sábado, 17 de agosto de 2013

Inmoralejas y Parabolitas

Salvador Muñoz
Los Políticos

Don Magno Garcimarrero Ochoa es un viejo eterno... Lo conocí viejo y sigue igualito: viejo. No pasan por él los años... ¡él pasa por los años! Pero no es un “viejo” peyorativo ni "peyotivo" creo yo, aunque tanta imaginación no puede ser producto del cacumen sano y puro... ¡algo se ha de meter para tener tanto ingenio!
Si en alguien se puede encontrar sabiduría y picardía a la vez es en don Magno... Bueno, también en Benjamín, su cuate, en donde no se aplica la máxima de que "es lo mismo pero más barato"... A ambos les gusta lo bueno y bonito.
Por eso, leer "Inmoralejas y Parabolitas" (su reciente "libro inmoral"... Sade del humor, podría ser), me lleva al primer punto de estas líneas... Don Magno es un eterno viejo y tengo la ligera sospecha de que si le hubieran encargado escribir La Biblia, yo la leería toda y no solamente el Génesis y el Apocalipsis como siempre lo he hecho.
Este Señor hace de sus versos una burla para quienes pretendemos hacer rimas y la riqueza de su lenguaje simplemente hace imposible un "arrimón" a la estatura de su "versatilidad".
Lo maravilloso es que, muy aparte de su perfecto ritmo, hace del refrán una historia, un cuento y su picardía a la hora de narrar, nos hace recordar al Vale Bejarano, que conste, no el Señor de las Ligas, sino el Señor de las Rimas en Alvarado.
Aunque eso sí, debo acusar extrañeza en uno de sus versos, el referente a "El que se va a la Villa..."
Me permito poner las líneas de mi indignación:
"Eso le pasó al partido
que se aleja resignado
después de haberla cagado.
Que más le hubiere valido
sentarse estando estreñido.
y no hacer, de contentillo
papel de tan poco brillo
que por tal, perdió la silla…
Que agradezcan en la Villa
No haber perdido el… registro".
Desde que lo conozco, siempre me gustado la desfachatez para llamar a las cosas por su nombre, vamos, aplicando el refrán: al pan, pan y al pene, pene. Y me pone a pensar si la palabra final era "anillo" o "fundillo".
Claro, Magno nos ha de dar la opción del libre albedrío para que nosotros escojamos la que mejor nos plazca, lo que da pie a que pasemos a las "Parabolitas". Para algunos, Magno no deja de ser un "Meapilas" o "Comecuras", para otros, ¡también! Su forma de ver la religión sencillamente no es apta para mi madre que pelaba tremendos ojotes cuando encontró en mi cabecera "Revelaciones de Judas Tomás"... Pobre mi madre tan persinada, aunque debo reconocer que se lo leyó en una sola sentada.
De las Parabolitas, me quedo con "No pongas la otra mejilla" pues fue la primera lección que aprendí siendo mozalbete. Alguien me cacheteó y cuando se me acabaron los cachetes, me rompieron el hocico. Sí, no había que seguir al pie de la letra lo que el padre nos decía.
"Inmoralejas y Parabolitas" las sazona el amigo Nicanor, caricaturista de humor fino que durante muchos años, ha hecho mancuerna perfecta con Magno, en algo así como Batman y Robín, el Gordo y el Flaco o Chon y Chano, entre otras parejas... Que conste, en esta época de aperturas y "open minds", el dúo no se malinterprete por un mal intérprete.
Aunque he de confesar que la primera vez que leí "Inmoralejas y Parabolitas", la vi sin caricaturas... Ahora que lo tengo en las manos, sencillamente es perfecta la combinación de dos talentos: las letras de Magno y los trazos de Nicanor. Calidad y tino. Ya ni se diga la portada que inmortaliza a varios amigos como a los mismos autores de tan divertida lectura, a Orlando García, Javier Duarte, los Morales García (Ely y Betogato), Tlacuilo, Buganza y otros.
Ya para rematar, pongo un reto a don Magno, que siendo tan bueno con los versos, le ponga rima a "Indio", porque por más que intento, nunca he podido.
Un abrazo don Magno y Nicanor... “ai” se lo reparten.
Por supuesto, está demás pedir que lo compren, porque un poco de relajo, sentido del humor envuelto con formas de ver la vida, bien vale la pena ¡y cien pesitos!

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