jueves, 11 de julio de 2013

Veracruz y la democracia que no sabe leer...

José Luis Ortega Vidal
Claroscuros

(1)
La escena transcurrió en la escuela “Miguel Alemán” de Coatzacoalcos.
Una mujer de aproximadamente 30 años de edad se acercó a la lista de aspirantes a nuevo ingreso en la secundaria.
Con un chiquillo en brazos que no paraba de llorar, desesperada, la joven madre no atinaba a preguntar y sólo miraba indecisa de una hoja a otra.
Un adolescente se mantenía a lado suyo con rostro de perplejidad.
El bebé incrementaba sus gritos y el sol inclemente castigaba por igual al grupo de madres, padres de familia y estudiantes arremolinados.
-¿Qué busca? Le preguntó un testigo.
-La lista para el examen de admisión. Mi hijo lo presentará pero no sé a qué hora le toca; respondió.
-Están acomodados por orden alfabético; mira en la lista que tiene su apellido; le indicaron.
-“Es que no sé leer…”

(2)
¿Qué lección nos dejan los comicios del pasado 7 de julio?
Una muy ilustrativa: la de Veracruz es una democracia recién nacida, que ni siquiera gatea…

(3)
¿Qué elementos sustentan este argumento?
- El primero es la falta de una autoridad electoral independiente. El Instituto Electoral Veracruzano no lo es y más aún: su papel ha sido el de un árbitro cargado hacia los intereses de grupos de poder específicos, antes que a la defensa del estado de derecho electoral de toda la sociedad.
- Añadamos la corrupción que permea en absolutamente todos los partidos políticos -viejos y nuevos- que han tomado parte en la contienda.
No existe en la entidad un solo partido con la credibilidad que deriva de la madurez política, de la solidez ideológica y de la militancia consciente, capacitada y comprometida con su proyecto de sociedad.
- Ante el fracaso de la estructura partidista, nuestro andamiaje jurídico luce obsoleto porque impide la participación de la sociedad civil como un actor con acceso al poder y no sólo como un proveedor de votos de cantidad patética y de calidad cuestionable.
- Si a todo lo anterior sumamos el analfabetismo político/democrático que padecemos, nos encontramos ante una realidad cruel y atroz: nuestros gobernantes son electos en un marco legal pero carente de legitimidad; lo que nos aleja de las condiciones sociopolíticas indispensables para el desarrollo socioeconómico y la justicia social que –en teoría- estamos buscando.

(4)
La elección del domingo pasado deja a los veracruzanos –y a los ciudadanos de los 13 estados donde también hubo votaciones- convertidos en la señora que le mete un pellizco al niño de brazos para ver si así guarda silencio.
La misma que esconde junto a su falda al adolescente que pretende sacar de la pobreza a través de la educación.
Aquella dama que mira lista tras lista sin ubicar el nombre del hijo alfabetizado pero inseguro de sí mismo.
La fémina que ante la ayuda espontánea, finalmente se expresa con la franqueza que ingenuamente ocultaba: “es que no sé leer…”

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