martes, 6 de agosto de 2013

El pobre de ti

Erwin S. Bárcenas Oliveros
Un Clavo al Ataúd

“Mi sueño es el de Picasso; tener mucho dinero para vivir tranquilo como los pobres.”
Fernando Savater
A últimas fechas, la cultura pop toma dos temas sociales importantes para convertirlos en la temática de moda y cliché ambrosiano de quienes necesitan algo para decir, ya sea en la tele, la radio o revistas, facebook, twitter, la cocina económica de la esquina, con el taxista y en la mesa, a la hora de la cena: Pobreza y hambre.
Ambos han dejado de ser un tema de importancia y urgencia socio-económico-culturo-política, para colocarse en el ranking de los temas más IN en los noticieros, lema de campaña promocional para el gobierno federal y llamativos Trending Topic de las redes sociales. Cada una de las mencionadas facciones, sentadas desde la comodidad de sus altares, canta y reverbera la pobreza y el hambre que se sufre en México, empuñando la bandera de la verdad y la justicia, cual Supercharro Vengador; buscan y llaman a sus adeptos a hacer conciencia de que en el país hay pobres, hay hambre, hay vida más allá de las pantallas ultra delgadas y los monitores con pantalla retina, pero como costumbre bien arraigada en nuestra cultura, siempre decimos: “Afortunadamente a mí no me pasa”.

Edgar Clement, ilustrador, escritor y figura de la novela gráfica en estas tierras lo comenta y desnuda (desde su “feisbuc” obviamente): “En México, mucha gente pobre no se percibe como pobre, creen que son clase media”.
Y es que seguimos viviendo en el mundo de Novela rosa, de la Televisión para Jodidos como Emilio Azcárraga Milmo bautizara a los productos que su televisora vendía, televisión tonta, televisión sosa, televisión sin frutas o verduras y harta masa, azúcar y melcocha. El mexicano se define como el pobre de las novelas mencionadas, un pobre regular, con casita bonita, hijos musculosos e inteligentes, hijas sabrosonas e inocentes, padres chambeadores y madres abnegadas, casitas discretas pero no feas y amigos incondicionales con un villano miserable que nadie quiere... hasta describirlas es tan fácil que da pena.
Una vez borrada la realidad real por la de la televisión nacional, el siguiente paso es el hambre, ¿cómo hacerle olvidar al pueblo que tiene hambre? ¡fútbol, reality shows y circo!, venderles pasión, goles, tragedia, chismes, que llenen el estómago con notitas frescas del mundo del espectáculo, ídolos que sólo ganaron un par de campeonatos mexicanos para ser inmortales, ¿para qué ser Messi o Iniesta? ¿Campeonatos del mundo? ¡Ja!, si San Chucho Benítez hoy es La Leyenda y eso porque estuvo en el América, vaya, llenemos de sueños el vacío que las promesas siempre dejan en las panzas del pueblo.
Resuelto ambos temas, lo usual es procesar el producto y venderlo: Pobreza y hambre, villanos de cuento que hoy son combatidos con bonitas campañas publicitarias que cuestan más que resolver el problema, un presidente optimista y guapetón; una primera dama nacida de esas novelas identificadoras del pueblo, una novela vuelta realidad, el sueño de todos y la pesadilla de la razón, hemos logrado negar que ambos problemas están cerca de todos, pero que por ahí andan, lejos de nosotros, como tan cerca estamos del televisor, que hoy, dios bendito, nos regala una buena noticia, ¡Aleluya!, ¡Albricias!:
Hoy hay menos gente en pobreza extrema... hoy, ya son sólo pobres.

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