elemento porque éramos cinco los que escribíamos de lunes a viernes.
Magno, Benja y el tercero que no recuerdo, fueron intermitentes pero Ángeles González y un servidor nos mantuvimos escribiendo, tan es así, que ella, en “Al Calor Político”, de vez en cuando escribe y sigue utilizando el nombre de la columna que nos heredó Yayo: Los Políticos… y no, no hay motivo para que peleemos por la propiedad. Somos amigos y en la amistad, esas cosas ni se cuestionan.

III
De las cosas curiosas en torno a una columna, están las cartas de réplica, que vienen a ser una ofensa para el columnista. Al principio, duelen tanto y hasta se puede tener un mal día… después, el tiempo te da la razón (¡ya ven! Insistimos en ser dueños de la verdad absoluta). Una columna abre puertas… y también las cierra. Te hace de amigos pero quizás más de enemigos. ¡Y aguas! Para un columnista, su peor enemigo es el halago… hacen perder el piso muy fácil… recuerdo el caso reciente de una novel columnista: Tendría acaso tres o dos publicaciones y no faltó quien se atrevió a asegurar que escribía mucho mejor que varios articulistas… ¡Iuuu! Ahí está el caso de Brenda Caballero, a quien le quitan mérito al creer que soy yo quien escribe sus “Números Rojos” (no tengo tanta sensibilidad) . Hace poco leía a un amigo, Mario Lozano, que decía que el columnista tenía que escribir también lo bueno del Gobierno… craso error del amigo… hay un chingo de columnistas que ya lo hacen… y hay cada vez menos que lo critican.

IV
Yo soy de la idea de que el columnista debe criticar al sistema, cualquier sistema que sea, ya es federal, estatal, municipal, legislativo, empresarial, religioso, vecinal, etcétera… por dos importantes razones:

Uno.- Le permite al sistema atender la demanda social, pues en la hipótesis, al final, el beneficiario debe ser el individuo, el ente social, el ciudadano, el vecino.

Dos.- Le permite al sistema corregir sus fallas, advertir sus debilidades y además, es una excelente válvula de escape que evita explosiones sociales.

Lamentablemente, en muchos de nuestros sistemas, al no permitir el Factor Uno, le es imposible detectar el Dos, lo que implica que nuestro Gobierno la siga y siga cagando.

V
Pero le decía al principio, el columnista, el articulista, el “opinista”, se cree el amo de la verdad y todo lo que exponga en sus líneas puede superar incluso hasta a la Biblia… su palabra es Ley (por eso nos compran), su palabra es Dogma (por eso nos siguen), su palabra es Acción (por eso nos temen)… y no importa si la riega, tiene a su favor el tiempo, que en un día, borra todo.
Karime Macías lo ha de entender mejor. Posiblemente ya sepa la diferencia entre dar una opinión y dar un hecho… pero, no pasa nada. De los tropiezos se aprende y lo mejor que puede hacer un articulista, un columnista o un “opinista”, cuando la caga, es limpiarla… Del error se aprende; del halago, nunca.
¡Bienvenida Karime!

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